Lo he dicho por estos lares, y también en alguna que otra conferencia o taller, que me considero una persona con éxito.
A fin de cuentas, estoy llevando la vida que quería llevar, con un trabajo que puedo hacer desde cualquier lado y que me motiva a levantarme cada día, y con un entorno profesional y personal, salvando muy contados casos, sano.
Eso sí, no me baño en billetes de 100 euros. Y hay días de mierda, por supuesto.
Tanto para preguntarme en más de una ocasión si merece la pena ser autónomo en España (ES). Hay veces que te levantas y piensas que te vas a comer el mundo, y otras casi ni apetece levantarse G.G.
Tampoco me va mal, claro. Pertenezco seguramente a ese escaso 10% de la sociedad que más cobra en un país como España, pero aún así, sigo perteneciendo a la clase obrera (o si lo quieres ver así, a esa impostada clase media/burguesa), por eso de que tengo que trabajar para poder vivir.
El caso es que tanto a Èlia, como a un servidor, nos van bien las cosas. Y nos van porque llevamos años trabajando como unos cabrones.
Sin embargo, cada poco aparece el gurú de turno que hace siete cifras con sus lanzamientos y ha salido de la nada.
Me refiero, claro, a esos que dan conferencias multitudinarias y/o cierran rondas de financiación millonarias cada dos por tres. A esos que montan una empresa y tienen ya dos o tres grandes compañías con un contrato a varios años vista con muchos ceros.
¿Qué están haciendo ellos entonces que no hacemos Èlia o un servidor?
Si luego, a lo mejor, a nivel de productos o servicios, no es que ofrezcan algo mejor, cuando no directamente están varios escalones por debajo de la calidad y profesionalidad que podemos ofrecer en CyberBrainers.
Que en este mundillo todos nos conocemos, y sé de qué pie cojean…
Es en ese punto cuando indagas en cómo han llegado hasta ahí, y caes en la consideración de que hay un elemento común: El éxito viene de cuna.
Los recursos de los círculos cercanos y el éxito profesional
Esto mismo se aplica a todos los gurús tecnológicos de nuestra era. Musk, Zuckerberg, Jobs, Bezos,… da igual en cuál te pares. Casualmente todos vienen de una familia claramente adinerada, con suficiente poder como para empujar las carreras de sus miembros, con suficiente conocimiento para enseñarles cómo y dónde deben picar para llevar a buen puerto sus negocios.
Y sí, hablo de contactos, pero también de esa tranquilidad que te da el saber que si necesitas varios cientos de miles de dólares para testar una idea, los tienes. Y si fracasas, que es lo normal en cualquier emprendimiento, no pasa absolutamente nada, porque sigue habiendo barra libre en la cuenta familiar y/o en el apoyo de los círculos cercanos.
Claro está, en nuestro caso no ha sido así.
Todavía hoy en día, en prácticamente cualquier reunión familiar que tengo, me recuerdan que han salido oposiciones a cualquier cosa, y que ya que trabajo desde casa, cómo no me saco una oposición y así tengo “el trabajo asegurado”.
Tanto Èlia como un servidor empezamos en la mierda, y hemos ido creciendo orgánicamente mirando hasta el último céntimo, porque lo necesitábamos para vivir. Y sí, ahora nos va muy bien, pero es que llevamos más de 10 años con esto, la amplia mayoría, sino fuera por ahorros y/o sacrificio familiar y personal, por debajo del umbral de la pobreza.
Después está todo ese halo de misticismo alrededor de estas grandes figuras. Lo comentaba, de hecho, no hace mucho, Cory Doctorow, cuando hablaba de la mediocridad de los CEOs (tecnológicos), y recientemente lo hablábamos por Twitter, a colación de la serie de entrevistas que está haciendo el bueno de Chema Alonso (por cierto, uno de los pocos patrios que conozco que desmontan la norma) en su colaboración con UnaAlDía.
- Por Internet puedes encontrar la entrevista que le hacía a Richard Stallman (busca “unaaldia richard stallman” en google o el buscador que desees).
- Y también la que le hizo a Román Ramírez (busca “unaaldia román ramírez”).
Al primero seguramente todos los que estáis por aquí lo conocéis. Estamos hablando, nada más y nada menos, del fundador del movimiento del software libre, creador del sistema operativo GNU y la Free Software Foundation. Una eminencia en el mundillo del software, vamos.
Al segundo es probable que lo conozcamos cuatro gatos: los que nos dedicamos a la ciberseguridad por estos lares del océano. Uno de los creadores de la RootedCON, el evento más grande de ciberseguridad de España, además de un culo inquieto digital de mucho cuidado.
El primero, por supuesto, tiene hasta página en la Wikipedia. El segundo… pues eso, es español :).
