Escribo esto después de varias situaciones que me han llevado a volver a sacar mis ideas a relucir, y ver que por sencillas que en principio pensaba que eran, no parecen ser de dominio público.
Una reunión el otro día con un amiguete, el cambio de prioridades que está planeando realizar mi pareja, una conversación cerveza en mano con un proveedor tecnológico al que un problema de corazón le había abierto los ojos, y el vídeo que enlazaré al final de la pieza, que creo ejemplifica a la perfección de lo que quería hablarte hoy.
El caso es que si hace unos años hablaba de lo difícil que es buscar la felicidad en una sociedad tal y como está pensada hoy en día, en la actualidad me parece la mar de sencillo. Está, como decía, al alcance de cualquiera de nosotros.
Claro está, conlleva marcarse muy bien los objetivos, pensar a largo plazo y, sobre todo, out-of-the-box, lo que quizás conlleve realizar sacrificios.
Pero posible es. De hecho vivimos en la mejor época para ello.
Así que voy a empezar a lanzar obviedades que curiosamente la mayoría obvia.
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El tiempo es nuestro bien más valioso
Siempre pongo el mismo ejemplo, y me jode porque para alguien al que le gusta siempre enlazar, en este tiempo he perdido la fuente original.
El caso es que hace bastante leí algo que se me grabó a fuego en la retina. La noticia era algo así como:
“Unos investigadores lanzaron la pregunta ¿de qué te arrepientes en tu vida? a varias miles de personas de la tercera edad, y la respuesta que más se repitió fue la siguiente:
–Haber dedicado tanto tiempo al trabajo.
Y no es para menos. Si contamos los estudios como trabajo (que a fin de cuentas lo son), pasamos de media una tercera parte de toda nuestra vida trabajando, otra durmiendo, y el resto, en teoría, disfrutando de la vida.
Una tercera parte (esta última) que no está repartida equitativamente a lo largo de nuestra vida, sino que se ocupa significativamente más al final de la misma, cuando ya nos hemos retirado.
De los tres a los… ¿18, 22? pasamos la mayor parte del tiempo que estamos despiertos “trabajando” (en clase o haciendo actividades extraescolares/deberes), y luego empezamos a trabajar, dedicándole de media unas 40 horas semanales… que pueden ascender tranquilamente a más de 55 si contamos transbordos y tiempo perdido en esos parones absurdos de dos horas para comer que hacen en la mayoría de trabajos.
Luego cuenta las horas extra, las labores administrativas, y por supuesto, las domésticas. Los números simplemente no salen.
Si el problema es el trabajo, busquemos algo que de verdad nos motive
Esta es la reflexión que algunos hemos transformado en mantra.
En mi caso ya conté cómo y por qué decidí dar el paso a trabajar por mi cuenta, en la búsqueda de ese Dorado que es la felicidad.
Para quien escribe la flexibilidad horaria, y el hecho de poder trabajar desde casa, era algo que he puesto por encima de cuestiones aparentemente más terrenales como cobrar más o trabajar en una gran compañía.
Tuve que estar a las puertas de entrar en Google para darme cuenta de que quizás la vida que quería llevar, al menos en los próximos años, no tendría cabida si seguía por el rumbo que iba.
Vi la oportunidad de probar suerte (ten en cuenta también que llevaba currándomelo varios años, que la suerte se busca, no llega), y la verdad es que es de las mejores decisiones que he tomado.
Puede que tu camino sea semejante al mío, o puede que no. La cuestión es que creo que es vital para nuestra salud mental replantearnos qué queremos hacer con el tiempo que disponemos. Que la vida es ya de por sí lo suficientemente valiosa como para desaprovecharla.
- ¿Estás haciendo lo que de verdad quieres hacer?
- Y si no es así, ¿qué puedes hacer para remediarlo?
SIEMPRE hay alternativas. Y no te estoy diciendo que, si es tu caso, dejes el trabajo mañana, levantes el dedo, y veas hacia donde sopla el viento.
