Si cuando abrí este blog me hubieran dicho que acabaría hablando de eyaculación femenina hubiera pensado que mi interlocutor estaba loco… En fin, empecemos.
“Sugar High Glitter City” es (al parecer 🙂), una de las películas pornográficas sobre lesbianismo hardcore más reputadas de estos últimos años. Filmada en 2001, tiene, como cabe esperar, varias escenas de gang bang que harían las delicias de los críticos de cine de La Academia (esos mismos cuya edad media ronda los 75 😛).
El caso es que el filme fue invitado a participar en el festival LGBT de Nueva Zelanda, y cual es su sorpresa al descubrir que los organizadores les pedían únicamente para ello el cortar una de las escenas de squirting (eyaculación femenina, para los profanos) desarrollada encima de un billar.
O quitaban el metraje exacto donde ocurre la eyaculación, o quitaban la escena entera. Pero el squirting no podía estar presente por ningún lado. Y simplemente porque en pleno siglo XXI, sigue siendo considerado una aberración de la naturaleza. La eyaculación femenina sigue siendo considerada orina.
Ahora dirá que hablamos del 2001, y que desde entonces la sociedad ha avanzado muchísimo.
Pues bien. Año 2015, el squirting sigue siendo censurado por el gobierno de Reino Unido (digo Reino Unido pero también varias jurisdicciones de EEUU). Cualquier vídeo que muestre explícitamente alguna escena de squirting puede ser denunciado, y deberá ser retirado del mercado inglés.
Una lucha de dimes y diretes que llevan defendiendo los colectivos de mujeres y la industria del porno desde 1980.
¿Razones? Ninguna, más que el absurdo argumento de autoridad de algún dinosaurio que aún calienta la silla. Aunque haya estudios científicos (EN) que demuestren que la eyaculación femenina no tiene nada que ver con ello.
En inglaterra, la urolagnia (“lluvia dorada”) es ilegal según la Ley de Publicaciones Obscenas. Y dentro de la urolagnia está el squirting, pese a que no sea ni de lejos lo mismo.
¿Por qué lo quiero tratar en este blog? Por la simple razón de que en pleno siglo XXI, en países que en principio consideramos desarrollados, sigue habiendo un sistema censor basado en el argumento de autoridad, sin ningún criterio demostrable para considerar qué es correcto y qué no. Y por el medio, se crea la infoxicación, que está aún en pleno siglo XXI llevando a buena parte de las mujeres a afrontar su feminidad con miedo o incluso repugnancia, con total desconocimiento.
A las mujeres que eyaculan se les hace sentir vergüenza en ocasiones por ello, y por estar tan asociado con el orgasmo en las mujeres que lo hacen, puede producir una represión activa del orgasmo -Carol Queen.
Esto significa que las mujeres de Reino Unido han sido educadas para evitar la eyaculación, para “correr hacia el baño” si sienten algo raro. Las mujeres de Reino Unido no hablan de ello. No deben, porque la ley dice que eso es obsceno.
En los colegios se habla de reproducción, pero no de sexualidad. Y los pocos que tengan la suerte de que algún grupo de sexólogos se acerque al centro, descubrirán que la eyaculación es solo de hombres. Que las mujeres no tienen derecho a disfrutar de esta manera.
La pornografía nunca ha servido (y nunca debería servir) como herramienta de educación, pero es que incluso en la industria tienen censurado el tema.
El mismo país que pretendía que todo aquel que quisiera consumir pornografía en internet tuviera que apuntarse en una lista. El mismo país que no duda en intervenir los correos de los medios de comunicación de medio mundo (ES).
Un país con un primer ministro que no duda en alzar la voz al cielo pidiendo la abolición del cifrado en las comunicaciones digitales (ES), para que las agencias de inteligencia a sus órdenes no encuentren trabas.
Todo es por nuestro bien. Nadie quiere un nuevo suceso como el de Charlie Hebdo en Francia.
Y el primer paso es mantener el control del conocimiento. De limitarlo entre la sociedad, ya sea de puertas para afuera como de puertas para adentro.
“Pequeños” éxitos como los que llevan a una mujer a no conocer su cuerpo es lo que hace en definitiva que el sistema sea capaz de tergiversar la realidad, mover los hilos adecuados cuando sea necesario. La sociedad de control no se levanta de la noche a la mañana con grandes cruzadas. Son estos movimientos, premeditados, albergados desde antaño en el propio colectivo, lo que evita en la práctica que la sociedad adquiera conocimiento de su propio poder.
