He seguido con interés (y estupor) el anuncio de la compra de Pebble por parte de Fitbit (EN), y en especial, la respuesta que ha tenido la comunidad.
La historia de Pebble, el que sin lugar a duda ha sido el precursor del mundo de los wearables de esta última generación, no es para menos.
En 2012 un tal Eric Migicovsky, de 26 años, junto con cinco compañeros, sacaron adelante la que es hoy en día considerada la campaña de micromecenazgo más exitosa de Kickstarter (EN). En apenas 24 horas recaudaron un millón de dólares. En el mes que duraba la campaña, 10 millones.
¿Su producto? Una segunda pantalla para el smartphone, pero en la muñeca. Compatible con iOS y Android. Y además, a expensas de ellos.
Esto último es profundamente importante. Estamos hablando de que unos completos desconocidos, sin la carta de presentación de un gigante de la fabricación, de pronto se posicionaron como la compañía de wearables líder del mercado. Ni Apple, ni Google, ni Samsung… No, Pebble, parido en un piso de Palo Alto por unos cuantos ingenieros.
En apenas unos meses, más de 4.000 desarrolladores ya se habían dado de alta para crear aplicaciones para el primer Pebble. Todo un verdadero hito, con claras evocaciones a esa fábula del emprendedor joven capaz de comerse el mundo.
Pasan los años y la compañía no hace más que crecer. En 2015 rechaza una oferta de compra de Citizen (una marca de relojes) por 740 millones de dólares.
Ese mismo año consigue otro nuevo hito. Duplica lo recaudado en la campaña anterior: 20 millones para el Pebble Time (EN). Dispositivo que he tenido el placer de utilizar, y que hoy en día está en la muñeca de uno de nuestros miembros, allá por Valencia :).
Rechazará poco después una segunda oferta, con la llegada del Watch y la maduración del ecosistema de Android Wear. Esta vez de Intel, por 70 millones.
El lanzamiento de su tercera campaña vuelve a batir records, pero más comedidos. Piden 1 millón para el Pebble 2, y consiguen casi 13 (EN)
Entonces ocurre lo que casi nadie esperaba: Fitbit compra la compañía por 35 millones. Y de paso, cancela el proyecto.
Para enterpreneurs: El crowdfunding no es negocio
Aquí es donde la mayoría de analistas hierran.
Que Pebble fuera un verdadero éxito a nivel de crowdfunding, y que liderara el sector de wearables durante varios años, no significa que la compañía fuese rentable. Por varias razones, de hecho:
- La fabricación de dispositivos no es rentable para casi nadie: Salvando a Apple, y quizás a alguna como Samsung (es difícil matizar, ya que la coreana es en sí misma un gigante presente en muchísimos mercados más allá del tecnológico), no hay hoy en día nadie que sea rentable únicamente por la fabricación de dispositivos. Es más, la propia Fitbit no hace más que ir a la baja desde que el año pasado saliera a bolsa con un precio por acción de casi 50 dólares, hasta los escasos 7 de la actualidad (ES). De ser rentables, lo son, por supuesto, con la unión del ecosistema y con el valor que puedan sacar del uso que le damos a esos dispositivos, ya sea mediante la venta de accesorios o por la propia explotación del software. Pero hoy en día, en un mercado profundamente globalizado, el ser un fabricante de tecnología no asegura rentabilidad.
- El sector de wearables está muerto: O al menos, está estancado. Los mismos hándicaps que en su día adelanté se está cumpliendo a rajatabla. Para los pocos que utilizamos wearables habitualmente, apenas hay excusa para renovarlos. Para colmo, suelen ser (salvando contadas excepciones) productos de un precio relativamente bajo (ergo, margen de beneficio inferior), con una tasa de abandono importante. Y compiten entre distintas tipologías para ocupar el mismo espacio (relojes, pulseras, cinturones,…). Cosa que he experimentado recientemente y que narraba en la review de la Xiaomi Band 2, que ha hecho que acabe por guardar mi Android Wear en el cajón. Ser por tanto líder de un sector como el de los wearables es un gran hito, máxime para una startup. Pero no es lo mismo que liderar el mercado de smartphones o contar con el ecosistema por antonomasia que utilizan estos dispositivos.
