crispr biología y genética


En octubre de 2014 escribí una pieza hablando del biohacking. De cómo en estos últimos años la biología genética se había transformado en una disciplina muy semejante a la programación informática. Y del profundo interés que me suscitaba no solo a nivel personal, sino por el impacto que claramente iba a tener en poco tiempo a nivel mundial.

¿La principal razón? El descubrimiento a finales de los años 80 de un investigador español, Francisco Mojica (ES) que, analizando una bacteria extremadamente resistente a la sal, se dio cuenta de que existía una secuencia repetida en el genoma que debía ser muy importante para algo (sin ella la célula acababa muriendo). 20 años más tarde se descubriría que estábamos ante el sistema inmunitario molecular.

Habíamos descubierto el CRISPR (clustered regularly interspaced short palindromic repeats, o en español, repeticiones palindrómicas cortas agrupadas y regularmente interespaciadas).

¿Qué es CRISPR y por qué es tan importante?

Básicamente, y para explicarlo de una forma que aquellos que no somos biólogos podamos entender, CRISPR (ES) es el antivirus de una célula; la defensa que tiene para protegerse de agentes externos.

Cuando un virus ataca a una célula, lo hace con la intención de obtener una parte del material genético que éste necesita para su supervivencia. Gracias al CRISPR, la célula cuenta con una herramienta que le permite identificar virus conocidos y neutralizarlos, utilizando para ello una proteína llamada Cas9.

Lo chulo de todo esto, y de ahí viene el interés por el biohacking de estos últimos años, es que en 2012 un equipo de investigadores franceses y americanos descubrieron que se podía utilizar ARN artificial para engañar a esta proteína. De esta manera, se abre la vía a que artificialmente nosotros le digamos al CRISPR que X genoma de la célula es potencial dañino, y éste se encarga de neutralizarlo, aislándolo por tanto del resto de material genético.

Es, a fin de cuentas, una especie de “tijera molecular” que nos permite editar cualquier genoma.


Y esto, como te podrás imaginar, nos abre a un mundo de posibilidades. Por primera vez en la historia tenemos una herramienta más o menos sencilla y segura (hablaré más tarde de esto) que nos permite seleccionar qué partes del genoma queremos mantener y cuales no. 

Nos adentramos por tanto en una nueva era. La Era de la Modificación Genética. Con todo lo que ello supone.

Los límites de la modificación genética

Desde el 2012 hay varios grupos de investigación en todo el mundo dedicados única y exclusivamente a mejorar la herramienta, e incluso ya se están haciendo pruebas desde 2015 por EEUU con pacientes afectados de enfermedades genéticas.

Así llegamos a nuestros días.

La semana pasada se armó muchísimo revuelo porque el profesor Jiankui He y su equipo alteraron genéticamente quince embriones vivos de nueve parejas en un hospital chino (la legislación china es más permisiva en este sentido, delegando responsabilidad en el hospital, que han tardado cero coma en desligarse del asunto (CH)), dando como resultado el nacimiento de los dos primeros seres humanos (Lulu y Nana, dos gemelas chinas) editados genéticamente.

Ver en Youtube (EN)


La mutación de Lulu y Nana, si al final se demuestra que todo lo expuesto por el científico es verdad, les hace inmunes al VIH. Para ello, a los embriones se les anuló el CCR5, asociado con el funcionamiento del sistema inmune, que es el que se acaba pervirtiendo cuando una persona tiene SIDA.

De las dos niñas, una de ellas tiene una edición completa, y otra parcial (algunas células tienen el CCR5 anulado y otras no).

Y aquí viene el problema. Porque frente a todos los tratamientos que están ya en curso en diferentes partes del mundo, en este caso no hablamos de curar una enfermedad, sino de modificar genéticamente a un ser humano para artificialmente crearle una defensa a una dolencia que en el futuro puede o no tener.

De mejorar genéticamente al humano. Lo cual, como no, abre la Caja de Pandora.

¿Es ético utilizar el CRISPR en humanos sanos?

Como decía, llevamos ya unos años investigando con animales este tipo de tratamientos, e incluso ya hay en curso algunos con pacientes reales enfocados a eliminar dolencias tan terribles como el cáncer o el alzheimer.

