La presentación en India del Android One (EN), el SO de Google enfocado a países en vías de desarrollo y la paulatina (y sorprendente) optimización de Android por reducir requisitos sin perder características vaticina un futuro poco alentador al resto de sistemas operativos móviles minoritarios.


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Y en especial, tengo que hacer mención clara a dos: Windows Phone y Firefox OS.

Del primero, decir que la propuesta de Microsoft por permitir a los fabricantes usarlo de forma gratuita es sin duda una de las estrategias más agresivas que ha llevado a cabo Redmond desde sus inicios. El que una empresa como Microsoft decida ceder su sistema operativo propietario sin cobrar nada demuestra lo que todos dijimos en su momento: que los países en desarrollo son el alimento que necesita la industria para seguir creciendo, aunque sea a cambio de cesiones como esta.

Lo hemos visto en el sector servicios (ese Google y ese Facebook intentando ofrecer Internet en todo el mundo), y lo vemos en la electrónica de consumo.

La pelea por ver quien consigue bajar los precios de los smartphones por debajo de los 100 dólares ya es una realidad, y sin duda ha sido verdaderamente complicada.

Para ver Android en un móvil con prestaciones de gama baja ha sido necesario que Android pase a necesitar una máquina mucho más humilde de lo que precisaba. Optimización como factor clave de desarrollo, que queda patente en esta evolución que hemos visto de Android desde la 4.0 hacia algo sin duda mucho menos pesado. Haber optado por cambiar la máquina en la que se interpreta Java, el lenguaje de alto nivel con el que trabaja el SO de Google, y reducir al mínimo su arquitectura para ganar funcionalidades sin pedir un extra de rendimiento.

Windows Phone, recuperando el hilo del artículo, jugaba con la ventaja de un SO basado en la tecnología de Microsoft, y por tanto, basado en el inmenso potencial de lo asíncrono y el diseño minimalista. Dos factores clave que permiten a un sistema como WP correr en terminales de gama baja sin que por ello la experiencia de usuario merme.


En el otro lado, tenemos Firefox OS, un SO libre (y libre de verdad, no como Android) creado desde 0, basado en lenguajes web y que por tanto tuvo en su día que enfrentarse a un problema semejante al de Android: reducir a la mínima expresión (en su caso) el motor de renderizado de Firefox para que el terminal volara con mínimas prestaciones.

Y ahora llega Android y presenta su versión para el tercer mundo, y la duda que me asalta es ¿qué futuro podemos esperar de esa nueva generación de sistemas operativos cuando el gigante acapara todo el mercado?

Por mucho que me pese, veo verdaderamente complicado la irrupción de Firefox OS como una alternativa válida. Y lo dice alguien que montó una startup alrededor de este SO, y que ha trabajado este último año desarrollando el sistema operativo de Mozilla en Telefónica I+D.

Me apena profundamente ver que lo que podría ser un gran paso adelante en cuanto a liberación y personalización extrema de un proyecto tan complejo como lo es un sistema operativo acabe en el olvido por el ahogamiento que la competencia está llevando a cabo en el sector. Ya ni hablemos de lo complicado que lo van a tener Ubuntu Phone, Tizen o Jolla, por poner otras caras.

Firefox OS, para el tiempo de vida que tiene (tres años desde el comienzo de su desarrollo) es un SO estabilizado, con una experiencia de usuario pésima no por su propio sistema (que aunque todavía no tenga todo lo que en el primer mundo esperamos de un SO móvil, está muy pero que muy lograda), sino por el poco apoyo que ha recibido en materia de aplicaciones, que son a fin de cuentas un pilar básico para el éxito de un SO.

Enseñas Firefox OS, y la primera pregunta con la que te atacan es ¿Pero aquí puedo tener WhatsApp? Pues no, porque WhatsApp se niega a desarrolla una aplicación web de su plataforma. Entras en la versión app de Facebook o Twitter (Google+ tampoco tiene) para Firefox OS, y te encuentras un copy/paste de la web, que es lenta de cojones, en vez de tirar de HTML5 y la caché para ofrecer un UX aceptable.

Eso sí, tenemos terminales por debajo de los 30 dólares, algo que hoy en día (y sin contar subenciones de operadoras, claro está) no está dentro de las capacidades de ningún otro.


A WP le pasa casi lo mismo. Una interfaz muy cómoda de utilizar, que falla (en menor cuantía, todo hay que decirlo) por el número y valor de sus aplicaciones. No existe Youtube, por ejemplo. Y los mapas costaban la última vez que lo miré 4 euros…

Entonces llega Android y presenta Android One, asegurando que ha llegado a un acuerdo con tres operadoras indias para ofrecer junto al SO unos megas adicionales cada mes para actualizar o descargar aplicaciones (su principal baza), que bajará de los 100 dólares (al final se han quedado por los 105) y que con ello, tendrás toda la experiencia de Android. Y claro, cuando quizás por una diferencia de 50 dólares (recordemos que seguramente haya subención de operadora) puedes optar por todo el ecosistema de apps de Android, la cosa cambia.

Aunque ello favorezca el monopolio. Pan para hoy, hambre para mañana.