Leía hace un rato en el MIT Technology Review (ES):
Baidu, el buscador líder en el internet chino, afirma que los datos recogidos de sus clientes podrían ayudar a predecir y prevenir aglomeraciones multitudinarias potencialmente mortales en el mundo real. Para hacerlo Baidu tiene una cantidad de información increíble para explotar. En relación con una población china de 1.350 millones, más de 657 millones de personas usan sus servicios. Y aproximadamente 302 millones usan su servicio de mapas cada mes.
En referencia a un estudio realizado por la Universidad de Cornell (EN/PDF) junto a uno de los laboratorios de investigación del buscador, que han aplicado técnicas de machine learning para analizar las peticiones que sus usuarios realizaban al servicio de mapas, y relacionarlo con el movimiento real de las personas, mediante el GPS que llevan sus smartphones.
Para comprender el éxito de un sistema semejante hay que ser consciente que en China, como en buena parte de los países asiáticos, la mayoría de la sociedad accede a la red mediante dispositivos móviles.
En muchos casos, de hecho, el primer acercamiento que ha tenido el ciudadano con la tecnología ha sido precisamente de la mano de un smartphone, y no tanto de un sobremesa, como ocurría hasta ahora en occidente.
Además, se junta el hecho de que en China siguen triunfado las mega-apps: Aplicaciones de varios cientos de megas (cuando no de algún giga) que aglutinan la experiencia de usuario en estos dispositivos, sirviendo a la vez de servicio de búsqueda, tienda de e-commerce, pasarela de pago y un sin fin de aplicativos diferentes. En el market occidental, sin embargo, hemos visto cómo conforme las aplicaciones precisaban más recursos para satisfacer todas las necesidades del usuario han acabado por dividirse, formando dos o tres aplicaciones aisladas especializadas siempre en una función (p.e, Facebook como red social, Messenger como servicio de mensajería, o Google como buscador, Google Now como asistente virtual, Hangouts como servicio de mensajería, GMail como cliente de emails,…).
Así, con un 70% de cuota de mercado, en un escenario profundamente gestionado por la batuta de un gobierno simpatizante del uso tecnológico como herramienta de control, la noticia, más que parecerme un caso de éxito de la explotación del big data, me pone los pelos de punta.
La mejora del bienestar ciudadano, o el control de movimientos sociales
En el estudio llegan a la conclusión de que haciendo uso de esta información, son capaces de predecir con hasta 3 horas de adelanto, dónde se van a conglomerar un número “peligroso” de ciudadanos.
Y ese “peligroso” tiene, a mi forma de ver, dos concepciones diametralmente opuestas:
- Aplicado al bienestar de la sociedad: Como hemos comentado esta misma semana, la tecnología ofrece una suerte de inteligencia que podría prácticamente erradicar los riesgos de accidente y atascos de una urbe. Si en efecto esta información es utilizada de forma positiva, las autoridades competentes tendrían en sus manos una herramienta para planificar y solucionar de forma eficiente uno de esos elementos que más problemas ocasionan en las ciudades. Redirigiendo el tráfico por vías alternativas, aumentando la cantidad y/o disminuyendo la periodicidad del transporte público, se aplicaría la inteligencia colectiva en una mejora radical de la efectividad de la ciudad como ente en movimiento. Y si me apura, hasta la sostenibilidad de un medio como es el de las grandes ciudades. Algo a lo que difícilmente un ciudadano se negaría a aportar, máxime cuando su único cometido pasa por seguir utilizando los mapas como hasta ahora, siempre que le sean necesarios para establecer el trayecto del día.
- Aplicado al control de la ciudadanía: En el otro lado, encontramos en un sistema de este tipo una herramienta perfecta para predecir y actuar en consecuencia frente a posibles conglomeraciones sociales, siempre y cuando éstas estuvieran motivadas por un descontento generalizado. Precisamente herramientas como éstas son el sueño húmedo de gobiernos como el chino. El saber que a tal hora y en tal lugar se van a manifestar cientos o miles de ciudadanos en contra del gobierno, dota a éste de la potestad de, al igual que en el caso anterior, redirigir esa “peligrosa” fuerza por vías alternativas, diseminando su presencia y poder, y aumentando de esta manera el control que las fuerzas del orden pueden llegar a orquestar.
