La idea detrás de Open Data (ES) es la misma que nos encontramos en movimientos como Open Source, e incluso en el núcleo del DIY. Un tonel de gasolina para impulsar la evolución de todo el ecosistema tecnológico presente. Un compromiso para con la sociedad, que en ningún momento tiene que ser desinteresado, y que nos permitiría favorecernos de las ventajas y experiencias del resto de la comunidad.


Opendata

Estar envuelto en la creación de un proyecto de IoT me ha permitido experimentar muy de cerca las necesidades de generación de un entorno sostenible de datos abiertos.

Una filosofía que frisa directamente con un negocio tan lucrativo como es el de la venta de datos, precisamente porque de base este modelo se está cada vez más quedando anticuado.

Actualmente, los ejes motivadores que impulsan a un organismo a liberar datos suelen venir de la mano de una financiación pública, y poco a poco, también por parte de gobiernos como método de transparencia que les permita ganar en confianza (y por tanto, votos), huyendo de ese oscurantismo tan presente en el siglo pasado. Así es como me atrevería a decir que más de las tres cuartas partes de datos abiertos en internet provienen de administraciones públicas, gobiernos y entidades científicas (como pueden ser universidades). Precisamente en Europa, apenas hace dos meses el G8 acordó impulsar iniciativas de este estilo (EN), fijando unas directrices básicas que en el futuro deberían cumplir todos los organismos públicos, y que podríamos resumir en el aún mítico «OBD» (Abierto por defecto en sus siglas en inglés).

Pero lo cierto es que las ventajas de una apertura formal (y correctamente normalizada) de datos ganan de calle a sus desventajas, tanto a organizaciones públicas como a privadas, al permitir mejorar exponencialmente los estudios conductuales en todos los sectores que le puedan venir a la cabeza (es decir, un sistema de testeo mucho más efectivo e inmediato para nuevos productos basándose en la experiencia de los anteriores), a ofrecer unas estadísticas más fiables y reales que las que obtendríamos con los datos internos de una sola empresa, y en definitiva, a generar un ecosistema óptimo para el nacimiento de una verdadera sociedad de la información, que reduciría drásticamente los gastos presupuestarios de todas las empresas que estuvieran sumadas a la iniciativa.

Y esto hablando de grandes organismos, que si nos vamos al mundo startup o a la comunidad de desarrolladores, la cosa no hace más que mejorar, al encontrarse al frente de una mina de datos que podrían ser explotados legalmente, generando un basto sistema de aplicaciones jamás visto, y terriblemente efectistas para la sociedad humana.

Hablamos de millones de mentes, millones de ordenadores explotando el conocimiento humano de millones y millones de formas distintas, lo que seguramente acabe por cambiar para siempre todos y cada uno de los sectores de conocimiento de nuestra especie. Porque es ahora cuando tenemos el potencial de distribuir, modificar y procesar todo ese valor. Porque internet y el tercer entorno nos ofrecen por primera vez en la historia los medios necesarios para controlar de forma inimaginable nuestro futuro.

¿A qué problemas nos enfrentaremos? ¿Cómo podemos solucionarlos? Todo esto lo trataré mañana, en un artículo que lleva por nombre Abriéndonos al futuro: transparencia e información.