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Soy consciente de que lo fácil es hacer lo contrario.
A mí, como al que más, me jode ver cómo celebridades y colectivos parecen no tener escrúpulo alguno en mentir públicamente, a sabiendas del terrible impacto social que pueden llegar a tener dichas declaraciones.
Para colmo, y esto aplica sobre todo a los que estamos a este lado del atlántico, culturalmente nos han educado en el paradigma de la prohibición por defecto: En Europa si algo no está regulado, lo habitual es que por defecto quede prohibido. Y esto aplica tanto al mundo empresarial, como, ya puestos, al impacto social de la tergiversación de la información.
Que lo fácil en estos casos es, ondeando la bandera de la protección de la verdad, exigir que se expulse a estos colectivos del discurso mayorista. Que, hablando de política, la extrema izquierda y la extrema derecha no tenga ni voz ni voto.
El problema es que como ya hemos comentado en más de una ocasión, eso no es democracia, y atenta de hecho precisamente contra los pilares de cualquier sistema democrático.
Sea en política, sea en plataformas de comunicación, como es el tema del que quería hablarte hoy.
Esta reflexión viene al caso de una nueva “crisis” que leía por Twitter hace unos días.
Según el más reciente reporte publicado por Tech Transparency Project (TTP), existen más de 200 páginas y grupos relacionados a organizaciones de extrema derecha en la red social dirigida por Mark Zuckerberg.
A través de esta plataforma se continúa reclutando a nuevos miembros, así como organizando y promocionando actos de violencia. El reporte asegura que 140 de estas páginas de Facebook detectadas contienen la palabra ‘militia’ (milicia, en inglés) en su nombre. Lo más grave de todo es que Facebook estaría generando páginas automáticamente para algunas de estas organizaciones, utilizando el contenido compartido por los usuarios.
Además, TTP asegura, incluso, que Facebook redirige a usuarios que reaccionan con ‘Me Gusta‘ en páginas de ciertas milicias, hacia grupos de otras organizaciones de ultraderecha similares. De esta manera se expande su alcance, pues potencialmente ayudan «a reclutar y radicalizar» a más personas.
He leído el informe (es cortito, tranquilos), y aunque en la práctica tiene razón en muchos de los hechos presentados, exagera demasiado en otros, como precisamente estos dos últimos que mencionaba.
No es que Facebook esté generando páginas automáticamente ni que esté recomendándoles seguir otras páginas semejantes a algunos de sus integrantes.
¡Es que así es como funciona Facebook!
Que si te gustan las fotos de gatitos, te va a mostrar más fotos de gatitos.
Y si en vez de gatitos prefieres ver memes racistas o contenido de tinte nacionalista, Facebook, cuyo negocio recordemos que NO ES INFORMAR SINO MANTENERTE ENTRETENIDO, te va a mostrar más de este contenido.
E iría un paso más allá: Es positivo que este tipo de colectivos encuentren en Facebook, o la plataforma genérica que sea, un sitio donde coordinarse.
Mejor, en todo caso, que lo hagan ahí donde estamos todos los demás que el que lo hagan en redes mucho menos públicas (y cerradas) donde el único discurso legítimo es el suyo.
Que en esta guerra entre la cultura de la cancelación y el derecho de expresión, medidas como las tomadas por Twitter y otras plataformas de expulsar a un bocazas como es Donald Trump no hacen más que generar una cámara de eco mayor, y dotar, de paso, a este tipo de colectivos de una suerte de guerra ideológica que alimenta precisamente sus discursos.
¿Que hay que hacer entonces?
Un servidor lo tiene muy claro:
En vez de prohibir, concienciar.
Algo que, de hecho, creo que están haciendo bastante bien este tipo de plataformas cuando acompañan enlaces o contenido adjunto a una actualización de estas con una recomendación editorializada que beba de fuentes oficiales.
