Hace unos días, justo antes de subirme al norte para escapar del calor madrileño, quedé con David Meléndez (@TaiksonTexas (ES)) y EsferaRed (@esferared (ES)) por la periferia de la capital con la excusa de vernos, y de paso, juguetear un poco con nuestros drones.
De hecho no era la primera vez que lo hacíamos. Hace ya unos años hicimos lo propio, momento en el que aproveché para grabar aquel vídeo y hacer la review del Arcade Orbit, el dron «de juguete» que todavía tengo en casa comiendo polvo desde entonces.
Esta vez preferí no llevarlo. A fin de cuentas EsferaRed iba a llevar el suyo comercial, un Parrot AR Drone 2.0 (ES), y Meléndez, como no podía ser de otra manera, venía con el ATROPOS, que era de hecho el que más ganas tenía de ver.
¿Que no sabes de qué te hablo?
Pues raro es, ya que al maño lo han entrevistado en mil y un medios del sector, y con la tontería se ha vuelto un conferenciante habitual de muchos eventos de ciberseguridad, tanto patrios como internacionales.
Hace ya cosa de 10 años que se le ocurrió, después de «trastear» con esto de la robótica, y llevarse de paso el primer premio de la Campus Party de 2010, darle salida a una fonera (para que nos entendamos, un router de la familia FON que salió hace ya una década) que tenía por casa enchufándole unos sensores de la Nintendo Wii (los motion plus), el propio nunchuk, y un magnetómetro, y transformar el router en una suerte de dron.
Que dicho así parece fácil, pero recordemos que todo esto se hizo hace ya 10 años, cuando ni mucho menos había documentación o tan siquiera una industria del DIY bien formulada, más allá de los típicos grupos de aeromodelismo y entusiastas de las nuevas tecnologías.
Ahora por unos pocos euros te puedes comprar en Aliexpress unos cuantos componentes, que vienen para colmo ya bien calibrados y con el software y compatibilidades cubiertas de serie, y trastear en base a vídeos de Youtube y guías en foros sobre cómo montarte tu propio dron.
El ATROPOS de Meléndez, sin embargo, está hecho de cero. Y cuando digo de cero es de cero. En la página con la información técnica del dispositivo (EN) tiene vídeos en los que explica cómo tuvo que calibrar los sensores en casa, cómo programó todas las tripas sobre linux, y en definitiva todos los problemas que tuvo que solventar para que este router pudiera volar.
¿El resultado? Pues lo tienes por aquí. Un aparatito que sin lugar a dudas no es lo más accesible en cuanto a usabilidad del mercado (con una tablet debe conectarse al router, y luego controlarlo mediante un apaño que se ha montado con un mando de coche teledirigido), pero que una vez en las alturas perfectamente rivaliza con cualquier otro en cuanto a estabilidad y precisión.
Y para prueba un botón: aunque en el vídeo no se vea muy bien, el Parrot parecía tener más problemas para mantenerse en alto con el viento que hacía.
En fin, que sirva esta pieza de excusa para colgar el vídeo con el ratito que pasamos juntos frikeando.
¡Que lo disfrutes!
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