Afortunadamente, la información que aloja Baidu sobre estos movimientos es anónima, por lo que a priori, no podría ser usada como arma a la hora de enjuiciar o discriminar aquellos que ejercen su derecho de manifestación de aquellos que no. Que vaya, no es la primera vez que lo vemos.
La dicotomía en el uso de datos masivos
El tema es peliagudo, y reabre un debate de mayor calado aún. Donde está el punto medio entre la seguridad de la comunidad y la intimidad de las personas frente al control del gobierno.
Está claro que un sistema de este tipo podría salvar numerosas vidas. Como resaltan en el artículo, en la noche de año nuevo de 2014 en Shanghái murieron 36 personas por una avalancha que quizás, con una herramienta de este tipo, podría haber sido controlada.
Por otra parte, la tergiversación en el uso de esta información por parte del gobierno sería sin lugar a duda dañina para los derechos del ciudadano, al verse cohibida su libertad de manifestación y protesta pacífica frente a aquello que cree va en contra suya.
¿Qué garantías tiene el ciudadano/usuario de que esta información en efecto va a utilizarse para hacer el bien, y no para evitar problemas a esa élite que ostenta el poder? ¿Que capacidad tiene el ciudadano/usuario de incidir en una evolución tecnológica que podría serle tan beneficiosa como perjudicial para sus intereses?
Decía Sandy Pentland (EN), profesor del MIT Media Lab, en referencia a un proyecto semejante llevado a cabo por su equipo con el uso de sensores móviles:
“En nuestra información, muchos de los eventos masivos espontáneos se transformaron en protestas y disturbios. Teniendo en cuenta que podemos prevenir esos eventos ¿Intentará el gobierno suprimir esas expresiones políticas?”
Saque sus propias conclusiones.
La cara perversa de los avances tecnológicos. Gobiernos totalitarios siempre usarán sin ningún recato cualquier tecnología que les ayude en su afán de perpetuarse. Las democracias endebles en vías de radicalización que vemos en muchas partes, sueñan con herramientas que los dote de tal poder. La defensa posible viene de limitar toda la información que libremente entregamos. Un saludo Pablo.
Mi querido Pablo, el bien y el mal son conceptos sutiles y susceptibles. Hay quien cataloga estas palabras como palabras grandes, lo cual quiere decir, que son palabras de contenidos tan extensos que se usan para no centrarse en nada, de ese modo, el que las usa deja al que escucha crea en lo que quiera y después usarla en su beneficio.
Quien no ha visto una y otra vez esos reportajes en los que los vigilantes de un aeropuerto o tren, ven como ladrones más que habituales, roban a los usuarios del servicio. Saben perfectamente que van a robar y dejan que así lo hagan. En esos mismos reportajes, nos dicen que han sido detenidos cientos de veces, pero, aun sabiendo quienes son y como actúan, no evitan el robo, como mucho, en algunos casos, denunciarán el robo, pero poco más.
En resumen, en los últimos años, nos han plagado de cámaras de supuesta seguridad que se supone que nos protegen, pero, que, en realidad, solo sirven para grabar el delito, no para impedirlo, y, como todas estas medidas, sirven para que aquellos que no llevaban intención de delinquir, delincan. Para los que llevaban intención de delinquir de inicio lo harán igualmente o de manera más sofisticada.
Todos los análisis que se realizan en baidu, otras redes sociales o internet en general, tienden a ir en todas las direcciones, y lo de bien o mal, es dependiendo del lado en el que te encuentres en ese momento, pues ya sabes que todo aquel que fomente, financie o apoye al gran hermano sucumbirá a su poder… Y el resto también.
Jajaja, así es. Generalmente en esta humilde morada suelo ponerme del lado de la mayoría, que suele ser el ciudadano, pero por supuesto, que yo también trabajo en ciberseguridad, y he tenido que establecer políticas dentro de una empresa que no son democráticas, de nuevo por el bien de la empresa (y entiendo, el bien de sus trabajadores, aunque ahí ya no me meto :)).
¿Bien?¿Mal? Al final hay movimientos que por su idiosincracia, me hacen pensar mal. Si a fin de cuentas el objetivo es proteger a la ciudadanía, ¿deberíamos establecer medidas que vulneren sus libertades?
Quizás sí, pero ¿hasta qué punto? Supongo que por ahí estará el debate.