Internet se creó como un modo de conectar de forma remota grupos de trabajo en diferentes universidades. Es decir, el objetivo de internet ha sido desde un principio la comunicación entre personas.
Con el auge de las TIC, y en especial, de las redes sociales, este hecho ha pasado a un primer plano. La comunicación por internet se ha democratizado hasta el punto de que cualquiera, sin apenas conocimientos tecnológicos, es capaz de utilizar el medio para realizarla.
Ahora bien, la cosa empieza a mosquear cuando te das cuenta que en 2013, el 61,5% del tráfico mundial estaba siendo realizado por bots. Porcentaje que ha ido aumentando año tras año.
Que cada vez con más acierto, un algoritmo puede engañar a una persona haciéndose pasar por humano, e incluso realizar labores en principio destinadas a una mente pensante, como es el hecho de escribir historias o realizar análisis de estrategia corporativa.
Si es ahora por primera vez en la historia que tenemos la capacidad suficiente de comunicarnos en tiempo real con cualquier persona en casi cualquier parte del mundo, ¿qué nos lleva a desarrollar sistemas que automaticen este trabajo?
La vagancia, dirán algunos, y razón no les falta. Somos vagos por naturaleza, y sabedores de que una máquina es capaz de realizar acciones monótonas y repetitivas con mucha más eficiencia (y para colmo sin quejarse) ¿Por qué no deberíamos automatizar todo lo que nos aburre?
Pero es entonces cuando llegamos a casos como los que quería que tratásemos hoy. Entiendo que queramos automatizar lo aburrido y repetitivo, pero ¿es necesario que automaticemos la comunicación directa? Pongo varios ejemplos para contextualizar el debate.
Esa felicitación impersonal, firmada por el amigo de turno, que te llega a las 00:01 del día de tu cumple, ya sea por Facebook o por Google+. Un “Pepito te desea que cumplas muchos más“, y ale, un Me Gusta.
O su homólogo con el nuevo año.
También están los clásicos MPs automáticos y pseudo-personales que recibes en tu cuenta de Twitter cuando empiezas a seguir a alguien:
–¡Oye Pepe, que muchas gracias por seguirme!
¿De verdad aportan algo? Es más, ¿no están restando?
¿Qué lleva a una persona a automatizar una respuesta que se hace por cortesía personal? ¿La presión social? ¿A ese punto hemos llegado?
A lo que voy con la entrada es que la ética en las TIC no afecta únicamente a los desarolladores de productos, sino también a los usuarios. Que se pueda hacer, no significa que haya que hacerlo. Así de simple, así de sencillo.
Con acciones como estas perdemos ese aquel que ofrecía Internet. Intermediamos la comunicación de forma absurda, delegando contactos que se esperaban personales. La gratuidad del Me Gusta, del +1, hace que previsiblemente internet sea cada vez un lugar más hostil para las personas, menos social.
Y es curioso que esto ocurra justo “gracias” a la sociabilidad digital.
Tiene una lectura aún más nociva, y es que con ello desacreditamos el valor diferencial de este medio en favor de aquellos menos (supuestamente) evolucionados. Compartimos cada vez más en privado lo que de verdad nos interesa, y delegamos en servicios automáticos el resto.
Hay un juego lamentable de querer estar y no querer “perder el tiempo” en hacerlo realidad que va poco a poco matando el objetivo inicial de la red.
En poco tiempo, estas respuestas automáticas de cortesía serán recibidas directamente por otro automatismo, que cuantificará nuestro éxito a razón del número de RSH, RT, +1, Me Gusta, Pines y demás intermediadores digitales.
Una red de personas… que no son personas. Unos perfiles sociales dirigidos por robots, que conforman una identidad supeditada, nuevamente, a la autoría del algoritmo, a la terrible sencillez de (ir)raciocinio de una máquina.
No hay culpa en este hecho, como tampoco la habrá en caso de que a la máquina se le crucen los cables. Una inteligencia artificial que gestiona a su manera nuestra identidad digital, nuestra personalidad entre el resto de identidades digitales, también en mayor o menor medida dirigidas por otras IAs. Una IA aún en pañales, peligrosamente dependiente de su programación básica, y por ende, incapaz de comprender los complejos entresijos de nuestra humanidad, de aquello que nos hace humanos.
Que oiga, quizás en ese momento dejemos de mirar la pantalla y hablemos directamente con nuestra pareja, familiares o amigos.
Lo mismo hasta acaba por ser bueno y todo :).
