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Me ha encantado (y por eso te escribo hoy de esto) la pieza (EN) que hace unos meses publicaba Benedict Evans en su web, y que gracias precisamente a la magia de Internet, descubría este fin de semana.
En ella, el bueno de Ben repasaba algunos KPIs que venían a señalar lo que muchos ya hemos constatado desde hace años.
Internet ya no es un producto estadounidense
La tesis que defendía es bien sencilla:
La web fue inventada en Suiza, y los ordenadores se inventaron en Reino Unido, pero Internet era de EEUU.
No le falta razón. Lo que ahora llamamos internet en su día nació como aquella Arpanet del ejército de EEUU, y si tiramos más del hilo, de aquellos acercamientos a enviar 1s y 0s entre universidades, de nuevo, estadounidenses.
Y como ocurre en todos los mercados, quien llega el primero al menos tiene la capacidad de influir significativamente en el futuro de ese nuevo sector (otra cosa es que lo consiga, claro).
Así, tras estos ¿30-40? años de Internet, podemos decir que EEUU ha sido quien ha partido el bacalao.
Lo comentábamos de hecho no hace mucho en otro artículo exclusivo para vosotros, mis queridos mecenas, en el que repasábamos cuáles eran las empresas más valiosas del mundo.
[…] No es casualidad que del top 10 de empresas más valiosas (ES), solo 3 no se dediquen exclusivamente a la tecnología de consumo (JP Morgan, 10º puesto, y Berkshire, 8º puesto, ambas principalmente financieras, y Aramco, primera o segunda de la lista según quién prepare el informe, que a fin de cuentas es el conglomerado petrolero de Arabia Saudí, y ya de paso, el chiringuito cerrado de un
dictadorrey).
El artículo versaba sobre otras lindes, pero parto de él para señalar otra obviedad: De esas 7 tecnológicas, ahora hay 2 no son estadounidenses.
Y es más. Hablamos de 2 (Alibaba y Tencent) que hasta el otro día no aparecían en los tops occidentales de nada. Que probablemente alguno de vosotros ni conocía (Alibaba es el Amazon chino, y Tencent una macrofactoría de software muy ligada a los videojuegos).
Por si fuera poco, y como bien señala Ben, el 80-90% de los usuarios de Internet ya están fuera de USA. Hay más móviles solo en China que en toda USA y Europa del Oeste juntos, y la figura de Silicon Valley como el epicentro mundial del mundo startuperil se va poco a poco dilapidando, con iniciativas de la talla de Shenzhen en China (probablemente casi todos los productos tecnológicos que tienes en casa hayan pasado por aquí en algún momento de su proceso de fabricación) o Israel (principal exponente de startups de defensa y ciberseguridad).
A esto júntale:
- La regulación: Los tiempos en los que EEUU lideraba la regulación digital han pasado a mejor vida. Probablemente en esto Europa sea de las pocas cosas en las que llevamos el liderazgo… al menos en occidente. Porque en oriente tenemos a una China (y si quieres meterlo en el saco Rusia también) planteando otro modelo menos abierto que está demostrando funcionar, al menos en términos económicos.
- La innovación: Si asumimos que el machine learning y la inteligencia artificial es el futuro próximo de la revolución tecnológica, de nuevo EEUU no parece ser quien vaya a liderarla. Hace poco, sin ir más lejos, el siempre elocuente Eric Schmidt (ex-CEO de Google y actual presidente de la Comisión de Seguridad Nacional de IA de EEUU) aseguraba que China está a lo sumo a uno o dos años de liderar el progreso tecnológico mundial (EN), al tener, como ya comentamos en su día, un ecosistema de datos y una regulación mucho más amigable con la investigación (y agresiva con los derechos de los ciudadanos, por supuesto).
- Las empresas: Porque la guinda del pastel lo ponen las empresas y el Estado, es decir, quien invierte los millones para que los engranajes sigan funcionando. Y ahí, nuevamente, China empieza a sacar músculo en un entorno cada vez más maduro (¿cuánto hace que no surge una nueva startup estadounidense que haga frente al status quo de Internet?), y con una Europa dormida en los laureles (sí, tenemos Spotify y cuatro casos más. ¡Yuju!).
El mejor ejemplo lo podemos ver en todo el jaleo que hubo el año pasado con TikTok, y que un servidor ya señaló como un ejemplo de guión de proteccionismo absurdo.
En aquella guerra entre Trump y TikTok, o Trump y Huawei, lo que había no era un interés lícito por “evitar los riesgos de seguridad que suponían estas empresas para los ciudadanos estadounidenses”, sino más bien poner trabas artificiales a dos gigantes de fuera que les estaban haciendo sombra en Internet, es decir, en su propio producto, a sus propias empresas.
Que el monopolio (startpus, innovación, regulación) que hasta el momento ostentaba EEUU se resquebraja. Justo lo mismo que pasó en Europa con la caída de los líderes de la movilidad telefónica (Motorola, Nokia…).
Y lo que viviremos a partir de ahora seguramente sea cuanto menos conflictivo, con choques culturales que inciten a políticas proteccionistas y cortoplacistas, con guerras comerciales y excusas varias para defenderlas, y en definitiva con un Estados Unidos sufriendo por primera vez en su historia la pérdida de la posición privilegiada que hasta el momento ha vivido, y que tiene reflejos indirectos incluso en el mercado bursátil, con unos bitcoin en máximos históricos utilizados, paradójicamente, como cartera de ahorro, ahora que la máquina de imprimir billetes de dólar se ha puesto a funcionar a destajo, y el mercado global se ha dado cuenta de que “lo mismo depender de una moneda centralizada y con la deuda externa más elevada del mundo (EN) no es una buena idea”.
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