Quien me conozca sabe que no soy muy amante de los coches. Con 27 años, la última vez que cogí uno fue hace 9 (¡Cómo pasa el tiempo!) el día de mi examen práctico. Soy un fiel cliente del transporte público, que además de ser menos nocivo con el medioambiente y más barato, me permite disfrutar de un tiempo extra para dedicarlo a la lectura de fuentes de información, un hobby que queda patente que hago a diario.


evolucio-robotica

Esto no quita que siga con entusiasmo todos los avances tecnológicos que involucran la industria del automóvil, y en general, de la locomoción. Bien sea porque nos permiten conocer mejor las pautas sociales presentes en nuestra especie, bien sea porque hablamos de una industria que en nuestros días está sufriendo la feroz revolución de la electrónica y la informática. Ejemplo de ello lo tenemos en cómo las grandes tecnológicas están apostando por sistemas operativos dirigidos al sector automovilístico, o en la propia Tesla, una empresa de reciente creación que ha sabido aprovechar la disrupción para hacerse hueco en una industria con fuertes lazos históricos.

Por ello, me ha gustado leer la review que Juan Carlos hacía en Xataka (ES) sobre su experiencia con el Uni Cub de Honda, un prototipo de vehículo personal destinado principalmente al transporte en interiores, y que evoca irrefutablemente a la imagen de aquella civilización obesa montada constantemente en este tipo de «cachivaches» que veíamos en Wall-E (ES).

En sí el prototipo es poco más que una silla con ruedas, con un interés comercial relativamente bajo (quizás como mucho para algún centro comercial u oficina que le quiera dar un toque moderno al asunto), y basada en el mismo principio de movimiento que aquellos Segway (ES) que nos vendieron como el nuevo transporte urbano (quedando relegados a poco más que experiencias turísticas en grandes ciudades), es decir, aprovechando nuestro movimiento corporal para dirigirlo.

Sin embargo, lo verdaderamente disruptivo del vehículo, y que me lleva a escribir el artículo, es que propone la reinvención de un pilar básico en nuestros días para el transporte artificial como es la rueda. El sistema se llama HOT (Onda Onmi Tractor), y basa su potencial en coger lo mejor de la rueda y de las orugas (las «ruedas» de los tanques y tractores), dando como resultado una gran rueda perpendicular al suelo formada por otras ruedas más pequeñas y concéntricas al perímetro de la misma, de tal manera que el vehículo tiene la capacidad de girar sobre su base o hacerlo en movimiento.

 

¿Qué consigue con esto? La palabra que se me viene a la cabeza es estabilización. Una estabilización que vendría genial para aparcar un coche en línea (te pondrías paralelo al espacio y las ruedas pequeñas te trasladarían a la posición correcta sin tener que ir hacia atrás y hacia delante para encajarlo), para vacilar de tomar curvas como lo hace el Batmóvil (ES) de las últimas películas y sobre todo apuntando al sector de asistentes robóticos y vehículos autónomos.


Y lo dice alguien que el año pasado estuvo trabajando con un robot open source basado en Arduino, y sufrió los problemas programacionales que tienen estos sistemas en tres o cuatro ruedas para hacer giros con translación.

De ahí a que veamos un Uni Club por la calle hay un trecho. Lo que no quiere decir que el I+D desarrollado por Honda caiga en saco roto. Y si no echarle un ojo a ASIMO (EN) y su capacidad para mantener el equilibrio, así como todo el estudio que tiene detrás y que podría aplicarse al entendimiento de enfermedades que afectan al sistema locomotriz del ser humano.