En los últimos días, varios grandes movimientos me empujan a volver a sacar a la palestra la tensa lucha que se está viviendo en el mundo digital entre las compañías, los usuarios y los gobiernos.
China oficializa su maquinaria de espionaje masivo como una herramienta de precrimen (EN). La unión de un sistema de videovigilancia callejera centralizada, junto al control de cualquier movimiento digital que el usuario realice en su terreno (la Gran Muralla China Cibernética), así como la cooperación de buena parte de la cadena financiera de ceder datos e historiales de cada ciudadano conforman un caldo de cultivo perfecto para que el gobierno, amparándose en análisis de grandes volúmenes de información y el aprendizaje profundo que llevan tiempo instruyendo, delegue en la máquina el reconocer quién de sus casi mil quinientos millones de ciudadanos tiene todas las papeletas de volverse un terrorista, o peor aún, un activista político.
Por otra parte, en Baréin, con una población de 1,5 millones de habitantes, se ha instalado un sistema de control masivo (EN) que es la envidia del resto de países árabes (y si me apura, del resto de países a secas…). Entre sus fronteras, el pertenecer al colectivo LGBT, reunirte con las personas inadecuadas, o simplemente ser una mujer “sin dueño”, puede ser suficiente para que la policía del país le detenga. De nada ha servido, de hecho, que en 2002 el actual rey Emir Hamad Al Khalifa realizara cambios en el sistema legislativo garantizando la aplicación de los Derechos Humanos (EN). Tan solo 9 años más tarde, el Observatorio de Derechos Humanos describió la situación del país como “pésima” (EN).
Y lo preocupante del asunto no es precisamente que estos gobiernos no tengan problema alguno en tejer tan terrorífica maquinaria de control, sino precisamente que sus ciudadanos consideren aceptable una situación semejante.
Sobre esto quería dedicar el artículo de hoy. A cómo esa campaña de conflicto continuo e inexorable entre ciudadano y gobierno acaba por dibujar un escenario donde se obvian hechos y libertades que no deberían moverse jamás.
La evolución de los derechos, libertades y privacidad del ciudadano digital
Queda patente que esta feroz carrera tecnológica está modificando hasta límites insospechados algunas ideas hasta ahora muy arraigadas entre nosotros.
La sociedad cambia de década en década, y no de generación en generación. El que sea ahora por primera vez en la historia que nuestra raza es capaz de estar conectada globalmente abre a un universo de sensaciones y sentimientos encontrados, al tener a tan solo un click de distancia culturas que hace tan solo un siglo quizás ni siquiera hubiéramos conocido en toda nuestra existencia.
De todas ellas, y quizás influenciado por la educación (y cultura) de la que tanto usted como un servidor ha mamado toda su vida, la nuestra es seguramente la más permisiva y adecuada en cuanto al papel del ciudadano en la sociedad. Con sus problemas y peculiaridades también, ojo.
Huyo de definirla como la más evolucionada, aunque quiero pensar que el futuro que nos depara debería dirigirnos a un escenario en el que cada habitante se siente partícipe del colectivo per sé, pudiendo llevar a cabo sus sueños, exponiendo su forma de pensar sin miedo al rechazo, y aportando a ese tejido social las capacidades que él/ella vea oportuno ofrecer.
El caso contrario pasa por una suerte de infantilización de la vida, en el que nuestro papel en el colectivo viene auto-impuesto por alguien de arriba (que puede ser la familia, la clase social o el propio sistema), y donde ese conjunto de derechos individuales considerados básicos no hace más que disminuir en favor de un supuesto bien común, o como excusa de una cultura malinterpretada.
Resulta, sin lugar a duda, más cómodo manejar un colectivo desde la fuerza que desde la unión, y con una tergiversación del papel de la política como la que estamos sufriendo en la actualidad, centralizada en la campaña a cuatro años vista, parece que nos dirigimos de frente a este segundo escenario.
Bajo este paradigma, la tecnología también afecta de forma directa a lo que el individuo considera de ámbito privado y de ámbito público.
