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¿Te gustaría ganar alrededor de 1,4 millones de euros al año trabajando desde casa?


Hombre, dicho así me extraña que alguien diga lo contrario. Y es más, ganando esta fortuna como que me jodería más bien poco ceder el 51% de mi facturación (IVA+IRPF) al gobierno de España. Que vaya, con unos 700k al año creo que podría vivir…

Esto es lo que el bueno de Ibai presuntamente facturaría ahora solo en Twitch. Ojo, solo en Twitch, sin contar acuerdos publicitarios como los que ya están gestionando a su nombre, sin el resto de acuerdos en otras plataformas.

Hace unas semanas fue muy sonado el caso de ElRubius, cuya empresa facturó casi 2 millones el año pasado, por eso de quererse irse a vivir a Andorra “para estar cerca de sus amigos” (y quizás de paso para ahorrarse cerca de un 40% de impuestos con el cambio de domicilio fiscal).

Pero no he venido a hablar de esto, más que nada porque el tema me parece estéril y demasiado manido (es su dinero, y que haga lo que bien le de la gana con él).

Quería preguntarte otra cosa:

¿Te gustaría ganar alrededor de 1,4 millones de euros al año a cambio de que todo el mundo te conociese?

La cosa ya cambia, y es que el bueno de Ibai, como le pasa a Rubén y en definitiva a estos cuatro youtubers/streamers con más segidores que ciudadanos de algunos países, y que facturan locuras por jugar a videojuegos y hablar con la gente por una webcam, no pueden hacer una vida normal.


Y ojo, que cualquiera pensaría que teniendo esos ingresos como que te daría igual que todo el mundo te conociese, pero cuidado que la presión que está viviendo esta gente no se la deseo ni al peor de mis enemigos.

Porque sí, el chaval vive en una mansión con unos cuantos streamers más que cuesta 14.000 euros al mes. Pero es que apenas pueden salir de ella.

Que por mucho dinero que tengan, al menos en países de habla hispana no pueden caminar por la calle como cualquier mindungui como nosotros. Y podrán comprar todo lo que les de la gana, pero siempre y cuando lo puedan disfrutar en la intimidad. Siempre y cuando tengan esa intimidad, a sabiendas de que cada X meses es probable que se vean obligados a irse de su casa por la propia presión que ejercen los fans stalkers.

Estaba viendo a principios de semana la entrevista que le hacía Évole a Ibai, y no pude más que recordar la comida que hace unos meses tuve con, digamos, un alto directivo de una empresa multinacional en Madrid.

A este hombre en particular lo conozco desde hace años, y sé de buena tinta lo que ha tenido que currarse para llegar donde está. Es, de hecho, probablemente la persona más rica (económicamente hablando) con la que tengo trato personal. A un nivel muy por encima de todos nosotros, vaya.

El caso es que en la comida me contaba la suerte que tenía yo (el mindungui) por el tipo de vida que llevaba. Que el dinero, como quien dice, no da la felicidad, y que de hecho ha tenido ya varios intentos de fans de colarse en su mansión (donde vive con su familia e hijos), con juicios pendientes por chicas que incluso se han tatuado su cara en el cuerpo.

La cuestión es que seas un alto directivo con una exposición pública enorme, como si eres un chaval de veintipocos años que ha subido al estrellato de Twitch este último año, la presión social que tienes es inmensa, y no tengo claro que valga realmente todos esos millones de euros en cuenta.


Ibai reconocía en la entrevista que sufría de ataques de pánico. Hace años en una entrevista de Mejide a ElRubius, este último rompió a llorar reconociendo que no podía aguantar más.

Lo peor de todo es que casi nadie acaba siendo Ibai o ElRubius

Hace unos cuantos meses escribía aquel artículo que llamé “Los streamers son los nuevos Astronautas“, en el que hacía hincapié en cómo quizás la gente de mi generación había crecido imaginándose el día de mañana ser un astronauta (algo que al final sabemos que muy pocos lo van a conseguir) mientras que buena parte de las nuevas generaciones a lo que aspiran es a ser Ronaldo, Ibai o ElRubius:

Porque bien es cierto que alguien que aspirase a ser el día de mañana astronauta tenía muy claro que debía sacarse una carrera y currarse muchísimo sus aptitudes profesionales.

