broadcom


Este que ve en la foto (cortesía de Evan Vucci de AP, por cierto) es Hock Tan, CEO de Broadcom. El que está detrás sujetándole para que no se vaya supongo que ya lo conoce…

La razón de la imagen, eso sí, quizás se le escape, pero aquí me tiene para sacarle esa incertidumbre: Broadcom, una compañía estadounidense comprada en 2015 por Avago (EN/otro de los gigantes del mundo de los chips) ha decidido moverse de Singapur (la compañía heredó la marca de la comprada pero con la estructura legal asiática) a EEUU.

¿Y qué puede llevar a una compañía de hardware a decidir irse de Asia, principal fábrica del mundo en los últimos cincuenta años, a América, donde la mano de obra es más cara? 

La estrategia a futuro. Una OPA que ya ha sido presentada, por un valor superior a los 100.0000 millones de dólares (que se dice pronto…), y que tendría como objetivo hacerse con Qualcomm (EN). Con la competencia, para que nos entendamos, que para colmo está estos días finalizando la compra de NXP (EN), el cuarto en discordia.

Resumiendo: Si al final los reguladores les permiten llevar a cabo la compra (y con la jugada de irse a EEUU tiene toda la pinta de que así será) el mercado de microprocesadores para dispositivos móviles pasará de un plumazo a ser un monopolio. Donde antes había cuatro compañías, ahora habrá solo una. La siguiente, a años luz de los más de 200.0000 millones de dólares que sería el valor estimado de este nuevo mega-gigante.

Eso el mismo día que Intel y AMD anuncian una alianza (EN) para desbancar a NVIDIA. Yo este mundo cada vez lo entiendo menos :).

La deslocalización de Asia

Ayer Pedro Cifuentes (ES), que de esto de hardware entiende bastante más que un servidor, me alertaba a primera hora con una imagen sacada del periódico de la mañana.


Y creo que el tema da para hablar de dos puntos principales. El primero, que ya adelantaba al principio de la pieza, es la posición de enorme presión que está ejerciendo Estados Unidos, con la recuperación del lema de campaña Make America Great Again” (ES) de Reagan por parte de Trump, y toda la política en pos de defender el producto patrio en la que hasta el momento es la potencia mundial de servicios digitales, frente a lo que hasta el momento parecía El Dorado de cualquier multinacional del hardware: irse a Singapur, con unos niveles impositivos, una cultura económica y un acceso a perfiles tecnológicos difícilmente superables.

Ya comenté en su día el cómo en la batalla tecnológica Europa se había quedado en tierra de nadie, siendo EEUU el diseñador y Asia el productor, y lo mismo estamos ante las puertas de un cambio de era en la que EEUU recupera la batuta del hardware (recordemos que Silicon Valley y la zona de Seattle fueron en su día centros neurálgicos de la explosión del silicio y la metalurgia) y con una China, afianzada en la comodidad de un comunismo hiper-proteccionista, liderando el futuro del software (inteligencia artificial, machine learning).

Algo que intentaba dibujar por esta misma santa casa hace ya algo más de un lustro. Producir en Europa o en EEUU sale, a todas luces, más caro que hacerlo en Asia. Y sin embargo, es probable que con la llegada de la automatización y con el apoyo de políticas proteccionistas esto vuelva a ser la tónica del sector.

Lo está consiguiendo (a su manera) Apple con los Mac Pro después de cinco años de dimes y diretes, así que ya no sé qué esperarme.

Made in America

Pero lo que de verdad me interesa del asunto es el impacto que puede tener esto en la ideosincrasia de toda la industria tecnológica.

Para empezar, la subida de un 12,71% en las acciones de Qualcomm tras conocerse la llegada de su competidor a EEUU es un ejemplo de cómo la economía actual se mueve por derroteros que difícilmente son sencillos de comprender en primera instancia.

Y es que Apple ya había amenazado con abandonar su dependencia en chips de los chicos de San Diego, apostando presumiblemente por Intel o MediaTek como productores principales.


Si se ultima la compra, esto pasa a un segundo término, habida cuenta de que (casi) todo queda en casa. Broadcom es proveedor de chips de WiFi y bluetooth (sin ir más lejos, el iPhone X tendría entonces hasta 6 chips (EN) de la empresa resultante), y esto abriría las puertas a renegociar las condiciones.

Por otro lado, rebaja la presión que ya existía en la industria con la ralentización de la tecnología de miniaturización utilizada en los microprocesadores. Habrá menos competencia, ergo menos necesidad de bajar nanómetros, de incluirles funcionalidades extra y de tener que seguir el ciclo de presentaciones que la industria móvil estaba demandando (prácticamente uno o dos al año).

Algo que a todas luces iba a explotar en algún momento, y que de seguro vendrá dado con este movimiento.

En fin, que hay nuevo rey en Poniente. Ahora falta ver cuál será el precio a pagar por el consumidor final.