Hará cosa de dos semanas charlábamos con algunos amantes del séptimo arte sobre la necesidad cada vez más palpable de conceptualizar historias que se quedaran en el subconsciente en apenas unos segundos, como el germen de la viralidad que nació de la masificación del social media.
En la charla, salió a relucir algún que otro spot de El Corte Inglés, aprovechando que uno de ellos ha estado involucrado en el filmado de los últimos anuncios.
Cómo cada vez más en la industria, era necesario recortar la idea principal para que calase muy hondo en el espectador y consiguiera “robarle” apenas unos minutos de la ajetreada vida de la sociedad de la información.
El cine nos lleva ventaja -decía nuestro compañero-, puesto que lo han visto venir, y el ritmo ha ido continuamente evolucionando desde películas de cerca de dos horas y media con planos fijos y composición de movimientos por personajes hasta la media actual de hora y algo, que juega más con “lo que no se ve“, cambios de cámara ágiles y ruptura de elipsis, dirigido a un público que ni tiene tiempo ni ganas por esperar a ver qué ocurre.
Lo cierto es que el mundo audiovisual ha sufrido un profundo cambio, y quizás sea la publicidad quien más está sufriendo, al ser considerada invasiva (en esto la costumbre de cortar películas y programas en la televisión para bombardearnos con publicidad tiene mucha culpa). Está claro que el formato de minuto y medio es insufrible, y difícilmente se mantiene incluso entre un target que de antemano espera su visionado. En televisión triunfa el 20 segundos, y cada vez más, disminuye su tiempo, siendo en los formatos digitales donde la reducción se hace más palpable, motivada por la necesidad de adaptarse a un espectador que quiere ver lo que quiere ver, y tiene la potestad de elegir a tan solo un click.
Spots cortados a los escasos segundos de su comienzo (como nos encontramos en los 5 seg mínimos de Youtube), abren mercado al formato instantáneo, que tan bien ha sabido jugar Vine, recientemente comprada por Twitter. Una aplicación que va más allá de una nueva red social, al abrir un nuevo mercado como plataforma de publicidad que el espectador SÍ acepta visionar, y que agregaba esta semana la posibilidad de embeber código en cualquier web (algo básico y necesario para la viralización).
Un absoluto desafío conceptual. 6 segundos pasan en un abrir y cerrar de ojos, para bien y para mal, y este tiempo es el que se está imponiendo como modelo para crear necesidades en el capitalismo vigente. Si algo dura más de 6 segundos, sencillamente no lo vemos, desconectamos. El cliente ya no es tonto, ya no se sienta delante de una pantalla “a ver qué echan”, no. Ahora el público es bidireccional y quiere tener el control. 6 segundos para mostrar todo aquello que hace a una marca o un producto. 6 segundos para venderlo, directo, conciso, claro. Porque si dura más no lo vemos. Puede parecer sencillo, pero os aseguro que se trata de una verdadera tortura para los creativos. Un nuevo formato acorde con las necesidades (y exigencias) de un público interactivo, que no se anda con rodeos (ni quiere que se le trate como hace veinte años), que busca el bidirecionamiento y la interacción en múltiples pantallas, el derecho a compartir y segmentar, la protección de sus círculos como filtro, y que su opinión sea tratada convenientemente de forma instantánea.
Edit a día 3 de Junio del 2013: Vine acaba de desembarcar en Android, y lo hace como es de esperar con un vídeo.