Muchos hemos corrido a volcar nuestra vida en redes sociales, delegando su control a empresas con ánimo de lucro a cambio de unos beneficios específicos (sociabilidad digital, expresión personal frente al colectivo,…).
Esto hace que en efecto, los principios que tenemos sean líquidos en el tiempo, y que por ello la privacidad evolucione conforme evoluciona la sociedad.
Sin embargo…
Sin embargo, hay límites que, ya sea basándonos en antecedentes históricos, ya sea previniendo el riesgo que debemos asumir y que de seguro acabará por pasarnos factura el día de mañana, no se deberían pasar.
Lo dije en su día muy claro, y no me importa volver a repetirlo cuantas veces haga falta: El verdadero debate sobre la privacidad no es el que piensas.
Lo que si podría ocurrir (y del cual sí tenemos constatación en la historia) es de que el día de mañana esa información que gentilmente se está almacenando en medios digitales acabe por ser utilizada por una corporación, un gobierno, un grupo terrorista, un [lo que quiera] para hacer daño a una parte de la sociedad (otra nación, un raza, un género específico, una preferencia sexual,…).
Desde detener a una persona por unos “antecedentes” (como el ser homosexual, que sigue estando penado en alrededor de 70 países), hasta que te mate el grupo terrorista de turno por haberte puesto en contacto con la policía (como ocurre en Mexico DF con los Zetas).
Algo que YA ESTÁ PASANDO en otras culturas, y que ya pasó también en nuestra historia reciente.
Los malos SIEMPRE van a encontrar maneras de saltarse los controles que un gobierno o una empresa consiga implantar en el sistema.
Al final, las únicas víctimas de ese escenario más controlado seguirán siendo los usuarios y ciudadanos.
De ahí que luchar contra el cifrado en las comunicaciones, como propone Reino Unido o Francia (EN), sea un despropósito. De considerar un peligro para el bienestar de la nación que los datos viajen cifrados de punto a punto, y que ni siquiera la compañía detrás de la herramienta sea capaz de analizarlos, sea crítico para el buen devenir de nuestra civilización.
Hay cosas que deberían seguir siendo privadas. Que formen parte únicamente de cada uno de nosotros.
Eso no significa querer desearle lo peor a tu país. Tampoco significa que tengamos que desconfiar de los gobiernos (a fin de cuentas, y al menos por Europa y América, somos nosotros los únicos que tenemos la culpa de haber elegido bien o mal). Ni tampoco debería servir para que algunas compañías se levanten como garantes de nuestra información personal.
La otra alternativa nos dirige a un escenario como China o Baréin. Y al menos en este tema que nos compete, una situación semejante no se la deseo ni a mi peor enemigo…
Como siempre excelente articulo. El uso de los grandes inventos – desgraciadamente – siempre a sido usado por los mas poderosos para volver a someter al usuario ( que encima somos los que pagamos equipos, conexión, software ) y ejercer un control total sobre el.
Pues estamos ahora en la potestad de cambiar esa balanza Pau. Nunca antes el ciudadano ha tenido tanto poder como en estos momentos.
No se que pensar en relación a tu respuesta. Ellos tienen los medios, el poder, la posibilidad. Nosotros USAMOS lo que nos venden
Ten en cuenta también una cosa. Uno son los intereses de las corporaciones, y otros del gobierno. Y no siempre van de la mano.
Descontando que dentro de esa paulatina centralización de la experiencia, seguimos teniendo mayor control que el que teníamos por ejemplo hace un siglo. Ahora sigue habiendo medios oficiales, pero cualquiera puede liarse la manta al cuello y ofrecer su propio medio, que es (por ahora) tan accesible como cualquier otro.