Hay puntos medios (quizás robarle una hora diaria al sueño o a la caja tonta para sacar adelante ese proyecto que querías hacer desde hace tiempo) que podrían ser la opción. Muchos emprendedores hemos hecho esto los primeros años, y a base de constancia al final lo hemos conseguido.
Seguramente nunca llegaré a cobrar lo que podría cobrar si hubiera seguido trabajando para una gran empresa, pero en líneas generales soy más feliz, lo que me lleva al siguiente punto.
El dinero no es tan importante
Otra de esas obviedades que quería dejar por escrito. Llegado a un umbral que nos permita cubrir los gastos básicos, e incluso ir ahorrando con la idea de afrontar esos gastos no periódicos que acaban surgiendo, el resto que entra no afecta sensiblemente a la felicidad de la persona, e incluso puede llegar a ser más un problema que otra cosa.
Que no solo lo digo yo, ojo.
El año pasado un estudio basado en datos de Gallup World Poll, que es una muestra de encuesta representativa de más de 1,7 millones de personas de 164 países, venía a sacar varias conclusiones (EN) la mar de interesantes:
El dinero solo compra la felicidad hasta una cierta cantidad.
Una vez que se alcanzaba el umbral, los aumentos adicionales en los ingresos tendían a asociarse con una menor satisfacción con la vida y un menor nivel de bienestar. Esto puede deberse a que el dinero es importante para satisfacer las necesidades básicas, las comodidades de compra y, tal vez, incluso los reembolsos de los préstamos, pero hasta cierto punto. Una vez que se ha alcanzado el punto óptimo de las necesidades, las personas pueden verse impulsadas por deseos tales como buscar ganancias más materiales y participar en comparaciones sociales, lo que, irónicamente, podría reducir el bienestar.
¿Y cuál es ese umbral, te preguntarás?
Pues depende. Depende del país, depende del nivel socio-cultural… Depende de qué necesidades consideramos necesarias. Depende de muchos factores.
El estudio hablaba de 95.000 dólares (unos 77.000 euros anuales) para el bienestar material y de 60.000 a 75.000 (unos 48.500 a 60.000 euros) para el bienestar emocional.
Ten en cuenta, eso sí, que para variar está enfocado al mercado norteamericano, donde a los gastos típicos de vivienda y vida en general hay que sumar uno que en España y en muchos países hispanoparlantes no consideramos: los gastos médicos.
En mi caso, por ejemplo, para la vida que llevo con unos ingresos mínimos de 40.000 euros tengo cubiertas las necesidades básicas, y hasta me puedo permitir viajar y algún que otro capricho.
Cierto es, y aquí entra otro factor importante en esa búsqueda de la felicidad, que no soy precisamente alguien que requiera de mucho para estar feliz: Compro cosas (ropa, dispositivos…) solo cuando lo necesito, y soy de los que le gusta más viajar para conocer que para posturear. En la mayoría de los casos intento apostar por hostales u hoteles que estén cerca de la zona que quiero descubrir, aunque sean de peor calidad.
Pero claro, para esto, nuevamente, necesitas tiempo.
Y ojo, que estoy suponiendo que tenemos una base de salud aceptable. Queda fuera por tanto aquellos que lamentablemente han tenido mala suerte en este sentido.
Dedicar una tercera parte del tiempo al trabajo es una burrada
Porque por mucho que trabajes y por mucho dinero que ganes, si no tienes tiempo para disfrutar de tus hobbies, no podrás gastarlo.
De ahí que al final, además de buscar ese trabajo que haga que las horas que dedicarás en la vida a él no sean una mera pérdida necesaria para ganar dinero, haya que plantearse un horario que se adecué a nuestros objetivos.
Y aquí hay mil y un estudios al respecto. Incluso aquellos que acertadamente hablan de la relación directa entre el tiempo de trabajo y la productividad de los trabajadores (ES).
