Recientemente, después de dejar por aquí el artículo de rigor en base a una pieza que publiqué con anterioridad en una revista especializada (me gusta tener siempre un registro por estos lares de todas mis aportaciones en medios externos), me encontré con que una persona aseguraba que mi artículo había sido plagiado de otro que en su día el susodicho había compartido en su página.
En efecto, el artículo hablaba de los mismos temas, pero como era de esperar, no había ni un punto ni una coma semejante. El de este sujeto se basaba en otro artículo publicado en Xataka (que a su vez parecía tener como fuente una noticia de finales de Marzo), y el mío había partido de esa noticia (recogida presumiblemente por miles de medios a lo largo y ancho de todo el mundo), para luego dar nuestro punto de vista que, como cabría esperar, no difería demasiado.
La cosa es que este hombre me pedía dinero para solucionar “pacíficamente” el entuerto, ya que si no nos veríamos en los tribunales. Por supuesto, yo le expliqué, públicamente y vía email, que dos personas hablando del mismo tema, máxime cuando nos basamos en noticias semejantes, no es el plagio, sino lo más normal en una era basada en la información. Pero no pareció suficiente, así que decidió por su parte ponerse en contacto tanto con la revista como con mis compañeros de trabajo.
Viendo que la cosa empezaba a ser molesta, accedí a mirar mis registros de publicación, y de pura casualidad me di cuenta que el primer borrador del artículo lo tenía como borrador un día antes de que este sujeto hubiera publicado el suyo en la red. Le pasé las pruebas y, por supuesto, me dijo que habían sido manipuladas.
La dirección de la revista se puso en contacto conmigo para pedirme permiso para pasarle el hilo de emails que habíamos mantenido en esa época, donde de nuevo, de pura casualidad, el día anterior ya les había dicho que tenía el artículo escrito, dándoles el nombre del mismo y la temática de lo que trataba, y que me dieran unas horas para retocarlo con el fin de adaptarlo al modelo de lectura impreso (en un primer momento lo había escrito para esta página, con hiperlínculos y el formato habitual de un artículo de blog). Acepté, y de nuevo, decidió obviar este hecho, siguiendo hasta hoy en sus trece de que le he plagiado el contenido, y que nos veremos en el juicio.
No comparto por cierto más información sobre el susodicho porque sinceramente lo único que veo es que o bien buscaba publicidad, o bien buscaba sacar tajada.
Tampoco es la primera vez que me pasa algo parecido. Aún con una presencia pública tan limitada como se puede suponer a un mero analista de información que ni siquiera sale en televisión, ya me he encontrado anteriormente con casos semejantes. Hay mucha gente aburrida por la Red que creen haber llegado a ideas únicas y genuinas, y que saltan a la mínima cuando de golpe descubren que alguien también ha escrito sobre ello.
Los flujos de información digitales
Estaba dándole vueltas al asunto cuando llego a una pieza corta de Xatakaciencia (ES) que enlaza a la página sobre la estigmergia de la Wikipedia (ES). Este término al parecer fue acuñado por Pierre-Paul Grassé, un estudioso de las hormigas, intentando definir así esa suerte de organización social que permite a estos y algunos otros insectos tejer sociedades profundamente complejas sin necesidad de contar con un poder central.
Gracias a las feromonas que cada hormiga va dejando a su paso, son capaces de definir “carreteras” que el resto de hormigas seguirán, modificando así su entorno, y llegando incluso a optimizar el trabajo (elegir vías más óptimas de todas las posibles vías abiertas en primera instancia) sin que sean una o varias de ellas las que decidan.
Parece que el término ha ido evolucionando con el paso del tiempo, y el 15 de julio del 2004 un usuario anónimo señaló que Internet, hasta cierto punto, funciona de esta manera:
La estructura masiva de información aquí disponible podría compararse a un termitero: un primer usuario deja una semilla de una idea (una bolita de lodo), que atrae a otros usuarios que seguirán construyendo a partir de ésa y modifican ese concepto inicial para conseguir al final una estructura elaborada de pensamientos interconectados.
Fíjese que ya no hablamos únicamente de plataformas colaborativas como la propia Wikipedia, en la que la suma de muchos van dando como resultado un sistema informacional más completo. Sino en definitiva de todo el ecosistema informativo de nuestra civilización, hoy en día expandido brutalmente con la democratización del tercer entorno.
Hasta el punto que me da que esa estigmergia informacional se está desdibujando lo suficiente como para que sea físicamente imposible seguir el hilo de feromonas dejado por el resto de usuarios.
Volviendo al tema que le contaba, tengo claro que el catalizador de aquel artículo fue esa noticia, dada además un día antes de que un servidor se pusiera a redactarla, y al menos un par de días antes de que este hombre la publicase en su blog.
Pero la base de conocimiento, y si me apura, el porqué de esa noticia, bebe de tantísimas otras fuentes que en la práctica ni siquiera habría un origen único señalable.
Simplemente, en un entorno tan profundamente interconectado como es el nuestro, las fuentes nacen de otras fuentes que nacen de otras fuentes y que previsiblemente nacerán de otras fuentes, sean o no ya digitales, para volver a cerrar el círculo.
La estigmergia tal y como se definió en su día no contempla este hecho, y eso es lo bonito de todo el ecosistema informativo que hemos creado.
El conocimiento de que no hay una idea original. De que lo que llamamos sabiduría es una mera agregación de conceptos planteados por miles de otras mentes, y que nos han impactado, cual feromona, en algún momento de nuestra vida.
Un servidor hace tiempo que tiene esto claro. Ni soy el mejor, ni soy el único que ha llegado a las conclusiones que a diario vierto por aquí y por allá. Sí creo que soy bueno en sacar valor de la agregación de conceptos, en intentar dar diferentes puntos de vista sobre un mismo principio.
Y eso, liberado ya de la tortura de creer que lo que digo es revolucionario, me da alas para disfrutar de la exposición de los hechos, del trabajo previo de investigación, y del feedback, sea o no positivo, que me dais los que seguís por aquí aguantándome.