¿Sabes algo? Hasta que he sido padre, hace ya nueve años y pico, el miedo ha sido mi compañero habitual. Curiosamente ahora, entre comillas, me importa bien poco lo que se opine de mí y de lo que hago, mientras sea lo que yo, acertada o equivocadamente eso el futuro lo dirá, pienso que debo hacer. Es decir, me importa bien poco lo que opinen de mí por decir o por hacer tal cosa o tal otra. Lo que me importa es que mi hijo en el futuro piense: “mi padre luchó por mí, por mis derechos, por mi bienestar, por mi futuro”. Y eso ha alejado el miedo de mí. Ojo, más de una vez me ha costado porque siempre he sido una persona muy introvertida y todo se quedaba dentro de mí y con 40 años empezar a ser tú mismo me costó bastante y aún ahora me sigue costando. Pero prefiero vencer mis miedos y tirar palante a hacer lo que la sociedad actual, una buena parte de ella, está haciendo: mirar para otro lado, pensar que nada tiene solución, evitar el conflicto, tener miedo a la reacción, tener miedo a apostar por algo que no sabemos cómo nos irá, aún sabiendo que apostar por lo mismo o parecido seguirá sumiéndonos en el vacío. No quiero éso, no quiero que a nuestros hermanos los chinos los tengan controlados hasta en el número de zapatos que tienen, no quiero que Estados Unidos, Rusia o China o cualquiera gobiernen el mundo, no quiero que se hagan héroes de tiranos o dictadores pasados que han destruido un país y a sus habitantes por lo mal que lo están haciendo los que están ahora. El tirano siempre será tirano nos vaya bien o mal ahora. En fín perdón por este subartículo dentro del tuyo que no tiene desperdicio. Feliz lunes y feliz comienzo de semana a todos y especialmente a tí Pablo que nos unes.
Perdón por nada Fernando. Esa es justo la forma de pensar que todos deberíamos tener. Hay cosas en la vida por la que es importante levantarse, y esta es una de estas.
Saludos, y muchas gracias por compartir tus reflexiones.
Tema sobre el que es necesario seguir recalcando, una y otra vez, para hacer conciencia sobre los peligros que conlleva empoderar estados con sistemas de vigilancia y control que violan el derecho a la privacidad del ciudadano. En juego la libertad que pregona como principio el concepto de democracia. Los estados comienzan a utilizar bigdata para perfilarnos al estilo Google pero con objetivos diferentes y por cierto, en el fondo, más macabros. Al alcance de todos está el limitar la información sensible que entregamos consiente mente. Un saludo Pablo.
Un par de puntualizaciones, a mi me gusta más hablar de sociedades desarrolladas en vez de avanzadas, nunca queda claro lo que significa un avance (a veces un avance hacia atrás) por eso hablar de desarrollo es quizás, y en mi opinión, una mejor aproximación al concepto.
Otra puntualización es el uso que hacemos del concepto de privacidad, que suelo hacer a diario (nadando a contracorriente como suele ser la costumbre) Privacidad es un concepto que viene del inglés privacy, que siempre lo he traducido al castellano como personal o intimidad, dependiendo del contexto. A diario veo en internet intensos debates sobre la “privacidad”, cuando en realidad queremos hablar de la intimidad. La Rae lo define claramente : privacidad
1. f. Cualidad de privado.
2. f. Ámbito de la vida privada que se tiene derecho a proteger de cualquier intromisión.
Es decir, cuando hablamos de privacidad hablamos de intimidad. Si le pregunto a mi abuela, que está ya mayorcita, no tiene dudas acerca de un derecho fundamental que además lo ampara la constitución como derecho irrefutable. Pero cuando hablamos de privacidad no sabe que es eso, le suena a algo de internet. Es decir, se cambia el concepto para renunciar a un derecho constitucional.
A parte de esos dos apuntes, suelo ir un poco más allá. En mis años mozos, vi una película muy mala, creo que del Stalone, en la que, el malo malísimo, que estaba en el poder, liberaba a un peligroso criminal para demostrar que era necesaria cambiar la ley y endurecerla. Ahora, que ya tengo unos años más y he visto series como 24, y he leído sobre algunas conspiraciones, algunas más plausibles que la versión oficial que dejan más claro como funciona el poder.