La eyaculación femenina existe, pese a lo que el gobierno de turno diga. Y el problema no es únicamente el estado de represión que conlleva en cuanto a sexualidad, sino la represión informativa que lleva hoy a esa mujer a no hablar de eyaculación femenina y llevará mañana a ese otro ciudadano a no protestar cuando vulneren su privacidad con la excusa de la lucha contra el terrorismo.
Dices: “Por la simple razón de que en pleno siglo XXI, en países que en principio consideramos desarrollados, sigue habiendo un sistema censor basado en el argumento de autoridad, sin ningún criterio demostrable para considerar qué es correcto y qué no.”
El criterio sí existe pero no todos son capaces de reconocerlo. No te das cuenta pero si todo fuera permitido la civilizacion se iría al carajo.
De acuerdo a tu posición tampoco el asesinato, las violaciones, el robo, etc. serían reputables eticamente porque a fin de cuentas ¿en base a que autoridad afirmamos su maldad?. La masturbación, tanto en varones como en mujeres, es una aberración porque atenta contra la naturaleza de la sexualidad.
Julio, ¿me estás comparando el asesinato, las violaciones, el robo, con la masturbación? Hombre, por favor…
Puede parecerte ético o no este tema, pero en todo caso NO debería ser penable. Por el simple hecho de que no hace mal a nadie, cuando lo anteriormente mencionado sí.
Y además, que ni siquiera hablamos de masturbación. Hablamos de eyaculación femenina, que se puede producir tanto en esa “aberración de la naturaleza” que tú consideras, como en las relaciones sexuales.
De lo que sí estoy de acuerdo es que tiene que haber un sistema de autoridad. Y ojo, que sistema de autoridad puede estar basado en el argumento de la sociedad, no en el de algún dinosaurio retrógado.
Está claro que necesitamos unos principios legales y judiciales que aseguren la vida en colectivo. Pero en él, la eyaculación femenina simplemente no entra. No debería entrar.
No entro al debate sobre la censura, pero te dejo 2 enlaces:
1
2
Buen aporte Pidal. Como siempre, cada tema tiene varios puntos por los que atacarlo. El segundo enlace es más “yo lo digo y punto”, pero al menos el primero es académico, y llegan a una conclusión relativamente parecida.
Ahora ¿quién tiene razón? En todo caso, considerar lluvia dorada el squirting es para matarles, xD.
Guau… cuantos tabús tenemos dando vueltas aún en el llamado mundo civilizado. No es posible, ni aceptable, comparar el crimen con las llamadas “aberraciones sexuales”. Esta rareza de la eyaculación femenina, porque no es un fenómeno que experimente la mayoría, es apenas una manifestación de la naturaleza y bendita la mujer que lo experimenta y aprende a disfrutarlo sin remordimiento. Desde el punto de vista de algunos habitantes de las cavernas, la mujer está para arrastrarla de los pelos, reprimirla y someterla a la ablación y a todo tipo de vejámenes.
Pero a donde va tu artículo, el tema de fondo es, ¿quienes son aquellos que toman decisiones por la mayoría? ¿son dioses superiores puesto aquí por el creador? Siempre cabe la famosa frase de “cada pueblo se merece sus gobernantes”. Y más cuando salimos a votar por ellos.
Cada día vemos más lo perverso e inconveniente de la concentración del poder y los intereses de grandes grupos que buscan el control absoluto imponiendo normas y leyes abusivas que buscan la consolidación de la sociedad uniformada con cualquier excusa.
Entonces cual es la propuesta: ¿el cifrado de la eyaculación femenina y las “rarezas” para que nadie las pueda explorar y el descifrado de las comunicaciones para que el gran hermano nos puedan vigilar?
Jajaja, buen debate, Fernando.
Me pareció un tema interesante para señalar como herramienta de control. A fin de cuentas, ¿qué hay más intenso que el conocimiento de nuestro propio cuerpo? Y sobre todo, ¿es posible tergiversarlo?
En este caso tenemos un claro ejemplo. Si un gobierno (o colectivo, o empresa,…) es capaz de tejer una muralla informativa tal que las víctimas son capaces de auto-castigarse por un don de la propia naturaleza, ¿qué no se puede conseguir?
A veces (y me incluyo) tendemos a defender causas más directas y actuales, para darnos cuenta que hay problemas todavía más acuciantes que solventar. Porque aquí ya no solo hablamos de información y de derechos digitales, sino de conocimiento humano y de exclusión social.