Monitorizacion gubernamental


Al hilo del artículo que publicaba el jueves pasado sobre la posibilidad de que el gobierno de Cameron estableciese como obligatorio un sistema centralizado de monitorización de la red en todas aquellas páginas de contenido adulto, se generó un interesante debate, principalmente por Google+, sobre el papel del gobierno a la hora de gestionar los límites a los que los usuarios de la red estarían expuestos.

Y curiosamente tenía a principios de la semana pasada otro debate semejante con algunos compañeros con diferentes puntos de vista, alineados, como cabría esperar, a diferentes movimientos políticos.

Porque lamentablemente hablamos de gestión ciudadana, ergo de política, y por tanto, con una fuerte dependencia de la subjetividad. Según hacia el lado que cojee uno parece que cobra más sentido una u otra alternativa.

Por ello, me ha parecido interesante que dediquemos este artículo a hablar «sin pelos en la lengua» de qué opción de las comentadas a continuación sería más rentable para una sociedad globalizada. Que cada uno de ustedes de su punto de opinión al respecto, de una manera civilizada, en pos de encontrar un debate donde cualquier comentario tenga cabida siempre que se haga desde el respeto.

¿Debería el gobierno (o los estamentos oportunos) controlar los límites a los que el usuario tiene acceso en la red?

Básicamente hay cuatro opciones:

  • El propio gobierno (o un órgano vertical) debería velar por los intereses del ciudadano: No tanto cohibiendo sus libertades, sino asegurando la seguridad global de la nación. Para ello, recurriría a sistemas fuertemente privativos, que aseguraran la legitimidad y privacidad de los datos de los ciudadanos, pero que permitirían en esencia generar alertas para evitar acontecimientos que pudieran poner en peligro el statu quo de la sociedad. Y quizás el mejor ejemplo es el uso de troyanos por fuerzas del orden previo permiso del orden judicial, o la implantación de crawlers semi-inteligentes en busca de hashes de archivos marcados de antemano como de contenido pederasta. Esto, en principio, y presumiendo que no hubiera intereses cruzados, generaría un sistema muy robusto y controlado, donde la seguridad nacional y del ciudadano estuviera garantizada.
  • Una institución, que no dependiera directamente del gobierno, centralizaría la información y gestión de esa información, pudiendo ser esta consultada en cualquier momento por cualquier ciudadano (y con las medidas de privacidad oportunas, claro está): El funcionamiento es semejante al anterior, con la salvedad de que el poder recae en una organización (habría que ver si pública, privada o mitad-mitad) que no tiene lazos directos con el gobierno, y que representa a efectos prácticos a la sociedad. Se me ocurre que quizás lo más parecido que tenemos hoy en día es la gestión de los certificados SSL, gestionados por un conjunto limitado de empresas que garantizan que la información que pasa por esos servicios se hace de forma anónima.
  • La autogestión y autoregulación de la red: Son los propios ciudadanos, mediante las herramientas y plataformas oportunas, los que gestionan el buen devenir del mundo digital, y alertan al poder ejecutivo cuando alguien o algo está entorpeciendo su buena voluntad. Para ello, se podría proponer sistemas de doble circuito, abiertos (filosofía open source) y mantenidos por fondos públicos (no regulado por estos), en el que un conjunto de denuncias al mismo usuario o al mismo elemento de la cadena lanzara una alerta que fuera gestionada por otro grupo aleatorio de usuarios (incentivados quizás por un sistema de gamificación o premio, abierto a cualquier interesado), y según la decisión de muchos de estos, si procediera, se informara al órgano judicial adecuado. Quizás lo más parecido que tenemos hoy en día son plataformas de contenido como Reddit o Menéame, basados en el karma, en el que «muchos ojos son en suma más eficientes que unos pocos«.
  • Internet como una parte no separada del mundo real, y por tanto, susceptible a las mismas mecánicas que este: La idea detrás de esta alternativa es que no hay diferenciación alguna entre mundo físico y mundo real, y por tanto, no es necesario gestionar de forma diferente uno u otro. La legislación irá evolucionándose para adaptarse a los nuevos medios, pero ya contamos con las medidas oportunas para legislar el mundo digital basándonos en la legislación del físico. Así es como hoy en día (en principio) funciona el control de las denuncias en redes sociales. Una persona (o un grupo de personas) denuncian mediante los sistemas habilitados por la empresa de turno (Twitter, Google, Facebook,..) una actuación ilegal por parte de otro usuario, y esta compañía delega en las autoridades del país la respuesta.

Ahora nos toca a nosotros

Expuestas las cuatro alternativas (si cree que me he dejado alguna, por favor, hágamelo saber), falta que cada uno de nosotros demos nuestra opinión.

Y para actuar con el ejemplo y no enturbiar el carácter objetivo de este artículo, será un servidor (si no se me adelanta nadie) el primero en hacerlo, dando mi opinión personal en la sección de comentarios. Si usted está leyendo esto desde un soporte (¿RSS quizás?) que no le muestra el contenido de los comentarios, por favor, entre en la página para seguir leyendo el debate y anímese a participar.


Me gustaría sobre todo que compartiera este artículo con personas que piensan distinto a la propuesta de un servidor, ya que entiendo que seguramente si usted me lee asiduamente, será porque hasta cierto punto tiene una postura parecida a la mía.

Que aquí nada es blanco ni es negro. Cada alternativa tiene sus pros y sus contras, que habrá que estudiar en profundidad con la óptica compleja de la realidad y la problemática de la sociedad del siglo XXI.

[Tweet «A debate: ¿Debería el gobierno velar por la seguridad controlando lo que se hace en la red?»]

¿Se anima?