clubhouse no es para mi

Mira que lo he intentado, de verdad.


Estuve probando en su día Twitter Spaces, y desde hace cosa de una semana lo he intentado bastante con Clubhouse.

A priori, la idea me parece magnífica. Chats en directo solo vía voz al más puro estilo podcast o tertulias de radio.

El diablo, sin embargo, está en los detalles.

Así que nada. No consigo que me convezcan.

¿Las razones?

Me explico.

El formato en audio y sus aplicativos

Seguramente esto, con el paso del tiempo, cambiará. A fin de cuentas, murallas más altas han caído en el pasado. Mira si no, por ejemplo, los audios en aplicaciones de mensajería instantánea, que he odiado hasta la muerte… y no hace mucho hasta defendía.


La cuestión es que al menos un servidor asocia el contenido en audio como ese tipo de contenido que es fácil de consumir en ratos libres mientras haces otras cosas.

De hecho, ya lo he dicho en más de una ocasión, que quien escribe estas palabras escucha mucho podcast a diario. Prácticamente todo el tiempo que estoy fuera de casa lo estoy con unos cascos puestos. Y, teniendo en cuenta que salgo a correr cada mañana, y que tengo un perro de 45 kilos al que tengo que sacar tres veces al día, para alguien que trabaja desde casa, como comprenderás, paso bastante tiempo fuera.

Si le echo un ojo a la media de kilómetros recorridos semanales que me chiva mi smartwatch, ando entre los 90 y 100 kms. En torno a las 2 horas 30 de caminar o correr por el campo cada día. Horas que, sí o sí, paso con unos cascos puestos.

Por ello, parecía lógico pensar que podía cambiar mi aplicación de música o la del podcast por algo como Clubhouse. Entrar en alguna sala en la que estuvieran hablando sobre algún tema que me motiva, y seguir la conversación, aunque fuera sin aportar nada, mientras voy a lo mío.

Y aquí viene el principal problema que les veo. Que estos servicios no están diseñados para ser consumidos mientras haces otras cosas.

Las conversaciones no formales requieren mayor concentración

Y esto entra en conflicto con mi interés de tener algo ahí en segundo plano, que me entretenga, pero que no me moleste.

Cuando consumimos contenido que previamente está guionizado, ya sea de forma tácita (algunos podcast, por ejemplo), ya sea porque en efecto hay un guión marcado (la música y buena parte de los programas de radio, además de cada vez más podcast), hacer el seguimiento de ese tipo de contenido se me antoja mucho más sencillo.


No es casualidad, vaya. Hay más orden, incluso aunque estemos ante una tertulia entre varios pregrabada, y por tanto requiere que estemos menos concentrados en lo que se dice.

A esto júntale el que, de nuevo, por el simple hecho de ser contenido pregrabado, la música, los podcast e incluso la radio (aunque sea en directo, hay detrás un equipo de producción), suele tener mayor calidad de audio, y por tanto menos ruido ambiente, lo que facilita aún más el seguimiento de lo que sea que se esté hablando.

En la mayor parte de salas en la que he estado en Clubhouse o espacios de Twitter se fomenta activamente las conversaciones no formales. El que los que tienen capacidad de hablar, conversen, y surjan, con mayor o menor acierto, los temas conforme se produce el debate.

Puede que haya guión o no, pero al no haber pregrabación (y por tanto más moderación que la de invitar o no a según qué participantes), unido a que la mayoría habla directamente con el micro del smartphone o los cascos que lleva, produce charlas que pueden ser tanto o más interesantes que la de cualquier programa de radio o podcast, pero que me requieren mayor concentración para seguirlas.

Y si a eso le sumas los esperables dejes que tenemos cada uno al hablar, los silencios, las dubitaciones… Pues más ruido, a fin de cuentas, que complica el seguimiento siempre y cuando, como decía, estés a otras cosas.

Que ahora que lees esto me puedes decir que, en efecto, la idea de estos servicios no es consumirlos en segundo plano, sino que sean tu principal actividad.

Pero es que, sinceramente, para eso ya tengo el contenido audiovisual.


Si quiero estar centrado en un contenido, prefiero que este vaya acompañado de imagen, y no mirar hacia la pared mientras escucho lo que un grupo de personas dice en una sala de Clubhouse.

Y pese a todo, sigo defendiendo que hay un espacio para este tipo de servicios

Lo que no quita que me parezcan una gran alternativa, y que probablemente hayan llegado para quedarse.

Eso sí, probablemente Clubhouse no sea quien se lleve el gato al agua, viendo que, como ya va siendo habitual estos últimos años en “la innovación” de las grandes plataformas sociales (nótese la ironía), nada más que despunta una nueva startup, ahí está Facebook, Twitter y compañía clonando su funcionalidad e integrándola en sus plataformas ya ampliamente establecidas en el mercado.

Pasó con Snapchat, está pasando con TikTok, y como todos sabemos, pasará con Clubhouse nada más el ecosistema Facebook (Facebook, Messenger, Instagram, WhatsApp) saque sus propias salas de audio.

O consiguen comprarla, o le parasitan lo que la hacía única.

A esto se han dedicado los californianos de Silicon Valley en los últimos años.

Sea como fuere, entiendo, no obstante, que haya muchos a los que este tipo de servicios les han seducido.

Pero como decía, sigo sintiéndome más cómodo, al menos para el uso que le da un servidor al contenido en audio, con apps de podcast, con apps de streaming de música, y hasta con la inmortal radio.

Porque ahí hay una escaleta planificada. Porque la calidad del sonido es siempre aceptable. Y porque esto hace que me resulte más sencillo seguir el contenido.

Aunque no pueda participar. Aunque esté ante una comunicación puramente unidireccional.

Cosa que, por otro lado, hasta agradezco mientras estoy corriendo por el campo.

Disclaimer: Va a ser interesante leer esta pieza dentro de unos años y con suerte llevarme la contraria…

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