Siguen apareciendo datos alarmantes relacionados con el ataque a los derechos y la privacidad de los ciudadanos.
La semana pasada se celebró una reunión entre la NSA y el House Judiciary Committee, un comité de congresistas molestos ya no solo porque los ciudadanos estén siendo vigilados (que a fin de cuentas eso no les importa), sino porque la vigilancia también les afecta a ellos (ES), y a miembros del resto de partidos políticos.
Se desvelaron por tanto algunos modus operandi de los analistas, que pueden recoger, escuchar y grabar conversaciones telefónicas en dos o tres saltos, lo que en la práctica significa que no tienes que ser culpable o sospechoso de algo para que se grabe y monitoricen tus conversaciones, sino que podrías estar siendo vigilado si al menos tienes un conocido de un conocido de un conocido que es sospechoso de algo.
Llevado a números, y haciéndome eco del estudio de Foreign Policy (EN), si consideramos que en PRISM existen 117.000 objetivos de vigilancia activos, y suponiendo que cada uno de estos sospechosos se comunique con 5 más (un número muy inferior a la media de comunicaciones de la sociedad), en un primer salto tendríamos 585.000 personas, lo que nos da un total de 14 millones de personas vigiladas en un tercer salto ¿Cómo se os queda el cuerpo?
Pues el Gobierno de los Estados Unidos ha dado carta blanca a la NSA (EN) para seguir con el programa ¿Qué raro verdad?
Varias cuestiones a tener en cuenta para comprender la foto:
- Que las escuchas se hacen tanto en el mundo físico como en el digital: Ya que no solo hablamos de escuchas telefónicas, sino como apunta Enrique (ES), a un verdadero Gran Hermano propiciado por el auge de ese temido reconocimiento facial en calles y carreteras (EN) (gracioso que nos escandalizemos con las Google Glasses cuando llevan años haciendo lo mismo de puertas para adentro).
- Que el Big Data se ha vuelto el gran amigo de los gobiernos: Lo hablábamos a finales de año, después de que quedase patente en las últimas votaciones de EEUU. Reconocimiento facial más big data, igual a control. Y control real, de ese que te permite saber donde está cualquier ciudadano en un momento dado, que te permite establecer rutinas y estadísticas, conocer más si cabe el día a día de cada miembro de la sociedad.
- Que al menos en el mundo digital tenemos forma de defendernos: Mientras que muchos paranoicos de la seguridad se llenan la boca con las voces de volver a métodos analógicos, nos encontramos con que este sector está tanto o más vigilado que la red, y para colmo, no permite de forma sencilla entablar protecciones que securicen nuestras comunicaciones. Una llamada de teléfono es una llamada de teléfono, y por tanto va a pasar por mil y un cables de forma abierta nos guste o no (quién no ha vivido en sus propias carnes ese cruce de cables con el vecino que permitía oír todas las conversaciones del otro). Sin embargo, una llamada telefónica vía VoIP puede llevar asociada un cifrado de punto a punto que resulta extremadamente complejo saltarse, y prácticamente imposible en tiempo real (únicamente si alguno de los dos terminales está corrompido).
- Que el gobierno es experto en lanzar bombas de humo: Vanish y vanish tras otro. Leo diariamente la actualidad tecnológico-política, y no se oye más que la salida de un nuevo terminal o la mierda de siempre. Y mientras, a puerta cerrada, los gobiernos levantan muros legales alrededor suyo. Pacientes y tranquilos, que la plebe es plebe ¿Por qué no hacemos nada? ¿Es normal que en un país como España se demuestre, con datos reales, que un presidente del gobierno ha estado robando dinero, y tenga la desfachatez de salir ante los medios para avisar que ni va a dimitir ni le vamos a echar del poder? ¿Cuándo los ciudadanos hemos perdido la potestad de elegir hacia dónde queremos ir?
La situación que estamos viviendo es para salir a la calle. Y armarla gorda, cuidado. Es para echar a todos esos sucios cerdos que están arriba, y poner a otros. Y a la que se pasen un pelo, a la cárcel y los siguientes. Es intolerante que permitamos un abuso de nuestra privacidad, de nuestros datos, y que movamos la cabeza como tontos mientras se ríen en nuestra cara. Que estar en el poder no sea una lotería, que sea un TRABAJO, y que ese trabajo sea el de ESCUCHAR y ACTUAR, no al revés.