The New York Times se hacía eco hace apenas un par de días del primer comunicado por parte de la sección de inteligencia de EEUU en donde afirman tener ya una estrategia para realizar ciberataques de carácter preventivo, a una orden del Presidente, contra cualquier supuesta amenaza.


cybergeddon

Después de confusas negociaciones, y un silencio insostenible, es la primera vez que los del otro lado del charco ponen las cartas sobre la mesa. Hay peligro real de ciberataques, y es estúpido ocultarlo por más tiempo.

Los países llevan años preparándose para lo que seguramente acabe siendo la futura guerra:

internet. El peligro que encierra la dependencia de sistemas informáticos en infraestructuras críticas ya lo habíamos tratado hace meses, y poco a poco, van saliendo a la luz casos y más casos.

Cualquier grupo de expertos en seguridad, con terminales y acceso a internet, pueden plantar cara y poner en jaque empresas y gobiernos, más si cabe parar la producción, recopilar información o destruir maquinaria física desde sus sillas, como ya ocurrió con Stuxnet, que están llevando a algunos países como Irán a llevar a cabo cambios radicales en la red de redes para protegerse (y de paso restringir las libertades de sus habitantes).

La noticia viene acompañada por las declaraciones del departamento de Defensa de Estados Unidos, que recibirá una expansión presupuestaria para aumentar los efectivos y las instalaciones dedicadas a la seguridad cibernética.

Una guerra fría que ya se mantiene a la vista de la opinión pública, con espionaje mútuo entre aliados y enemigos, y dejando en una posición controvertida la aparente cordialidad entre países.

Espero pecar de catastrofista al pensar que el hecho que hayan decidido pronunciarse sobre un tema tan señalado y peligroso como éste, tenga el fin de responder a ese “quién la tiene más grande” que durante siglos rige el sistema de poder de nuestra civilización, y no sirva como inicio de una campaña de desprestigio hacia aquellos países a los que se está empezando a señalar con el dedo, ya sea China, Irán, Rusia o Corea del Norte.


La mayoría de ataques aseguran venir de éstos últimos, aunque hay que recordar que cualquiera con un mínimo conocimiento de redes es capaz de ofuscar su dirección con la de otro lugar.

El peor de los supuestos es el llamado Cybergeddon (o Pearl Harbor cibernético), donde un arma de destrucción masiva (una bomba lógica) sea capaz de infectar todas o gran parte de las infraestructuras críticas de un país, colapsándolo. Adios al sistema monetario, a la seguridad, y en definitiva al modo de vida de los últimos siglos. Un panorama que se trata precisamente en la serie (homónima) cuya primera temporada acabo de terminar (son 9 capítulos y cada uno dura unos 10 minutos), y que viene como anillo al dedo para terminar esta entrada.

¿Profética? Esperemos que no…