Yo ya comenté por estos lares cómo mi objetivo era trabajar de media 4-5 horas diarias. Algo que con matices (hay semanas de mucha carga de trabajo) estoy cumpliendo.
De hecho estos días estamos empezando a levantarnos por casa una hora más temprano, por eso de intentar quitar el grueso de la carga de trabajo a primera hora, antes de que las oficinas empiecen a funcionar, y por tanto, evitando en la medida de lo posible interrupciones de emails y llamadas.
A eso de la 1:30-2 de la tarde saco a Freud, y a partir de entonces, por lo general, suelo solo consultar el correo y responder emails, o posponerlos para responderlos al día siguiente.
De esta manera me queda toda la tarde para disfrutar de mis aficiones, y también de la familia.
Porque ya lo decía (EN) recientemente el bueno de Bill Gates en esos cuatro puntos que para él representan el secreto de la felicidad, y con los que estoy totalmente de acuerdo.
A saber:
- Compromiso: Gates nos pide que nos preguntemos: “¿Estoy haciendo lo que quiero, lo que más me importa?”. En su caso, por ejemplo, esto le llevó a dejar la universidad para centrase en Microsoft, y más tarde abandonar Microsoft para dedicarse a la filantropía. En mi caso, como te he comentado, esto me ha llevado a tomar varias decisiones en mi vida, como es saber decir que No, saber decir que Sí, o decidirme a emprender como modelo de vida.
- Generosidad: Gates ha dedicado buena parte de su fortuna estos últimos años a la filantropía. Salvando las distancias (ejem), te puedo asegurar que no hay nada más gratificante que poner de tu granito de arena sin esperar nada a cambio. Y ejemplo de ello es esta página, donde escribo a diario sin apenas recibir compensación a cambio (es, como me gusta llamarla, mi peor cliente, jaja), y esa Campaña Solidaria que una vez al año lanzo desde este humilde espacio para apoyar a una ONG elegida por vosotros.
- Ejercicio: Creo que esto es obvio. Gates le da al tenis, y un servidor al crossfit. Para mi ha supuesto el mayor cambio en mi vida en estos últimos dos años, y es algo que tengo tan interiorizado que me parecería raro tener que abandonarlo, a sabiendas que es una de las razones de mi felicidad.
- Priorizar la familia: El punto final, y no por ello el menos importante. Necesitamos tiempo para nosotros, pero sobre todo para poder disfrutarlo con los nuestros. Yo no quiero llegar a los 80 años, mirar hacia atrás, y pensar “joder, qué pena que le he dedicado tanto tiempo a trabajar, pese a que me encanta mi trabajo”. Quiero que cuando sea mayor y mire hacia atrás piense en la suerte que tuve de disfrutar todo lo que pude de mi vida, de aprender todo lo que he podido aprender, y de recorrer ese camino con los míos.
Piensa en todo esto la próxima vez que te sientas raro, que te parezca que hay algo que no encaja en tu vida.
Y créeme que con constancia TODO se consigue. Aunque tengas una hipoteca, aunque tengas una familia que mantener, SIEMPRE hay maneras de, manteniendo el trabajo que te da de comer ahora mismo, destinar tiempo a eso otro que querrías que fuera tu vida en unos años.
Si no lo intentas AHORA te vas a arrepentir toda tu vida de ello. Y creo que no hay nada peor que pensar en lo que podría haber sido y no fue, máxime si la culpa de ello fue que decidiste, aunque fuera de forma inconsciente, seguir un camino que sabías que era el equivocado.
Te dejo para terminar el vídeo del que te hablaba.
Si te sirve para abrir los ojos, bienvenido sea.
Excelente artículo Pablo. Siempre digo que la clave de la felicidad está en:
1) La Motivación: como bien lo mencionas en tu artículo, es vivir haciendo lo que te gusta, y yo agrego que si esa actividad requiere de tí algún esfuerzo mental (redactar, sacar cuenta, aprender idioma, etc.) mucho mejor.