Sí, la verdad es que el tema de los bots es lo que más me ha alejado de redes como twitter (que sí, que sé que los hay en todas partes, pero en twitter ya es por demás).
Una vez, por cierto, imaginé una especie de distopia sobre este asunto, a modo de relato muy breve:
http://luistarrafeta.com/2012/01/31/un-chejov-a-medida/
Un saludo!
Muy buen artículo Luis, me ha encantado.
Si te fijas, no es tan distópico como apuntas. Con bots generando libros y noticias raro sería pensar que ya no hay alguno dándole el suficiente sentido para generar arte, aunque sea por pura probabilidad.
El caso de Twitter es preocupante, sí. Y lo dice uno cuya actividad está también supeditada a servicios de terceros, que programo por la mañana y “publico” durante todo el día. Que lanzo tweets que tiran de una lista predefinida,… Eso no quita que esté todos los días por allí, y que responda a dudas y genere conversación, pero no todo sale de mi puño y letra en ese mismo momento.
El tema bots en redes sociales llega a ser tremendo en redes como twitter, tal como dice Luis. El hecho de automatizar contenido, respuestas, favoritos, DMs, #tuitutil y demás automatismos que sufrimos a diario hacen más daño a la propia red y a los usuarios de lo que pueda parecer.
A mi el que se me presenta mediante un DM tras empezar a seguirle se tiene ganado el unfollow, anteriormente le respondía pero no sirve de nada y pierdo el tiempo en dar unas explicaciones a alguien que se comporta como un bot.
Lo comentaba recientemente por Google+ (seguro que incluso tú RaMGoN estabas metido en el debate). No es la primera vez que me encuentro con cuentas que te dan follow. Les das tú el follow, te envían el DM de bienvenida, y al intentar contestarles, te das cuenta que te han dado el unfollow, jajaj.
En fin, que supongo que vendrá de personas que creen que los números son la única variable importante de una red social. Lo de socializar y humanizar el mundo digital es del siglo pasado, :P.
La verdad que es un abuso lo de los bots y es cortante cuando recibes esos mensajes pienso que habría que encontrar el equilibrio entre lo automático y lo real por que realmente es fastigoso y cansino a mi personalmente me gusta poco cuando se nota que te contesta un robot. Y si en Twitter la gente abusa demasiado de los automatismos…
A tí y a todos Dyanetwork. Y es lo que me sorprende, porque todavía se usan de forma masiva. Creo que tienen un espacio en depende qué ámbitos, como comentaba en el artículo, para cubrir labores repetitivas.
Pero por más que lo miro no le encuentro sentido en automatizar labores personales de cortesía. Precisamente en ese momento es cuando esperas que la persona esté detrás. Para el día a día, pues como si funciona en automático.
Y creo que tampoco pasaría nada si se nos olvida. En el caso por ejemplo de felicitar el cumpleaños, podemos recurrir sin problema a un recordatorio en Calendar, y luego hacerlo de forma manual nosotros, como debe ser.
Me acabó de dar cuenta de que me han ocurrido cosas que no se si harían mejor un bot o una persona.
El viernes la cajera de un supermercado me cobro doble un sobre de café y hasthoy en día que consulto mi estado de cuenta de mi tarjeta de débito me percato T_T.
Un respaldo de la base de datos de mi trabajo que realizó cada inicio de mes, se lo deje a mi compañero ya listo solo para grabar en DVD’s, de hecho solo tenía que grabar el segundo disco, lo hecho todo a perder y entregamos tarde ese respaldo X_X.
Por eso ya hago ese backup personalmente y lo de mi cobró doble, no lo puedo reclamar pues no tengo el ticket a la mano, pero para la siguiente, estaré más al pendiente.
Ahí es donde un automatismo entra. Exacto Jesús. En mi caso las copias de seguridad las tengo programadas para todos los domingos, y el mismo se encarga de borrar la primera y mantener varias copias de diferentes fechas, por lo que en la práctica todo funciona en remoto.
Para eso sí creo que deberían estar los automatismos. En el caso de la cajera, pues llevamos ya tiempo con el ojo puesto en el sector servicios, y precisamente la figura de la cajera no se ha quitado todavía porque la sociedad espera un trato humano a la hora de pagar, con sus ventajas, y también, como comentas, con sus inconvenientes.
Supongo que en algún momento habrás usado una de esas máquinas en los supermercados de “Pague usted aquí”, y si lo has hecho, te habrás dado cuenta de lo poco optimizadas que están. Acabas tardando normalmente más que esperando una cola…