Estos días supongo que muchos estáis haciendo lo mismo que un servidor: Cada tarde abro mi cuenta de Epic para hacerme con el juego gratuito del día.
Un juego que muy probablemente no jugaré nunca.
La situación es tan absurda como que tengo el portátil (Windows) en el despacho solo para esto. Ahora trabajo ya desde el Mac Mini, y con él puedo hacer todo… menos conectarme a Epic una vez a la semana para hacerme con el o los juegos gratis que toquen, y en estas fechas a diario con la oferta de Navidad.
Y ojo, que no hablamos de malos títulos. De hecho hay varios Triple A e Indies a los que le tenía bastantes ganas. Pero ahora que los tengo ya en la biblioteca, como que pierde la gracia. Eso y que también hay que sacar tiempo para disfrutarlos. Nuestro bien más valioso.
Esto es el cáncer de lo gratuito. Que pierde valor, y es un regalo envenenado:
En vez de alegrarme por tener ahora la posibilidad de disfrutarlo, me carga la responsabilidad a mi de que no lo haga.
Antes el problema era la barrera de entrada económica. Ahora el problema soy yo. Mi tiempo.
Lo tengo más que demostrado.
Mi cuenta de Steam, y cada vez más la cuenta de Epic, de Origin, de Ubisoft…, son vertederos de ese síndrome de diógenes digital que todos, de una u otra forma, sufrimos.
Para disfrutar de todo el contenido que tengo en estas cuentas necesitaría varias vidas. Y esa presión por saber qué elegir hace que al final no elija nada.
Soy un jugador de pacotilla. Un poser gamer.
Y me pasa lo mismo con el cine.
Pese a que nunca he jugado y consumido tanto contenido.
Mete en la ecuación las suscripciones
Esto, por supuesto, las compañías que están detrás lo saben, y han jugado bien sus cartas para impulsar el movimiento adecuado en la industria: las suscripciones.
Actualmente, y que me de cuenta ahora mismo sin contar las suscripciones a herramientas de trabajo (Office365, Adobe Suite, GSuite…), por casa estamos suscritos a:
- Netflix: la cuenta top, es decir, unos 18 euros al mes.
- HBO: Me lo meten directamente en la factura telefónica, pero deben ser unos 10 euros al mes.
- Disney+: Súmale otros 8 euros al mes.
- Amazon Prime Vídeo: Difícil separarlo del Prime que por casa utilizamos mucho, pero al final estaríamos hablando de unos ¿4 euros al mes?
- Apple TV+: Por ahora con la cuenta de un año incluida, que ya veremos si renuevo o no.
- Game Pass: 12 euros al mes (aunque realmente pago el anual y así me ahorro).
- Apple Arcade: 5 euros al mes (aunque también he pagado el anual).
- iVoox Premium: Porque un servidor también escucha mucho podcast.
De lo malo hace poco paré el online de la Switch, y tiene pinta que haré lo mismo con Apple Arcade y con Disney+, porque sinceramente en todo este tiempo habré dedicado quizás ¿3-4 horas? al contenido que me ofrece su catálogo.
Porque esa es otra. Ahí tienes a gigantes como Netflix o el Game Pass que te dan tanto (y de forma tan abusiva) que es difícil hacerles caso al resto de servicios. HBO, por poner un ejemplo, es increíble, pero solo mientras hay alguna serie que te llama la atención.
Que al final entra en juego el miedo a perderte algo. Ese fear of missing out que, de pronto, te puede sacar de una conversación con unos amigos o familiares.
Ah, ¿que no has visto el final de la segunda temporada de The Mandalorian?
Ahí se acaba la conversación.
¿Pero no le has dado aún al Cyberpunk2077?
…
Que en la actualidad, el cine y los videojuegos son cultura. Al menos ese tipo de cultura accesible que da sentido a la Cultura (con mayúsculas) de nuestra sociedad.
El problema es que tenemos un tiempo finito. 24 horas al día, que se quedan en unas 14 útiles, y según el caso, en unas 2 o 4 realmente libres.
¿Qué sentido tiene?
Esa misma pregunta me hago yo.
De cara a las compañías, como comenté, toda la del mundo.
El modelo de negocio es el mismo que el de los gimnasios: ofreces algo a riesgo de transformarse en commodity, a sabiendas que por ser commodity la mayor parte de tus clientes lo van a infrautilizar.
Es decir, que al dilapidar el precio del servicio (si tenemos en cuenta el catálogo disponible), te aseguras unos ingresos constantes y un gasto en recursos y mantenimiento (servidores) muy inferior al que tendrías si el cliente pagase por el producto.
El problema viene cuando te pones del lado del cliente, ya que ese acceso casi ilimitado acaba haciendo que lo infrautilices. Y pese a todo, fear of missing out y tal, sigues ahí mes tras mes, día tras día, bien sea pagando, bien sea como un servidor conectándome a la cuenta de Epic para meter en mi biblioteca el juego de turno.
Contenido, a fin de cuentas, que muy probablemente no vaya a consumir jamás.
Es tan absurdo que duele.
Y en cambio, lo seguimos haciendo.
Benditos problemas del primer mundo…
Si con 10 años me hubieran dicho que iba a tener acceso a un 10% de lo que tengo ahora habría flipado. Habría pensado que en el futuro iba a ser rico.
Y aquí estamos, con docenas de juegos cogiendo polvo por falta de tiempo jajaja.
En los 80-90 poder tener tener más de un juego nuevo al mes era cosa de “ricos”. A mí me compraban uno en el cumpleaños, otro en navidades y poco más, el resto era alquilar y aprovechar alguna oferta puntual o cambiar con compañeros. Ahora tenemos acceso a tantas horas de ocio que nos paraliza la decisión.
Acabo de recordar, gracias a tu post, que un día hace unos meses compré el Blade Runner en GOG y ni lo he abierto, es el momento de que eso cambie
Totalmente Iván. Es increíble, la verdad. Y fíjate que ahora el problema ya no es económico, sino de tiempo. Que casi jode más jajaj.