El ya clásico “este contenido es una interpretación subjetiva de unos hechos objetivos, y te invitamos por aquí a consultarlos” que eran ya la norma y no la excepción de la mayor parte de últimos tweets de polémico ex-presidente.
Hace más daño, y justo donde duele, el que en tu propio contenido te corrijan con argumentos sólidos, que el que no te dejen publicar ese contenido, y para colmo tengas el punto de que has sido baneado precisamente por “decir tu verdad”.
Si algo me gustó del documental de HBO “En el ojo de la tormenta” que narra lo acontecido con el movimiento QAnon, y del cual ya hablamos estos días por el grupo privado de telegram, no es per sé la parte que dedican al movimiento en sí, sino las reflexiones que dejan los fundadores de 4Chan y 8Chan, a medio camino entre el troleo memético y la defensa a ultranza del anonimato, intentando proteger su negocio.
Estos dos foros son ejemplos perfectos del estercolero más rancio de la web abierta. Páginas con una moderación muy laxa (como es la primera) o directamente sin moderación (como es la segunda), dirigidas por occidentales ocultos en países asiáticos con escasa o nula regulación de derechos humanos, que anteponen la libertad de expresión por encima del resto, realidad incluida.
Y ojo, que por más que lo pienso es bueno que existan estos estercoleros en la web abierta.
Al menos en ellos aquellos simpatizantes de movimientos claramente basados en fake news de vez en cuando, y aunque sea de pasada, tienen que enfrentarse a “haters” que simplemente les demuestran que están equivocados.
La alternativa, sino existieran, sería que esos mismos colectivos estarían aún más radicalizados pero en entornos mucho más acotados, fuera del ojo del resto de colectivos, y por ende, potencialmente mucho más peligrosos, al no contar, aunque sea de pasada, con tener que enfrentarse a diferentes lecturas contrarias a la suya.
Pues lo mismo aplica a esa Facebook movida únicamente por los billetes, y que ha visto un filón en esto de apoyar movimientos de extrema. O con esa Youtube incapaz (seguramente también por interés económico) de controlar los discursos de odio en su plataforma.
Los sistemas democráticos son lo que tienen. Que es fácil que parte de su discurso no simpatice con nosotros.
Pero pese a ello, es importante que siga existiendo. Y sobre todo que contemos con las herramientas para concienciar de su riesgo, y moderar, en el buen sentido de la palabra, el discurso hacia lo que mejor le convenga a la sociedad en su conjunto.
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Varios apuntes desde mi punto de vista a tu artículo
Cuando hablamos de democracia en occidente y en la actualidad tenemos una visión distinta a la que creemos que tenemos. En una democracia, digamos, clásica, si la mayoría de la población se pusiese de acuerdo que los ideales de extrema derecha son los correctos o incluso que tuviesemos que decapitar a negros, gays y a saber que, pues se tendría que hacer, no hay más, es así por definición de la misma.
No obstante, en la interpretación actual de democracia, sin entrar si elegir a un tío que nos represente durante 4 años haciendo lo que le venga en gana es realmente democracia, añadimos una serie de límites al concepto clásico, como pueden ser los derechos humanos y otros tantos, que, además, solo se respetan cuando interesan incluso en occidente.
Aunque la línea se va limitando continuamente, la base sería que yo puedo pensar lo que quiera, pero no puedo hacer lo que quiera. Es decir, podría decir muerte a los negros, pero no matarlos ni facilitar a otro que lo haga por mi. Por eso no es raro que de vez en cuando salten noticias que haga que una parte de la población apoye la pena de muerte y no los consideramos delincuentes ni nada por el estilo, por que creen que en determinados casos se deben sacrificar vidas humanas.