El poder tiene muy claro que el ciudadano de a pie, se mueve por muchas cosas, pero la que más le mueve es el miedo, si consigues meterle el miedo en el cuerpo y le das opción de librarse de él, hará lo que tu digas. En particular, a los gobiernos, pero en general al poder, les viene muy bien tener una serie de enemigos. Recientemente se ha descubierto lo que parece el santo grial de los enemigos. Nada mejor que tener unos terroristas, que no sabes cuantos son, ni donde están. Que pueden estar entre nosotros, que no están centralizados, que son una serie de células independientes, que no sabemos como se financian ¿nos suena?
Y además, en el otro lado (nuestros malos) también les viene bien tener a sus enemigos, puesto que, en cualquier momento, los otros malos, irán y les destruirán sus casas, sus colegios, sus hospitales… Por que en ambos lados, los poderes necesitan enemigos. ¿Cuántos enemigos se crearía el mundo occidental cuando George Bush bautizó “el eje del mal” tras el atentado de las torres gemelas? Gente que ni sabían muy bien donde estaba estados unidos les había insultado, gente que diariamente iba a trabajar, cuidaba de sus familias y luchaba por seguir adelante día a día, se había burlado de su cultura y costumbres. Estoy convencido que en algunos de esos países pasaron el video del expresidente una y otra vez con el fin de grabarlo en la memoria de sus ciudadanos… Y cuando leí sobre las conspiraciones del 11s, me sorprendió ver que citaban todas y cada una de las cosas que no me cuadraban (y algunas más)cuando pasaron los atentados….
Entretener a la gente con el atentado de no se donde, el avión estrellado, la niña que ha sido violada y brutalmente asesinada, un terremoto con gran destrucción, o el virus que va a acabar con la humanidad… Cuanto más atroz es la noticia, mejor se vende y es el perfecto caldo de cultivo para alimentar el miedo. Y, además, una perfecta forma de hacer perder el tiempo a los ciudadanos en cosas que, lo más probable, no puedan hacer nada y que mientras pierdan el tiempo en eso, no lo perderán en otras cosas.
A la hora de aplicar los cambios, suelen usarse como necesario, todos esos casos atroces, aunque últimamente parece líder indiscutible el terrorismo, pero en general, cualquier cosa que nos haya hecho llorar, emocionarnos y empatizar. Por ello se suelen aplicar a los delincuentes más peligrosos, aquellos con los que o cabe duda que hay que tener mano dura… para luego ir, progresivamente, cambiando a todos los ciudadanos, y, hay que tener en cuenta, que, aquellos que nacen existiendo una serie de controles, nunca los van a discutir, así que la implantación de cualquier norma de control solo es cuestión de tiempo. ¿era peor la dictadura franquista que la democracia? Pues sin tener una respuesta 100% clara, ahora vivimos muchísimo más limitados que entonces, tenemos muchos menos derechos y muchas más obligaciones…. Eso si, estamos más contentos de tener una democracia….
¿Cómo se cambian las cosas? Pues voy a volver a citar algo de mi tierna infancia, cuando era sutilmente manipulado por el gobierno socialista, cuando al bruja avería decía “viva el mal y el capital” y los electroduendes que decían “haremos una revolución para que nos exploten de una manera más sofisticada” queriendo decir, que los problemas del poder y el control llevan miles de años de actualidad y que se repiten cíclicamente. Eso si, cuando no había medios de control se creaban dioses que te controlaban como ahora es técnicamente posible hacerlo…. y ya no necesitamos dioses.
Para terminar, una frase de cosecha propia “Todos aquellos que colaboren, financien o apuesten por el gran hermano, sucumbirán a su poder”, ahí queda eso.
Muy buenos apuntes Khepper. Precisamente publicaba ayer un artículo al hilo de parte de lo que comentas: Carta de un europeo avergonzado.
Y por cierto, me recordó lo que me contaba hace tiempo un compañero de Asturias. A su padre, cuando le explicaron por primera vez qué era eso de la democracia, después de la muerte de Franco, le dijeron que la democracia era como la dictadura, solo que ahora podría decir todo lo que pensara.
Puedes decirlo, que total, no va a pasar nada :).