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La semana pasada impartí un webinar para los chicos de eCommaster sobre riesgos digitales.


En apenas una hora estuve hablando de las cuatro tipologías de contenido que se puede posicionar en Internet, de los cuatro pilares de la Presencia Digital Sana, y en definitiva, de varios de los elementos que creo que hoy en día son necesarios para enfrentarte a los riesgos informáticos, haciendo mucho hincapié en el factor humano (el principal vector de ataque y el elemento de la cadena más débil).

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Como suelo hacer en todas mis formaciones, primero hago un acercamiento al tema desde el punto de vista de la actualidad del momento, comentando varios casos recientes. Y en este caso arranqué el webinar hablando de la crisis reputacional que está estos días sufriendo Activision Blizzard.

¿Que no sabes de qué estoy hablando? Pues sigue leyendo.

Blitzchung y el baneo de Activision Blizzard

Hace un par de semanas se celebró el Hearthstone Grandmasters de Asia-Pacífico, un torneo de eSports en el que resultó ganador Chung Ng Wai, más conocido como Blitzchung, y que encabeza este artículo.

Y en la entrevista pospartida que le hicieron al bueno de Chung no se le ocurrió otra que aparecer con una máscara de gas semejante a la que están usando actualmente los protestantes de Hong Kong para eludir la identificación biométrica policial y gritar un claro y conciso:


«¡Liberad Hong Kong, la revolución de nuestra era!»

Ya lo hemos comentado por estos lares, pero si no estás al tanto de en qué situación se encuentra hoy en día Hong Kong, yo te la cuento.

Básicamente la zona es un ejemplo de «democracia» (a la asiática, pero democracia a fin de cuentas) dentro de un país comunista (un comunismo capitalista, pero comunismo a fin de cuentas) como es China.

Desde que Hong Kong consiguiera su independencia del imperio británico y se anexionara a China, ha gozado de una serie de libertades que les permitían, en efecto, operar casi como un país con entidad propia. Ellos eligen mediante voto a sus representantes, y cuentan con su propio sistema judicial.

Una situación que, como es normal, a la China continental le molesta. Máxime a sabiendas de que Hong Kong es un caso de éxito a seguir a nivel económico (que justo una zona de tu territorio que no está supeditada a tu control directo sea la que mejor representa la nueva economía del continente es de todo menos recomendable para mantener el estado dictatorial).

Hace cosa de tres meses China, que ya controla más de la mitad del Parlamento hongkonés, se sacó de la manga una nueva Ley de Extradición (ES), que entre otras cosas, le permitiría extraditar fugitivos del régimen en Hong Kong a la China continental.

Y esto ha sido la gota que ha colmado el vaso, llevando a cerca de un millón de ciudadanos a las calles en una serie de revueltas que hoy, varios meses después, siguen presentes.


Pues bien, Blizzard, al conocer la situación hizo rápidamente un comunicado (EN) en el que avisaba que le había quitado el premio a Chung, y que además este quedaría inhabilitado durante un año para poder participar en otros torneos.

Una decisión que, ojo, se basa en la normativa previamente escrita sobre participación en este tipo de torneos (no se ha inventado nada para la ocasión), pero que por supuesto ha sido visto por buena parte de la industria, jugadores incluidos, como un nuevo ejemplo de la censura ejercida desde Shangai.

desplome bolsa blizzard

En el webinar les preguntaba entonces que qué impacto creían que había podido tener esta decisión en las arcas de la compañía.

Y para ejemplificarlo les compartí esta diapositiva superior en la que puedes observar cómo en apenas dos días las acciones de la compañía perdieron un 4% de su valor.

Esto, para una compañía valorada en miles de millones de dólares, es MUCHO dinero perdido. Muchísimo.

Y no solo eso. Porque desde entonces estamos viviendo una oleada de movimientos que llaman a boicotear a la compañía (ES). Con cientos de personas subiendo a redes sociales vídeos en los que eliminan sus personajes, dan de baja su cuenta o alientan a otros jugadores a pasarse a los juegos de la competencia.

Un movimiento aparentemente correcto (Blizzard ha aplicado la normativa de participación a un torneo) les está afectando reputacionalmente a un nivel que resulta realmente complicado llegar a predecir a medio/largo plazo.


Es, de facto, un ejemplo de cómo lo que diga o haga la compañía puede tener consecuencias económicas directas.

China, EEUU, y la presión económica como arma

De un tiempo a esta parte estamos viendo cómo las grandes potencias mundiales están utilizando su soberanía económica como arma geopolítica.

El EEUU de Trump y la China de Xi Jinping son hoy en día noticia continua de cómo, sabedores de la importancia que tienen a nivel económico, dictaminan la estrategia política utilizando su posición como herramienta de desgaste.

Estos días un simple tweet de Daryl Morey, general manager de los Rockets (un equipo de baloncesto de la NBA) apoyando las protestas de Hong Kong ha hecho que, en cuestión de horas, los Rockets hayan perdido al menos dos patrocinadores principales, y que incluso los partidos de la NBA se hayan prohibido en el país al romperse, entre otros muchos acuerdos, el que tenía la NBA con Tencent Sports (la empresa que retransmite los partidos) valorado en más de 1.500 millones de dólares (ES).

Un simple tweet que fue eliminado por el propio Daryl apenas un par de horas más tarde.

Hace una semana ocurría exactamente lo mismo con Apple, que ha sido forzada a pasar por el aro del gigante asiático y eliminar de su App Store un app de mapas (HKMap (ES)) que algunos manifestantes en Hong Kong estaban utilizando para coordinarse fuera del alcance de los tentáculos opresores del gobierno.

Para Apple, y en definitiva para cualquier gran empresa (Activision Blizzard incluida) triunfar en China es vital para que sus cuentas salgan. Cada mes, la compañía de la manzana gana allí ingresos por valor de más de 3.000 millones de dólares, que se dice pronto.

Con Google pasó lo mismo hace un año (ES), después de que nos enteráramos de que tras el intento en un par de ocasiones de irrumpir con fuerza en el gigante asiático, estaba desarrollando otro navegador exclusivo para China que sería «gestionado» (es decir, censurado) directamente por el ministerio de la verdad a cargo del gobierno.

Sin olvidarnos de Taiwan, que oficialmente se declaró país hace ya unos cuantos años, y que pese a todo, casualmente ningún sistema operativo la muestra como país al seguir China considerándola una provincia más de su república.

Que para hacer negocios en el gigante asiático es necesario que la compañía de turno no haga referencia alguna a Taiwán como país. Y esto aplica a la usabilidad de todos los formularios con los que cuentan nuestros servicios digitales, pero también a algo tan nimio como es que, de hecho, en la última versión de iOS/iPadOS la bandera de Taiwán ya no exista como emoji.

Una guerra ideológica que encuentra en la economía el mejor Caballo de Troya posible.

A fin de cuentas, si las propias herramientas que utilizamos en el resto del mundo para comunicarnos no nos permiten informacionalmente expresar algo, a efectos prácticos es una manera muy sutil e inteligente de colonialismo cultural.

Ya lo decía George Orwell en referencia al doble pensar de la sociedad de 1984:

Si le privamos a un concepto de su palabra, a efectos prácticos su significado ya no tiene sentido.

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