Estoy contigo que las ideas se combaten con ideas, educándonos primero nosotros y después con nuestros allegados, pero solo por que pensamos que nuestro punto de vista es mejor que el que piensa diferente y siempre es el otro el que está equivocado. No sé hasta qué punto las leyes deben limitar el derecho a que los ciudadanos piensen libremente lo que quieran por absurdo que sea. De hecho, si yo quiero pensar que la tierra es plana y montarme un chiringuito alrededor de esa idea nadie me va a impedir hacerlo, se burlarán de mi, pero nadie discute mi derecho a expresar dicha idea.
Yo no veo problema que estos grupos se organicen por facebook o cualquier otro medio, de hecho me parece que es lo lógico que lo hagan. Incluso, cuando las grandes plataformas censuran ideas de otros, creo que si no pienso lo que tengo que pensar seré el siguiente censurado
Personalmente creo que lo normal es que si uno de esos grupos supone una amenaza para alguien, lo más sencillo es infiltrar a alguien dentro para controlarlo, desacreditarlo, segmentarlo o cualquier otra cosa que dificulte el reclutamiento de nuevos miembros o la dispersión de los mismos. Pero claro, aquellos que realmente creen en lo que hacen no dejarán de pensar como lo hacen por mucho troll profesional que infiltren
Yo aún iría más allá, puesto que no solo estos grupos tienen trolls infiltrados, sino más bien en cualquier grupo tenemos infiltrados para controlar el discurso de uno y otro lado según los intereses de lo que se defienda en una u otra parte.
Cuando hablamos de moderación en un sitio de internet, en realidad de lo que estamos hablando es de la figura del censor, puesto que aquellas actitudes, opiniones o actos que no están alineados con la línea editorial son censurados, la parte positiva es que generalmente ya sabemos de qué pie cojea cada sitio para actuar de una u otra forma estemos donde estemos, y esto no tiene que ver ni con la legalidad, ni con la democracia, ni con derechos humanos, tiene que ver con que países que se enorgullecen de tener unos derechos pero con la misma necesidad de limitarlos que aquellos que no los tienen, buscando así una forma de hacer lo mismo
Las dictaduras lo vemos como sistemas de control del pasado y en el futuro encontrarán otras formas, seguramente más eficientes, de que la gente haga lo que tiene que hacer, pero en lo más hondo de estas ideologías siempre está el control de la población para que haga lo que tiene que hacer, tengamos o no claro que significa eso de que es lo que tiene que hacer….
Si te fijas hay un discurso de superioridad claro en occidente (y en oriente, vaya, pero ahora es lo que nos compete) a la hora de considerar los sistemas democráticos como más justos.
Y quizás sea cierto en algunos casos, pero probablemente no lo sean en otros. No deja de ser una forma de gobierno de sociedades (en su más amplio espectro), y es en esa figura lo que precisamente señalas: Que es una forma de gobernar. Más abierta o menos, más centrada en los derechos humanos (creados, por cierto, principalmente por nuestra cultura), o menos. Pero forma de gobernar a fin de cuentas.
Lo que no quita que nos empeñemos en defenderla. Al final es algo puramente cultural y para colmo subjetivo. Y ya sabes cómo somos los humanos cuando tenemos algo y peor aún pensamos que tenemos la razón.
Yo es que por más que intento observar las posturas occidentales de las dictaduras y la visión que tienen ellos de nosotros, con mi vision occidentalizada por todas partes, no dejo de ver que las prohibiciones son distintas, pero los argumentos los mismos. Puede que las prohibiciones y las formas de prohibir sean distintas, y en occidente sin dudas son más eficientes, pero el fondo es el mismo (aunque nos han educado para que no lo veamos igual)
El mismo lobo con distintas pieles de cordero, que dirían por ahí :).
Si es que está “to” inventado. Simplemente con otro envoltorio para que entre mejor.
Eso es lo que yo creo, que conforme se van “gastando” se coje la idea, se negativiza y se cambia la forma de hacer lo mismo.
Los electroduendes, para los que ya empezamos a tener una edad, decían “haremos uan revolución para que nos exploten de una manera más eficiente” Y eso en un programa infantil….