Bajo estas líneas tiene el mapa mundial de redes sociales que cada año Vicenzo Cosenza (EN) desarrolla a partir de los datos públicos de Alexa.
Hace dos años me hice eco en este artículo de la peligrosa evolución de un mundo social dominado por Facebook. Pues bien, el de ahora es todavía peor.
Donde antes había 7 grandes redes, ahora hay 5, y no precisamente porque el resto haya ganado terreno.
Facenama en Irán, QZone en China, VK en Rusia y aledaños y Odnoklassniki en Kirguistán y Uzbekistán son los únicos países, unidos a aquellos del tercer mundo o no habitados, que evitan que el mapa sea completamente azul.
Y esto vuelve a sacar a relucir el peligro de un futuro monopolio (si no podemos considerarlo ya). Cuando todo ese conocimiento esté en manos de una única compañía. Que sí, que Facebook seguirá cohabitando otras redes, pero en todo caso es negativo para el futuro de Internet.
La diversidad siempre ha ofrecido más garantías, más competencias.
¿Qué futuro nos depara una red dominada por una gran compañía? Lo cierto es que el esperable. Si no hay competencia, no hay evolución, y tiende a llevarse a cabo cambios que repercuten directamente en aumentar el control del servicio en detrimento de sus usuarios, de protegerse frente a posibles nuevos jugadores.
Un servicio que previsiblemente se volverá más institucional, más invasivo. Prioridad para quien paga (las compañías anunciantes), y dejar de lado al consumidor (menos para lo importante, que son los datos segmentados y las analíticas).
¿Qué juega en nuestra baza? Pues exactamente lo mismo que juega en cualquier sistema de control. Conquistar el 95% de un mercado suele ser muchísimo más sencillo que conquistar el 5% restante.
En uno como el tecnológico, en el que además existe una feroz limitación de infraestructuras e intereses cruzados, la cosa es aún más complicada.
¿Veremos algún día una china con Facebook? Pues quizás, pero en todo caso complicado que se vaya a hacer fuerte en un mercado tan complejo como el comunismo del país asiático, que no ha dudado en levantar murallas digitales para proteger su régimen. Pasaría lo mismo en Rusia. Quizás VK acabe perdiendo peso en los países aledaños (a fin de cuentas es lo que está pasando), pero de ahí a que el Kremlin, que no se le conoce precisamente por ser abierto en cuanto a libertad de expresión se refiere, y que se “supone” (y lo pongo entre comillas por no quitarlo) tiene control directo en VK, deje pasar una red social americana, hay un largo trecho.
La dictadura de Facebook empieza a hacerse notar. Un servicio que nació con toda la buena voluntad del mundo (poner en contacto conocidos), y que a cada paso se ha vuelto la herramienta preferida del espionaje y control masivo. Desde el 2009 en la cartera de servicios de la NSA, hemos visto como su algoritmo, antes indiscriminado, ha ido paulatinamente evolucionando hacia otro que decide qué debe llegarnos y qué no.
Burbujas de filtros, lo llaman, y es tan peligroso como suena. Desde ocultar actualizaciones de estado positivas o negativos para ver la posible viralización de ese estado en el usuario, pasando por el aumento significativo de publicidad hipersegmentada que podría ayudar a “la toma de decisión” de voto en unas votaciones generales, hasta la posible censura de contenido que satisfaga a la empresa o gobierno de turno.
Un lobo con piel de cordero, que enmascara la realidad bajo una absurdamente compleja interfaz de configuración de la privacidad.
Y digo todo esto porque es importante que aprendemos a usar las herramientas que utilizamos en el día a día. Entender que lo que vemos en Facebook (o Google+, o dentro de poco Twitter) no es todo lo que está ocurriendo, sino todo lo que Facebook (o Google+, o dentro de poco Twitter) quiere que veamos de todo lo que está ocurriendo.
Caminamos por tanto hacia un futuro en el que la información es entregada únicamente por intermediarios. La vagancia del usuario a cambio de lo que consume, que escribía ya hace tiempo. Y sigue tan vigente como entonces.