Y creo que nadie en su sano juicio se opondría a tales avances. Al igual que durante siglos hemos estado utilizando la química (artificial y natural) para curar enfermedades, el CRISPR no debe verse más que como otra herramienta más en nuestro afán de supervivencia.

La cosa es que por primera vez en la historia tenemos la capacidad de cruzar el umbral entre curar y prevenir. Que la intervención de estas niñas, aún considerándose de las 10 más seguras (ES) a la hora de mejorar genéticamente a los seres humanos, no deja de entrañar riesgo:


  • Alrededor del 5% de intervenciones salen exitosas (el CRISPR “corta” el elemento del genoma deseado).
  • Prácticamente el resto del porcentaje de intervenciones no producen resultados positivos o negativos (o solo una parte de las células son afectadas, o ninguna).
  • Y como cualquier intervención, existe un riesgo de que se salde con problemas genéticos que van desde lo leve hasta lo extremo. De hecho últimamente algunos biomédicos están alertando de posibles reacciones alérgicas (ES) a este tipo de intervenciones.

Eso obviando que, por supuesto, aún no tenemos una masa crítica de intervenidos y ha pasado el tiempo necesario como para asegurar que incluso aquellas intervenciones que en principio salieron correctamente, no acarrearán problemas futuros para los afectados.

E incluso suponiendo un éxito absoluto, nada dice que el día de mañana en el caso de estas supuestas dos niñas su inmunidad al VIH siga presente (las células T del sistema inmune podrían acabar evolucionando de aquellas con la edición artificial o de aquellas no afectadas por la edición).

Que en el caso de probetas, pues “desechamos” las negativas y listo. Pero con humanos no podemos desechar los fallos…

Que cuando dicho afectado tiene de alternativa vivir con una enfermedad incurable, o someterse a los designios de una de estas intervenciones, la ley del mínimo riesgo (y del sentido común) manda. Pero cuando ese afectado no está siendo curado, sino simplemente “vacunado” para posibles riesgos futuros que pueden o no aparecerle, la cosa ya se complica.

De hecho el propio investigador publicaba días antes un artículo sobre la ética de la modificación genética en humanos (EN).

Y se complica por lo mismo que hablaba no hace mucho en tono distópico.

En uno de los últimos relatos contaba cómo en esa sociedad futura se había decidido delegar el control de la especie en una máquina, y cómo ello suponía de facto anteponer el interés colectivo al individual A TODA COSTA:

Quizás el mayor riesgo al que nos vamos a enfrentar será a la constatación de que, bajo la premisa de mejorar la salud biológica de futuras generaciones, estamos aceptando tácitamente que Sarah haga de juez y verdugo en casos de pacientes que aún no han tan siquiera sufrido algún tipo enfermedad.

Imaginemos por un momento que usted tiene, en base a los millones de datos que Reminder es capaz de analizar en tiempo real sobre nosotros (hábitos de vida, alimentación, cuantificación personal, relaciones y círculos, entorno, árbol genealógico, historial médico…), la certeza absoluta que de aquí a un par de años va a acabar padeciendo fibromialgia, una enfermedad para la que lamentablemente hoy en día no tenemos cura alguna.

Dicha enfermedad hará que usted sufra una vida por debajo de los umbrales aceptados por el sistema. Ergo, irá paulatinamente siendo excluido de la Sociedad Civilizada.

Pero iría más allá: ¿Qué pasaría si el sistema, que recordemos es capaz de predecir también eventos en base a todo ese volumen de información que tiene de nosotros, cae en la consideración de que usted tiene una relación con otra persona? Relación que a todas luces (intereses en común, momento de la vida que están viviendo…) va a conllevar el nacimiento de al menos un niño. Un nuevo miembro de la sociedad que, en base a la genética de sus progenitores, acabará heredando y contrayendo fibromialgia.

El problema entonces pasa de ser un riesgo aislado (un elemento de la cadena que será paulatinamente aislado del sistema sin mayor efecto que el individual) a uno globalizado. Su existencia está favoreciendo la proliferación de una herencia genética que ha demostrado ser nociva para el porvenir de toda la sociedad.