Alguien que espera vivir de los esport va a tener que dedicar muchísimo tiempo a los videojuegos, que le darán una serie de aptitudes que pueden serle de mucha utilidad en su día a día, pero que seguramente le obligarán a dejar de lado el sistema educativo tradicional. El mismo que, con sus dimes y diretes (ni de lejos es perfecto), creo que sigue jugando un papel crítico en la evolución de la sociedad.

En esa pieza de hecho hablaba de aquel estudio de la Universidad de Offenburg (EN) que había calculado la media de ingresos de los streamers profesionales (los que para los investigadores tenían un mínimo de 1,4 millones de suscriptores), llegando a la conclusión que su media de ingresos era de 17.000 euros brutos anuales. Lo justo para vivir en un país como España.

Estos días el CTO de FlexxibleIT publicaba en su cuenta de Twitter un Estado del Arte de los streamers de Twitch (EN) en España, con los datos analizados de enero y febrero, llegando a las siguientes conclusiones:


  • El 90% de las emisiones de Twitch en español tienen un total de 3 o menos espectadores de media. Tener una media de más de 6 espectadores a lo largo del mes te coloca entre el 5% de los canales más populares. Tener más de 29, entre el 1%.
  • De esos 30 mil usuarios al mes que “trabajan” emitiendo en Twitch en español (5 días a la semana, 8 horas al día), únicamente un 5% tiene una media de más de 45 espectadores.

En resumidas cuentas: Que casos como los de Ibai son tan anecdóticos que se pueden contar con los dedos de una mano (y te sobran dedos).

La realidad es que muy pero que muy pero que muy poca gente vive de generar contenido en la red.

De ahí que sea pesado con eso de que no quiero ser Ibai (aunque el tío me cae genial, ojo). Y no me gustaría que mi hijo, si es que algún día tengo uno, quiera serlo.

Por el simple hecho de que conseguirlo es muy difícil. Y que si aún con todo acaba consiguiéndolo, le espera una vida muy jodida.

Alguno me dirá por aquí que el éxito está en el punto medio, y le tengo que dar la razón. El problema es que con estudios como los de FlexxibleIT es cuando se demuestra que ese punto medio apenas existe (o no tienes casi audiencia y por tanto apenas ganas lo justo para ser mileurista, o de pronto tienes un éxito brutal, facturas una burrada, y no puedes hacer vida normal).

Eso obviando la dependencia absolutista que tienen todos estos creadores de contenido en la plataforma que les alzó al éxito. Como no sean vivos y tengan un buen equipo de marketing y estrategia detrás que les abra otros frentes, puede pasarles que de la noche a la mañana se les cierre su canal por cualquier tontería, y se queden sin negocio.

Lo cual, ya de paso, arroja más presión aún, sobre todo teniendo en cuenta que si te has preparado para ser astronauta, y al final no lo eres, pues “al menos” seguramente puedas conseguir un trabajo bien remunerado con tu carrera. Ahora, si has intentado ser streamer, o youtuber, o ya puestos, futbolista, y no lo consigues, ¿qué trabajo vas a conseguir?

En el mundo startuperil siempre ha estado ese mantra de que hay que tener un trabajo que es el que te da de comer, y otro que es el que el día de mañana quieres que te de de comer. Que hay que alimentar caminos alternativos por si el principal, ese que añoras, no lo llegas a conseguir.

Y eso en muchas ocasiones pasa por labrarte una carrera o una formación mínima como la que tenemos la mayoría de mindunguis. Y con la que te aseguro que se puede llegar a vivir muy bien. Mejor, posiblemente, que con esas fortunas y esa presión.

Así que ánimo, Ibai. No querría estar en tu pellejo.

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