2) Ejercicio físico: también lo dices, realizar algún deporte o actividad física para mantener el sistema circulatorio y respiratorio activo y conservar la salud del cuerpo.
3) Salud mental: pienso que es el más importante de los tres, que es realizar cualquier actividad que entrene nuestra mente a mantener la calma en los momentos “problemáticos” de la vida, aquellos que nos producen estrés, ansiedad, inseguridad, miedo. Así como en el deporte hay quienes prefieren caminar, otros correr, otros nadar, otros escalar, bailar, etc. para la salud mental hay quienes les ayuda/prefieren practicar alguna religión (cualquiera que sea), hay quienes practican tai-chi, otros leen libros de autoayuda, ven películas, música, consultan psicólogos, psiquiatras, amigos, parejas, etc. En resumen, entrenarnos para desarrollar las “herramientas” que nos ayude a mantener una constante paz mental.
No sé si ese debería ser el orden cronológico, pero pienso que cada quien debe dedicar a desarrollar cada una de esas tres claves que menciono.
Un abrazo.
FV
No podría estar más de acuerdo Fabián. Touchè.
Muchas gracias por compartirlo con todos nosotros!
Para encontrar la felicidad que todos buscamos no hay que esforzarse más en nada de lo que hacemos, es más bien lo puesto: esforzarse menos.
Como dices en tu artículo, es ir quitando horas a lo que no te satisface hacer para aplicarlas a lo que sí te hace feliz o te ayuda a sentirte bien.
A veces hay personas como es mi caso que lo hacemos ‘de golpe’ (aunque no tiene porque ser así) porque un día no puedes más.
Has enfermado, o tenido algún accidente o percance que te hace replantearte hacia dónde quieres ir y hacia dónde estabas yendo.
Sientes dentro que has de cambiar el rumbo y no te importa hacer cambios drásticos, de esos que nadie a tu alrededor entiende (al principio casi ni tú mismo) y seguir el impulso de lo que amas hacer aún cuando no hay en ello una meta económica clara.
Lo haces simplemente ‘porque se siente bien’.
Hace tres años que dejé mi trabajo de largo tiempo, una supuesta seguridad financiera y con él mi cansada e infeliz vida.
Vivía rodeado de belleza que sentía que está ahí para mí, pero no era capaz de ‘pararme a oler las flores tanto como quería’ y eso no se sentía nada bien. Se me estaba escapando la vida…
Trabajaba a tiempo completo para disfrutar a tiempo parcial en vez de disfrutar a tiempo completo que ¿no es así fin y al cabo lo que se supone que debe ser la vida?
Hoy por hoy en mis cuarenta y algo soy dueño de mi tiempo y mi vida totalmente. Yo decido con quién me quiero ‘asociar’ sea el tema que sea y por cuanto tiempo.
Hago sólo lo que realmente se siente bien para mí. Vivo sin más presiones que las que a veces esos malos hábitos de pensamiento te imponen pero hasta de ellas voy saliendo.
Al principio mis recursos eran muy limitados y me ha llevado tiempo y enfoque ir afinando estos temas pero han merecido la pena los cambios internos que he tenido que hacer, las personas y sus opiniones que he tenido que ignorar y hacer irrelevante en mi estado de ánimo como ‘parecen ser las cosas’ (o como todo a tu alrededor dice que son) para poder mantenerme en un estado mental y emocional positivo que me permita acceder a las soluciones y avances que quiero en mi vida.
Curiosamente también para mí el ejercicio físico ha sido una importante clave en todo este proceso.
Buen artículo y buen blog.
Saludos
Muchas gracias por compartir tu vivencia León, y enhorabuena.
Dar ese paso, como bien sabes, no es nada fácil. Y muchas veces acaba llegando por un susto, como es tu caso. Pero lo importante es darlo, y romper de esta manera ese status quo nocivo al que parece que sí o sí tenemos que dirigirnos como individuos de una sociedad.
A seguir el camino que TÚ has querido marcarte!