Llevaba tiempo con ganas de hablar sobre el tema, y el estudio que esta semana difundía Incapsula (EN) me viene como anillo al dedo.
Según el análisis, el 61% del tráfico web mundial viene de parte de bots. Así de rápido. Así de directo. Y sorprende que el mismo estudio hablaba hace tan solo un año del 51%, por lo que podemos deducir que la cosa irá a más.
Antes de que os llevéis las manos a la cabeza, deciros que lo que se considera bots maliciosos (aquellos destinados a negocios fraudulentos) paradójicamente han perdido fuelle frente a los beneficiosos (robots de buscadores, automatismos en servicios,…). Únicamente los bots de suplantación de identidad vieron aumentado un 8% su presencia y es entendible porque de algo tienen que vivir los DDoS (G.G). Y ha sido un duro año para el spam (-75%), que ve como día tras día tiene que evolucionar para seguir siendo lucrativo.
Por Genbeta (ES) hablaban sobre ello (he leído más noticias, pero en este caso ha sido la que más me ha gustado), llegando a la conclusión de que Internet se está volviendo un sitio cada vez más de servicios, y a que la eficiencia de los bots en funcionamiento es cada vez más agresiva (más consultas por periodo de tiempo). Añadiría además la importancia que está tomando el M2M, la cada vez más sobrecargada red de dispositivos y las comunicaciones automatizadas, así como la evolución de los bots «humanos», esos asistentes virtuales o recomendadores de actividad que a cada paso, empiezan a comprender mejor la conversación, y son capaces hasta cierto punto de emularla.
Además, supongo que el estudio considera bots todas aquellas publicaciones que provienen de servicios, por lo que siendo estrictos, mi cuenta de twitter tendrá una actividad de bots cercana al 80%, cuando en realidad todo lo que comparto viene de mi puño y letra (y está convenientemente administrado temporalmente por servicios como Tweetdeck, Botize, TweeterFeed,…).
Lo cierto es que el negocio detrás de la automatización de acciones se está volviendo muy lucrativo, y sino solo recordar aquel artículo sobre cuentas falsas en Twitter (EN), y todo el beneficio (valorado en millones) que se obtenía con ello. Intermediación que puede ser positiva o negativa. Y esto es solo la punta del iceberg, que aún estamos muy pobres en cuanto a comprendimiento artificial del lenguaje. Para muestra, la grabación que hacía un reportero del Time a un bot que emula el trabajo de un teleoperador, y que acaba por volverse loco (risa preocupantemente maquiavélica y voces cacofónicas incluidas) a la simple petición de decir «No soy un bot«:
ACTUALIZADO: Parece que han borrado el archivo.
¿Estamos ante la deshumanización de Internet? Nada más lejos de la realidad. Lo único que pasa es que por naturaleza somos vagos, y si bien desde la revolución industrial, hemos visto como el trabajo de la mano de obra iba trasladándose a esferas superiores, ahora empieza ocurrir lo mismo en la red, delegando las funciones aburridas a bots (monitorización, indexación, recopilación) y utilizando la información que de ellas obtenemos.
¿Acabaremos teniendo nuestros propios asistentes bots, que realicen una parte de nuestras actividades, que incluso compren o decidan a que suscribirnos por nosotros?… Todo se andará.
No es nada descabellado. hoy en día es posible automatizar la presencia en redes sociales partiendo del conocimiento de actualizaciones anteriores del usuario. De ahí a generar el conocimiento suficiente para realizar acciones complejas (compras, respuestas a estímulos externos) no hay tanto trecho.
Será como tener, doble personalidad. Ya me imagino conversaciones como esta:
Un amigo me encuentra por la calle y me saluda.
Amigo: Hola, ¿Cómo va eso? El otro día estuve hablando con tu bot sobre equipos de música, estuvo genial, me recomendó uno muy bueno.
Yo: Qué bien, me alegro, no me comento nada, se le olvidaría.
…
Y cosas por estilo.
Jajaja, no andará muy alejado. La verdad es que me atrae la idea de automatizar algunas acciones, pero hablando estrictamente de aquellas que son pesadas (por ejemplo, la búsqueda de información). Lo que de verdad nos interesa es obtener un resultado, y no la búsqueda en sí.
Partiendo de esto, me gustaría que esos «asistentes» del día de mañana pudieran recomendarnos contenido y encargarse de las labores pesadas que ello conlleva, pero delegando en último momento nuestra elección. Es decir, que si me recomienda dos grupos de música según mis hábitos de consumo, y me decanto por uno, sea tan sencillo como decírselo y que él se encargue de comprarlo, pero que por defecto espere nuestra decisión. Pasaría lo mismo con la comunicación. Por mucho que avancemos, no me gustaría tener que hablar con una máquina, o al menos que a la hora de comunicarme, se delegue todo el discurso en un avatar, por muy pulido que esté en referencia a su «dueño».