Sinceramente, no tenía pensado escribir sobre esto. Es más, parte del discurso lo he ido reflejando en la newsletter del Lunes, y otra parte previsiblemente acabará como enlaces externos en la próxima newsletter que envío a los miembros de la Comunidad.
Pero al final, a base de ver tantos frentes abiertos que apuntan hacia los mismos derroteros, me ha parecido interesante dejar por aquí mis inquietudes al respecto. Y ya veremos qué sale de todo ello, porque hay tanto que querría decir que temo que acabe siendo un mero texto inconexo.
Vamos a ello.
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La posverdad de nuestra era
Creo que sobra decir que recientemente hemos experimentado en carnes propias como lo que hasta ahora era lectura de conocimiento público ha errado a la hora de entender la realidad.
Frente a todo pronóstico, Reino Unido se independiza del proyecto Europeo, Trump es Presidente de EEUU, el gobierno de Maduro se da un golpe de estado a sí mismo, y por poco no tenemos a la extrema derecha gobernando de forma democrática en Francia.
Y creo que la base de todos estos acontecimientos viene, de una u otra manera, de la lectura errónea de la cultura de cada una de las sociedades implicadas.
Con la globalización hemos pasado a un escenario que a priori apuntaba hacia una suerte de maduración del discurso ético y moral. Desde el término de la Segunda Guerra Mundial parece que la amplia mayoría de países tuvieron claro que lo mejor era dejar de lado nuestras diferencias e intentar anteponer los intereses de nuestra especie a los personales.
La ONU, de hecho, se creó con este cometido, y desde entonces ha intentado cumplir, con mayor o menor fortuna, ese papel proteccionista de garante de la ética humana indistintamente del color de nuestra piel y del ser divino al que servimos pleitesía.
Tampoco voy a entrar en todos sus errores, que de seguro han sido muchos y variados, pero a lo que voy es que también hay que tener en cuenta que la propuesta de organismos como la ONU viene dada por la lectura de aquellos que ¿ganaron? la guerra. Que es una lectura más, vaya, que se ha auto-impuesto en el resto de culturas quizás porque aún dentro de sus límites y puntos débiles, presenta una de las estructuras sociales que más intenta englobar al máximo número de personas.
Es decir, estamos ante un esquema social específico, con claro interés por proteger el bien humano a cambio de la solidaridad y compromiso del resto de integrantes.
Y esto ha funcionado (con mayor o menor fortuna, recalco) todo este tiempo hasta que, de pronto, lo que parecía canon se ha vuelto para según quién lo mire anticuado. Que la gente se ha quitado la careta, mostrándose tal y como era a expensas del discurso oficial.
Pongo varios ejemplos:
El totalitarismo chino y ruso
A nadie se le debería escapar que la reciente decisión por parte de ambos gobiernos (EN) de prohibir el uso de VPNs en su territorio tiene como objetivo, nuevamente, cohibir los derechos humanos de sus ciudadanos.
Dos países, potencias mundiales, que sacan músculo a expensas de esa lectura democrática de la que nos vanagloriamos en el resto de occidente.
La sociedad deseada por ellos parte de la base de que el poder gubernamental debe ser omnipresente en la vida de los ciudadanos, y que éstos deben servirle y demostrar sin escrúpulos que aceptan de buen grado esa delegación de poder (si no tienes nada que ocultar…). En caso contrario, penas de cárcel, o si me apura, algo mucho peor.
Una industria del cibercrimen que opera sin cuartel y con el apoyo no tácito de ambos gobiernos siempre y cuando se haga de puertas hacia fuera, sabedores que, llegado el caso, esos mismos criminales estarán a su servicio cuando haya que entorpecer los sistemas democráticos del vecino.
El cambio de rumbo americano
EEUU, ejemplo de guión de sistema democrático moderno, sorprendía a la mayoría de los por aquí presentes al dar el máximo poder gubernamental a un personaje que claramente va en contra de «La Lectura«.
