El caso de Samsung contra Apple, con el que las noticias nos llevan bombardeando dos meses, se ha resuelto con un empate en Seul, donde las dos potencias tendrán que pagar una multa multimillonaria a la vez de la retirada de algunos de sus productos en corea del sur, y con victoria decisiva para Apple en California, que obliga a Samsung a pagar 1000 millones de euros por usar patentes esenciales de la otra compañía, y con la retirada de algunos de sus productos en EEUU.
Quitando la supuesta copia de la compañía surcoreana a los de Cupernico, el hecho es que esta guerra de patentes cada vez se está haciendo más estúpida. Actualmente es imposible (y recalco, imposible), sacar un smartphone o una tablet sin violar alguna patente, como los bordes redondeados de un rectángulo, los gestos táctiles, la distribución de las aplicaciones en el menú, y un largo etcétera.
Al final, quien paga el pato, es el consumidor
Que como bien dijo Samsung, tendremos “un menor número de opciones, menos innovación y precios potencialmente más altos”. Por su parte, una de las portavoces de Apple aseguró que “la montaña de evidencias presentadas durante el juicio mostró que lo que Samsung copió fue mucho más allá de lo que incluso creíamos”.
Lo que necesita el mundo de la tecnología, como ya dije hace meses, más que los multimillonarios juicios entre Motorola, Oracle, Samsung, Apple, Google, Microsoft y demás gigantes, es la liberación de las patentes esenciales, permitiendo a cualquier compañía sacar productos con las tecnologías básicas, y desde ahí, que cada uno innove por su cuenta.
Para ello debería crearse un tribunal que vele por los intereses de la sociedad, y no de las compañías. Para ello, debería obligarse a renunciar al control empresarial del sector tecnológico. Para ello, no debería permitirse la compra de telecomunicaciones para aumentar el directorio de patentes, con el único fin de demandar a la competencia por razones que dejan poco margen al desarrollo.
Ojo, no estoy ni con Apple ni con Samsung. De hecho soy consumido aférrimo de las dos, y que gane o pierda una solo me permite observar la injusticia legislativa que debería proteger al consumidor.
Con estos juicios infundados, solo conseguimos prorrogar los precios abusivos por productos, el masificado control del mercado por las grandes potencias de cada sector, y la pérdida de tiempo y dinero (que no deja de salir de nosotros), para intentar innovar en algo no porque sea mejor, sino porque en caso contrario te arriesgas a ir a los juzgados nuevamente.
¿Cómo competir contra unas patentes esenciales? ¿Por qué aún se permite a empresas privadas gozar de estas patentes? Sinceramente, no lo entiendo…
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