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(Ojito a la cara de Ballmer en esta foto con el acuerdo de MS-Nokia del 2011)

Leo las noticias de estos días y no puedo más que apenarme (más por lo que fue y no por en lo que se está convirtiendo) al ver cómo una de las empresas tecnológicas más importantes de Europa está paulatinamente siguiendo la estela del resto de grandes compañías tecnológicas europeas. Es decir, particionarse, vendiéndose al mejor postor, y salirse de las capas finales de usuario, para terminar ocupando alguna otra capa abstracta al consumidor final.

Algo así le está pasando a Nokia. La empresa creada en Finlandia en 1865 para la producción de pulpa de madera (necesaria entre otras cosas para hacer papel) y que supo rápido ver el valor creciente de la tecnología, anunciaba hace unas horas la compra de Alcatel-Lucent (EN) (otra ejemplificación de lo comentado en este artículo) por 16.600 millones de dólares, posicionándose como el segundo mayor proveedor de infraestructura del mundo.

Un poco más cerca de un gigante como Ericsson, y con la esperanza de plantarles cara a los asiáticos (Hauwei, ZTE y compañía).

El movimiento hubiera sido uno más sino viniera de una compañía que hace apenas una década era quien “partía el bacalao” en lo referente a telefonía móvil. Hablamos de la época dorada de Europa. Aquella que pronto encontró su talón de Aquiles.

Bienvenidos al siglo XXI

Llegó el mundo smartphone, y la hegemonía de EEUU y Asia se hizo palpable.

A un lado del charco, los estadounidenses supieron jugar bien sus cartas, llegando a acuerdos restrictivos con los gigantes europeos que a priori beneficiaron a los dos, y a largo plazo acabaron por mermar la presencia de los segundos.


Al otro lado se llevó la producción, por eso de abaratar costes, y para cuando nos quisimos dar cuenta, a aquellos que les pagábamos “cuatro duros” para que sacaran adelante nuestro negocio les dio por clonarlo primero con marcas blancas, y después con marcas propias, sacándonos del mercado.

Así es como una Nokia ahogada bajo el yugo de la creciente Apple y la creciente RIM (ya sabe, la ahora Blackberry), oliéndose lo que iba a ocurrir con Google, no se le ocurre otra cosa que llegar a un acuerdo de exclusividad con Microsoft. Corría el año 2011, y la compañía quizás hubiera podido levantarse (ahí tenían MeeGo, que ha demostrado años después que hubiera sido revolucionario), pero esto se vuelve complicado cuando su dirigente tiene como objetivo llevarla al abismo.

Empieza así uno de los movimientos más criticados (y presuntamente corruptos) de los últimos años:

Un ex directivo de Microsoft que pasa a dirigir la compañía. Durante su mandato, las acciones de Nokia cayeron un 40%, las ganancias hasta un 95%, la participación en el mercado de teléfonos inteligentes bajó desde el 34% al 3,4% y el mercado de Nokia terminó perdiendo más de 13 mil millones de dólares.

¿El final? El esperado. Microsoft se hace con la parte de telefonía móvil (lo que les interesaba) de una Nokia de saldo (unos 7kMs). Stephen Elop es fichado nuevamente por los de Redmond, recibe un bonus de 18.8 millones de euros por “su gran trabajo al frente de la compañía“, y la finlandesa se queda con el culo al aire, pensando por donde salir…

Si EEUU tiene todo el control de las capas finales de usuario (tanto SO como aplicaciones) y Asia tiene la producción de dispositivos, ¿dónde queda Europa?

En el punto medio, la infraestructura. Esa misma que nadie quiere, ya que aunque sea vital para la cadena, acaba por transformarse en una commodity que el cliente final ni siquiera sabe que existe y que el resto de la cadena hostiga para que sea cada vez más potente.


La culpa de todos los males siempre la tiene la infraestructura, ya que no permite a los proveedores de servicios desarrollar servicios más avanzados y a los fabricantes de dispositivos ofrecer mejores productos.

Un negocio que maneja beneficios escuetos (el negocio está en los servicios, y si me apura, en las dos o tres compañías que lideren la distribución de hardware), que tiene poco margen de maniobra (no puede torcerse para ningún lado sin que haya protestas), que está fuertemente regulado (a diferencia de los OTTs) y que además es maduro (menos riesgo ergo menos negocio).

Hay todavía una duda en el aire ¿Qué pasará con Here Maps?

Y la pregunta no pretende ser pretenciosa. Porque hoy en día Here Maps es la única competencia legítima a Google Maps. Y viendo como se está estructurando Nokia después de estos vaivenes de los últimos años, quizás ya no tenga sentido mantener esta parte del negocio que tan complicada es de mantener.

¿La comprará Microsoft? Sería hasta un alivio, la verdad, pero ¿estarían dispuestos a seguir mejorándola? Porque mantener un servicio de mapas no es como tener una aplicación de mensajería o una red social…

¿Se la venderán a Apple o Yahoo? Parece raro, pero podría ser otra salida medianamente aceptable.

¿Caerá en manos de Google? Esperemos que no, pero es lo que temo. Los de Mountain View tienen ahora mismo en el bolsillo 60.000 millones, y con la compra, se libran de el único competidor que tenían hasta ahora en este sector. Volverá a reinar tranquilamente en otro mercado más.

Así que nuevamente perdemos terreno a nivel mundial. Y el día menos pensado nos adelantan por la derecha los chinos también en infraestructura.

Ay Europa de mis amores, ¿acabaremos siendo una mera cantera de cerebros? O lo mismo nos interesa salirnos del todo del mundo tecnológico y dedicarnos a trollear con patentes :).