Me estreno en el blog de SocialBrains hablando del Dark Social Web, la sociabilidad oscura, no monitorizada, que lleva cada vez a un mayor número de usuarios a compartir contenido público de forma privada.
Un tema que me parece profundamente interesante, y que se apoya en la tendencia ya palpable de canales de comunicación efímeros como respuesta a una mensajería instantánea que nunca olvida.
Ese email que envías a un amigo con el enlace copiado y pegado en el cuerpo del correo para que le eche un ojo. Aquel artículo que debates entre un grupo de WhatsApp o Telegram.
La cuestión es que todos ellos son mecanismos de respuesta ante un abuso del historial pasado. Una mochila histórica que conforme más pasa el tiempo pesa más sobre el usuario, y empuja a un número mayor (69% del contenido compartido por los 9000 encuestados, que se dice pronto) a tirar de esta web más privada, más del tú a tú, como era la comunicación de antaño.
Por aquí el artículo al completo.
Dark Social como respuesta a una internet que nunca olvida
Por Pablo F. Iglesias
Seguramente alguna vez te habrá pasado. Llegas al despacho, “despiertas” el ordenador (¿quién apaga ya los dispositivos?), y antes de empezar con el trabajo diario, consultas un poco la actualidad.
Para algunos (la mayoría, me temo), esto pasa por abrir el Facebook y ver lo que cuentan los conocidos, para otros, consultar el timeline de Twitter (bien por esa curación inicial de fuentes) o recurrir al periódico de turno (menos bien, pero aceptable 🙂); quizás incluso haya alguno en la sala lo suficientemente geek para tirar de RSS propios (¡eres de los míos!). Y es así como llegas a ese contenido en particular.
Lo miras de pasada, que hay muchas cosas que hacer y poco tiempo que perder, y te viene a la mente ese amigo del alma al que seguro que le interesa.
Hay que hacérselo llegar, pero ¿cómo? Quizás optes por compartírselo en público, haciendo uso de esos botones sociales que en muchos casos parecen de adorno, o quizás, y aquí empieza lo interesante, optes por copiar el enlace y compartirlo en privado.
De esto último va el artículo. Y como la mayoría de cosas en la vida, tiene un nombre: Dark Social Web.
No me lo he inventado yo, que conste, aunque sí me he tomado la licencia de meterle la coletilla final, por algo que entenderás un poco más adelante. Y curiosamente, es una tendencia, como corrobora la encuesta de RadiumOne: The Light and Dark of Social Sharing (EN), realizada a 9000 usuarios escogidos (aparentemente) de forma aleatoria.
La cuestión es muy sencilla. Cada vez compartimos más cosas públicas (vídeos, artículos, aplicaciones,…) de forma privada, ajena a los dominios de esas arañas de monitorización. Desde DMs, pasando por mensajes privados, emails y demás farándula de la web personal, del tú a tú.
Los más jóvenes (por eso de que los papis ya están presentes en todos los rincones digitales) y los más viejos (porque a fin de cuentas este tipo de comunicación es más natural) son los que más practican el Dark Social, y por tanto (a no ser que tengamos robots haciendo el trabajo sucio), menos en la web abierta.
Y va en contra de todo eso de la Web Social que nos han metido entre ceja y ceja estos últimos años. Que es muy bonito aparentar que leemos todo eso que compartimos en Twitter, pero a la hora de la verdad, lo que de verdad (valga la redundancia) nos interesa, lo compartimos en privado, sin dejar rastro y sin ser los más guays del patio.
Y curiosamente, de nuevo para lamento de los “social marketeros”, esto se alinea mejor con la manera que toda la vida hemos tenido de comunicarnos: no tanto lanzar un grito para ver quien nos oye, sino de disparar una píldora informativa a nuestro interlocutor, como si de un francotirador se tratase.
Por el camino, huimos de la presión social (esas notificaciones las carga el diablo) y del peso que supone realizar acciones en un ecosistema que nunca olvida. Lo efímero como respuesta a lo social es un primer paso, pero si aun así queda testimonio por algún lado (filtraciones, volcados de bases de datos, hackeos,…), por qué no comunicarnos de tú a tú en algo tan humano como la compartición de información.
Porque al final la web social no deja de ser la web de siempre, y por más y más canales que nos metan, seguiremos siendo nosotros mismos. Quizás caigamos en el hippie durante un tiempo, pero al final volvemos a nuestras raíces. Compartir, sí, pero entre los míos. Aportar valor, claro, pero hacia quien me interesa.
Edit a día 19 de Diciembre del 2014: Alfonso ha escrito un artículo dando forma a algunas de las ideas vertidas en este. Profundamente interesante para todos aquellos relacionados con el mundo de la comunicación y el Social Media. Ya no hablamos únicamente de escuchar y hablar, sino de entender (ES).
Una vez más, muy interesante lo que expones. Aparte del e-mail y las aplicaciones sólo para móvil, ¿hay alguna herramienta específica para compartir enlaces en privado? Al e-mail clásico le veo el problema de que resulta muy invasivo salvo que lo uses de vez en cuando cuando para cuestiones muy específicas. Hay gente que abusa del e-mail para mandarte cartas en cadena y todo tipo de chorradas a diario. Sería mejor que uno pudiese suscribirse al canal de enlaces compartidos de determinado amigo, o bien consultarlo periódicamente, siempre con la posibilidad de revocar dicha suscripción si los enlaces no te agradan demasiado. Aunque claro, ya aquí nos metemos un poco en la filosofía de las redes sociales y no sé si es lo más adecuado.
Buena pregunta Pidal.
Al menos en mi experiencia (personal y de círculos cercanos) veo bastante el uso del email y del WhatsApp (grupos para potenciar el debate, privado para focusear a un conocido). También he tenido la experiencia con Telegram, principalmente por ser multiplataforma y permitir grupos de grandes dimensiones, pero al menos a mí no me acabó gustando del todo.
¿Que si hay más? Los MPs en las redes sociales, por supuesto. Y si me apuras servicios de comunicación empresarial. Pero quitando eso, pocas alternativas quedan, sobre todo si hablamos de herramientas masivas.
También debatíamos por Google+ al hilo de esto el tema de suscribirse por WhatsApp. Es algo que está naciendo, que sigue formando parte de la Dark Social, y que parece cobrar protagonismo en algunos escenarios (por ejemplo, recibir las noticias del día). Pero habría que ver si en verdad hablamos entonces de comunicación o de suscripción a secas, como lamentablemente acaba pasando en las suscripciones vía email (por más que intento incentivar a que mis suscriptores aprovechen el canal para dudas o sugerencias de los correos enviados, acaban siendo una ínfima porción de todos los que los leen).