Si por él fuera, se aplicaría al guión el proteccionismo más rancio, aislando el país del resto del mundo, y presumiblemente con el objetivo de mejorar la vida de los suyos… Aún a sabiendas que EEUU es lo que es hoy en día gracias, precisamente, a haber sido vivo a la hora de atraer talento y volverse una pieza indispensable de la geoeconomía mundial.
Un presidente que niega los hechos del calentamiento global, y que al igual que pasara con China, amenaza con irse del Protocolo de Paris por considerarlo un freno a la evolución industrial del país. Lo cual resulta profundamente anecdótico, habida cuenta de que tanto China como EEUU son los dos países más contaminantes del planeta, y son precisamente los dos que no quieren formar parte del tratado.
Afortunadamente, a varios meses vista las medidas populistas de Trump se han encontrado de bruces con un sistema democrático creado precisamente para evitar esto.
Y ojo, que no solo ese doble pensar afecta a aquellos que en su día decidieron votar por el republicano. Llama la atención que el discurso antisemita de Linda Sarsour, organizadora de la Marcha de las Mujeres, llamando a una «yihad» contra el presidente (entendiendo al parecer yihad como lucha personal o esfuerzo, y no como guerra santa), no ha cohibido a la izquierda democrática para alzarla como un ejemplo a seguir (EN).
Es tan fácil a veces confundir forma de contexto…
La Europa pro-inmigrante
Por otro lado, otra lectura más al respecto del papel que juega la inmigración en nuestras costas, extrapolable en todo caso al que juega en el resto de países.
De todos es conocido la crisis de los refugiados sirios, utilizada en algunos casos como arma y en otros como escudo, eje al parecer de todos los males que azotan la vida en los pueblos europeos.
El tema da para hablar largo y tendido, y de hecho, ya lo hice en su día. Pero quería esta vez hacer de abogado del diablo explicando cómo la labor humanitaria que están llevando a cabo las ONGs en el mediterráneo está a la vez ayudando a las mafias del tráfico de personas a obtener mayores beneficios.
No es casualidad que la mayoría de estos buques, con claros fines sociales, estén encontrando a los inmigrantes a la deriva cerca de las costas de Libia (EN), cuando la mayoría proviene de Siria. Simplemente los «aduaneros» que antes se encargaban de, previo pago, lanzar una lancha a alta mar y rezar para que llegase a las costas europeas, ahora les basta con dejarla a la deriva por las costas de Libia (gastando con ello mucho menos combustible), que ya vendrán «los buenos» a rescatar, si eso, a esas pobres gentes.
Es decir, de nuevo estamos ante un problema creado por esa «Lectura» solidaria que se ha auto-impuesto. Y por supuesto, empieza a ser aprovechada por unos y otros para intentar buscar posibles vínculos en los que estas ONG estarían confabuladas con las mafias del transporte en el Mediterráneo.
Un futuro bastante complicado de predecir
El problema de todo esto, por concluir, es que estamos llegando a un escenario en el que las lecturas alternativas, generalmente conspiranoicas, empiezan a imponerse a aquellas lecturas que en su momento se acordaron como las menos nocivas para el grueso de la sociedad. Lo que crea mayores discrepancias y mayor tensión.
Y bajo este prisma, no paro de preguntarme bajo qué ojos nos miraría un ciudadano del siglo XXII.
Porque puede ocurrir que en efecto simpatice con nuestra causa, e incluso se sorprenda al conocer que apenas un siglo antes el sueño de una única sociedad en la que todos fuéramos iguales estuvo a punto de peligrar.
O por contra, igual lo hace con esa mirada de presunta ingenuidad con la que los adultos miran a los niños cuando estos hacen «una monería», divirtiéndose al re-descubrir que en efecto hubo gente en la antigüedad que intentaron imponer la utopía democrática en una sociedad que únicamente necesitaba un bastón fuerte al que aferrarse…