De ahí que me parezca crítico señalar este hecho: El crowdfunding no es negocio, señores, es marketing. Algo que llevo años defendiendo frente a aquellos emprendedores y compañías a las que asesoro.
Me encuentro mucho con empresarios que piensan que para sacar adelante su proyecto, el crowdfunding puede ser el modelo de negocio perfecto:
“No tengo suficiente dinero, y el acceso a VPs, socios capitalistas y aceleradoras, además de ser difícil, me obliga a vender mi alma al diablo, por lo que apuesto por el micromecenazgo”.
Craso error.
Los patrocinadores de una campaña de crowdfunding no son clientes, son… patrocinadores. Y por eso, el objetivo de una campaña no debe ser buscar rentabilidad, sino ser capaces de sacar un MVP (producto mínimo viable) al mercado, con el menor coste posible, y además, la menor rentabilidad (ni pérdidas ni ganancias).
Para colmo, esa gente que te ha apoyado son, de facto, prosumidores de tu producto, y debes tratarlos como tal, manteniéndoles informados, haciéndoles partícipes del desarrollo del mismo, y animándoles a que hablen de ti a sus conocidos, que quizás sí acaben por convertirse en los primeros clientes.
Pero una campaña de crowdfunding exitosa es aquella que permite sacar adelante el proyecto con el mayor alcance y (¡ojo!) con el menor ROI posible.
Donde habrá que sacar tajada (hacer negocio) es justo después, cuando el producto ya esté en el mercado.
Para patrocinadores: El crowdfunding no es compra
Dicho esto, ahora me voy al lado contrario.
Durante estos días he estado leyendo absolutas gilipolleces en el hilo de Reddit (EN): Que qué vergüenza que ya no me van a enviar el dispositivo, que yo ya he pagado y ahora tengo que esperar hasta marzo para recuperar el dinero, que había comprado un reloj inteligente y ahora me he quedado con un Casio…
Y al igual que les pasa a los emprendedores, estos patrocinadores están obviando que el crowdfunding no es compra, sino apoyo.
Que cuando tú participas en una campaña de crowdfunding no lo haces para que te envíen el producto, sino para apoyar a que este proyecto salga adelante. Y entonces, como has apoyado desde el principio, saldrás beneficiado con el pledge oportuno, que según cómo sea de grande o pequeño el apoyo, puede ser el propio producto y/o otros beneficios.
En Kickstarter, como en el resto de plataformas de crowdfunding, no se va a comprar. Se va a apoyar proyectos que te gustaría ver materializados.
Y de hecho, lo normal es que no salgan adelante.
Le aseguro que llevar una campaña de crowdfunding exitosa es un trabajo a tiempo completo que empieza varios meses antes y termina varios meses después de que el producto esté en el mercado (ni siquiera varios meses después de terminar la campaña). No es tan sencillo como simplemente hacer un vídeo, rellenar los campos, y esperar a que la cosa prospere por arte de magia.
A Pebble se les puede criticar muchas cosas:
- El haber llevado una comunicación bastante poco afortunada. El email que enviaron a todos los que somos patrocinadores y/o clientes, contando la cancelación del proyecto con fotos de su equipo partiéndose el culo, sin lugar a duda es una de ellas.
- Que recurran a la picaresca a la hora de devolver el dinero en marzo del año que viene… pero al cambio de entonces, que previsiblemente será ligeramente peor que el actual, puede ser otra.
- Y el mantener sin noticias a los patrocinadores de la nueva campaña durante más de un mes, máxime a sabiendas que había rumores de compra, es otra de guión.
Pero no se les puede criticar el que al final no saquen adelante el proyecto. Era un riesgo que todo patrocinador de una campaña de crowdfunding debe asumir, ya que es la esencia misma del crowdfunding: Apoyo, que no compra.
Cosa de la que como decía tengo bastante experiencia. No solo por llevar más de un año sacando adelante una campaña de micromecenazgo, sino por haber apoyado ya múltiples campañas en diferentes plataformas (me pueden los juegos de mesa y los productos techies), y haber experimentado de primera mano junto a los creadores los escasos éxitos y los múltiples fracasos del mundo del crowdfunding.
Piense en todo esto la próxima vez que se anime a apoyar un proyecto. Y sobre todo, piense en ello si tiene pensado lanzar uno.