¿Qué es lícito entonces? ¿Dejar que ello ocurra a sabiendas que el daño a futuro será muchísimo mayor, o cortar por lo sano ahora, evitando el nacimiento de ese niño, y a amplio nivel, limitando artificialmente la evolución de herencias genéticas nocivas?

Esto que suena tan a ciencia ficción YA podría estar ocurriendo.

¿Deberían nuestros hijos ser más listos e inteligentes que nosotros? ¿Deberíamos dejarles una sociedad más sana?

En teoría el objetivo de cualquier especie es la autoprotección. El que las generaciones anteriores hagan lo posible para que las nuevas generaciones tengan mayores garantías de vida.

Eso en una sociedad actual se traduce en ofrecer a nuestra descendencia una mejor educación, un colchón económico y un ecosistema cultural y social lo mejor posible. Pero es que quizás a partir de ahora tengamos que plantearnos también las garantías genéticas como otro elemento más a tener en cuenta.

Lo cual, de nuevo, abre mil y un debates.

¿Qué pasará con todos aquellos ciudadanos que no tengan capacidad de acceder a este tipo de mejoras? ¿Podrá esa clase media/baja competir en igualdad de oportunidades con una clase media/alta que ya no solo cuenta con más patrimonio económico y tiene acceso a mejores herramientas, sino además es a todas luces superior genéticamente hablando?

Tengo desde mediados del mes pasado un nuevo relato escrito ya que versaba precisamente sobre esto, a falta de que en algún momento pueda publicarlo (EDIT: por aquí lo tienes). Te dejo por aquí un extracto para ir abriendo boca:

Puede que un servidor tenga exactamente la misma genética que otro de estos superhumanos a nivel de protección contra enfermedades, e incluso de esperanza de vida, pero ¿cómo puedo competir con uno de ellos en unas pruebas físicas para, por ejemplo, sacarme unas oposiciones? ¿Qué posibilidades reales tengo de ganar a alguien cuyo metabolismo ha sido artificialmente mejorado más allá de las capacidades básicas humanas para cumplir unos requisitos específicos?

Que por mucho que mi memoria (innata y entrenada) sea capaz de retener información más allá de la media del resto de subs, ¿tengo alguna posibilidad frente a alguien a cuyo cerebro se le ha incluido una serie de módulos de memoria física que registran y almacenan sin riesgo a pérdida o modificación todo aquello que la persona arbitrariamente desea almacenar?

Que incluso aquel que por la razón que sea (una serie de mutaciones genéticas) está preparado mejor que el resto para llevar al éxito a una empresa, con unos dotes de liderazgo y de trabajo en equipo excepcionales, seguirá por mucho que lo intente varios rangos por debajo de otra persona que aunque quizás biológica y educacionalmente hablando estaría por detrás, cuenta con la capacidad financiera para expandir sus límites y empoderar más allá de lo puramente humano sus habilidades sociales.

¿Y qué hay de la mejora (o degeneración) genética por intereses geopolíticos o económicos?

  • Desde trabajadores específicamente diseñados para ser más óptimos en X trabajos (ciudadanos genéticamente diseñados para cumplir mejor las órdenes como soldados).
  • Pasando por una limitación genética de clases (las más pudientes podrían ver interesante mantener su statu quo limitando el alcance genético de mejoras a la plebe).
  • Hasta lo que roza ya lo conspiranoico (¿y si en el futuro se crean bombas humanas? Humanos creados específicamente con una enfermedad que se activará en un momento dado en la zona enemiga).

Que puede parecer que está muy lejos y que es un miedo infundado, pero lo cierto es que el debate es necesario para que al final, herramientas como CRISPR, acaben generando un entorno que sea lo más positivo para TODOS.

Que la guerra no está aquí entre los conservadores que ven la genética como un ente inmutable y aquellos liberales que sueñan con aumentar sus apéndices tanto en tamaño como en grosor (G.G).

Esta nueva industria va a tener un impacto tan grande en la sociedad que parece necesario analizar concienzudamente en qué etapa de desarrollo estamos, y qué timing debería cumplir la comunidad científica para minimizar en la medida de lo posible los numerosos riesgos asociados a la evolución de esa nueva raza humana genéticamente mejorada.

Nos va literalmente la vida en ello.