Dicen en mi tierra que cuando el río suena agua llueva, y nada más lejos de la realidad. Hablábamos hace poco de Netflix, esa compañía que nació como un intermediario facilitador de contenido audiovisual a la carta, y que en estos escasos años de vida está acaparando la industria audiovisual, atreviéndose incluso a ser un protagonista generador.
Y el otro día, os hablaba nuevamente de la imperiosa necesidad de conquistar el televisor, ese aparatito (aparatazo en otros casos) que muchos tacharon de muerto, y que aun así sigue siendo amo y señor del salón.
Pues bien, hoy toca tratar de nuevo el tema, justo donde lo dejamos en este último artículo, y que a raíz de un proyecto de integración de segundas pantallas con el visionado audiovisual, os decía:
Sí veo una simbiosis real de interfaces, y una comunicación que se hace de forma transparente para el usuario. Extrapolar esto a ese intento de actualización de la mayoría de portales televisivos, y tendríamos una nueva época dorada del televisor (que no sería más que una pantalla de ordenador).
Pues dicho y hecho. El principal inconveniente con el que nos encontramos hoy en día es que la mayoría de televisores inteligentes, o dispositivos que hacen inteligente la caja tonta (véase la AppleTV, o los Nexus Q, o el propio Rasbperry Pi), siguen pecando de cerrarse a un ecosistema propio (y en muchos casos propietario).
Si alguna vez habéis usado Apple TV, os habréis dado cuenta que funciona a las mil maravillas,… siempre y cuando todos tus dispositivos sean Apple. Si tienes en casa un iPad, un MacPro (o iMac) o un iPhone y la Apple TV, enviar contenido desde los anteriores a la pantalla del televisor se hace tan cómodo que sorprende. Más aún el poder interaccionar con ello.
Lo mismo pasa con los dispositivos Samsung (y su querido Kies), o con Microsoft y Kinect (donde para como pasamos de teclear a gestualizar).
Pero, ¿y qué hay de todos aquellos que nos gusta la estandarización? Si como en mi caso, tenéis por casa un smartphone Android, una tablet iOS, un iMac y un portátil Asus con Windows y Linux, ¿qué opción nos queda?
Pues ahí entra Google con Chromecast (EN), un dispositivo de 35 dólares, del tamaño de un USB, que se conecta al puerto HDMI del televisor, y permite enviar desde cualquier dispositivo que tenga Chrome contenido web a la gran pantalla.
- Universal: Bien es verdad que el requisito es que todo ese contenido debe ser tratado por Chrome, y que Chrome no es más que un navegador. Pero haciendo una foto general, Chrome es una herramienta que está disponible en casi todos los sistemas operativos actuales (o fácilmente exportables), y que a cada paso, y siguiendo la brutal evolución de los navegadores, pertenece hoy en día a ese tipo de herramientas que se están transformando en el escritorio de trabajo de muchos (de esto te das cuenta cuando en el arranque del sistema operativo decides que tu navegador por defecto sea cargado). Y en el paso hemos ganado, ya que pasamos de depender de un sistema en particular (que lleva asociado una dependencia a X fabricantes, y X prestaciones), a depender de un servicio, mucho más flexible y abierto.
- Líquido: Viene de la mano del anterior. Y es que un sistema líquido permite que se comparta de forma transparente sus elementos entre sí, facilitando la interacción y mejorando por tanto la experiencia de usuario. Algo a priori tan sencillo como enviar algo de un punto a otro de una habitación, se vuelve complicado cuando hablamos de datos y el tercer entorno, para volverse ameno con una comunicación humana entre dispositivos. Apretar un botón «Cast«, y lo que tienes delante de esa pantallita enana pasa al momento a la gran pantalla. Ni cables ni nada por el estilo. El trabajo duro lo hace el smartphone (o la tablet, o el portátil, o el ordenador de escritorio), que el televisor solo está reproduciendo aquello que le entra por HDMI.
- Expansible: No estamos ante una tecnología cerrada, sino fácilmente hackeable y sensible a customizaciones. hoy en día, puede leer cualquier cosa que lea un navegador (eso sí, trabaja en la nube, por lo que todo lo que queramos reproducir debe estar en ella), pero eso no quita que el sistema evolucione desde comunidades de desarrolladores ajenas para futuras versiones más útiles (imaginaros la integración real con videojuegos, o la reproducción de contenido en local).
- Asequible: El último punto, y en el que quiero hacer hincapié. 35 dólares por volver inteligente a tu televisor no me parece una burrada (y sino compararlo con la competencia). Y quizás Chromecast no sea la panacea final (de hecho no debería serlo), pero si abre camino a un sinfín de dispositivos semejantes que liberarían dependencias como las que estamos viviendo, democratizando la comunicación con el salón, a precios ridículos, y con suerte sin unos intereses comerciales y publicitarios de una gran empresa.
Estimado.
Tengo un Samsung SmartTV con WiFi y creeme que la conectividad con mis dispositivos es total. Puedo enviar a la TV fotos, películas, etc. desde mi celular Nexus o mi notebook HP sin problemas. En realidad el poder tener incorporado WiFi en el TV hace maravillas con la conectividad en nuestras redes. Saludos!
Hombre, por wifi puedes conectar lo que sea, por supuesto. De hecho es como yo lo hago ahora mismo. Pero sí es verdad que se agradece que sea aún más intiutivo, como el botón de compartir en redes sociales. Que solo sea pulsar, y ya entienda que lo quieres enviar al televisor.
Es ahí donde entra bien el Chromecast (o los que salgan a partir de ahora), algo que ya vimos con AppleTV y el ecosistema Apple, o Microsoft si tienes una XBox con kinect.
Aún así, sí es verdad, de los que más me gustan ahora mismo está el SmartTV de Samsung, aunque se echa de menos más actualizaciones.