El caso es que te animo a que ahora mismo vayas a leer una y otra entrevista, y luego vuelvas por aquí.
En serio, vete, que te espero :).
….
¿Ya estás por aquí?
Pues bueno, ¿qué te ha parecido una y otra?
Escucho (leo) al gran Richard Stallman, y no puedo más que pensar en la gran cantidad de pájaros (entelequias) que tiene este hombre en la cabeza. Que sí, todos le agradeceremos eternamente el haber sacado adelante algo tan increíble como GNU. Pero madre mía…
Y ahí tienes a ese (casi) completo desconocido que es @PatoWC, con un discurso a años luz del primero. Sacando adelante, y con criterio, debates trascendentes y realistas que nos afectan a todos, y no utopías pseudo-anarquistas.
¿Que quieres otro ejemplo?
Por aquí te dejo el documento de más de 100 páginas de la Corte de Delaware con el proceso que tiene abierto Twitter y Elon Musk, donde se transcriben todos los emails que tuvo el magnate con sus allegados (EN/PDF).
Son personas cuanto menos mediocres (justo lo contrario que parecen al estar hablando de algunos de los hombres de negocios más importantes del mundo occidental), incapaces en muchos casos de llevarle la contraria, y simplemente ofreciéndole millones a cualquier tontería que diga, con la esperanza de sacar tajada de la situación. Así es el empredurismo de Silicon Valley. Algo de lo que ya alerté hace la friolera de ¡siete años!
La receta del éxito
Pues lo mismo, salvando contadas ocasiones, con el resto de grandes genios de los negocios.
La amplia mayoría tuvieron una buena idea (muy probablemente una que ya había estado o estaba en el mercado, por cierto) y supieron sacarla adelante (una buena gestión), en parte porque tontos no son, y en parte porque, de nuevo, tenían las herramientas (económicas y sociales) para sacarla adelante.
Lo fácil sería ahora hablar de Zuckerberg, ese genio adolescente cuyo mayor éxito fue saber copiarle descaradamente el proyecto de red social universitaria a los dos gemelos que estudiaban en su facultad, y que ha sabido desde entonces mantenerse en lo alto copiando descaradamente, cuando no directamente comprando, a cualquier otra plataforma que le pudiera hacer sombra.
Pero podemos irnos a Larry Page y Sergei Brin, que supieron en su día enfocar un proyecto fin de máster de catalogación de resultados en el que años más adelante sería el buscador más utilizado del mundo (Google), o ese Bezos y su afán por vender libros en Internet con algo que acabaría siendo Amazon, o ese Elon, que consiguió junto con otro bien nutrido grupo de hackers de clase media adinerada montar un sistema de pagos universal (PayPal) y conseguir a los pocos años un exit multimillonario.
A partir de entonces, y sin quitar mérito a esa constancia inquebrantable que todos tienen, todo lo demás les ha venido de la mano.
Google es el gigante que es hoy en día porque en efecto en su momento los fundadores consiguieron crear un sistema bastante más justo para ordenar Internet. Con ello ganaron millones, y desde entonces, todo lo que han conseguido lo han hecho a base de talonario (Youtube, Android, …).
Microsoft más de lo mismo con su sistema operativo. O Apple con su MacOS. O Meta con Facebook. O Amazon con Amazon…
Sin embargo, el mantra que se vende de puertas hacia fuera es que son las empresas que son gracias a la innovación. Algo que como bien señalaba Doctorow en su artículo, contradice los datos.
Las mayores empresas tecnológicas del mundo han reducido sus departamentos de I+D año tras año, sustituyendo la imaginación, la habilidad y la perspicacia por fusiones, adquisiciones, precios abusivos, contratos de exclusividad y otros trucos financieros.
Sus fundadores tuvieron la fuerza de voluntad y los recursos para triunfar una vez, y gracias a ello, han tenido los recursos para seguir triunfando… en un ciclo en el que son precisamente estas compañías que fundaron las principales barreras para que otros con ideas innovadoras lleguen bien alto.
No porque sean más listos o inteligentes que tú y que yo. Sencilla y llanamente porque la meritocracia, sobre el papel y en los pitchs motivacionales, queda fenomenal.
Pero la realidad es que, para tener éxito, necesitas de algo más que simplemente ser constante y tener buenas ideas.
Necesitas los recursos que solo el formar parte de una jet set privilegiada te los va a dar.
- ¿Se puede llegar alto empezando desde abajo? Se puede. Quiero pensar que Èlia y un servidor somos buenos ejemplos de ello.
- ¿Se puede llegar a lo más alto empezando desde abajo? Sinceramente, no se me viene a la cabeza nadie a quien poner de ejemplo.
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