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Me resulta profundamente anecdótico leer la pieza de Zuckerberg del pasado miércoles en la que explica cómo entiende la compañía lo que deber ser la privacidad en redes sociales(EN).
El CEO de Facebook. La empresa que sistemáticamente ha dilapidado todos y cada uno de los límites en esto del tráfico de datos.
La última, el hecho de que el número de teléfono de nuestra cuenta, una vez metido, no pueda ser eliminado de su sistema (EN). Un número de teléfono que, por cierto, han llegado a sacar incluso pese a que el usuario únicamente lo utilizase como 2FA. Es decir, que incluso en el propio uso de este dato personal ya de por sí habían atacado a la privacidad del usuario.
Al poco, leemos por ahí titulares de cómo Facebook está preocupado por la campaña electoral de España (ES), y está hablando con todos los partidos políticos para evitar que vuelva a ocurrir lo que ocurrió en EEUU.
Que Facebook tiene pensado declararle la guerra a las compañías que venden cuentas falsas (EN).
Facebook y la confianza
Pensar en una Facebook como garante de la privacidad en Internet suena tan sumamente absurdo, tan sumamente desquiciante, que me resulta hasta insultante para la inteligencia de cualquier usuario de servicios digitales.
Simplemente han ocurrido ya tantas cosas que muchísimo tiene que cambiar el core de negocio de la compañía para que en efecto podamos volver a confiar en Facebook.
Si inclusive sistemas como el de reconocimiento facial, o el ya citado segundo factor de autenticación, creados a priori con el único objetivo de mejorar “la seguridad de nuestras cuentas”, han sido explotados por el gigante de los datos con una política de tratamiento de información tan sumamente laxa, no hay mucho argumento disponible en el que defenderse.
Que Facebook ha llegado hasta donde ha llegado precisamente en base a su parasitismo corporativo, y a esa explotación sin control de nuestros datos, es un hecho. Que ahora se plantee remediarlo me parece adecuado, pero es que para hacerlo primero va a tener que cambiar de modelo de negocio.
Y no parece que el bueno de Zuckerberg esté interesado en hacerlo.
Y mientras tanto, lamentablemente, Facebook como ecosistema seguirá siendo necesario a nivel de negocio. Su plataforma publicitaria es de lo mejorcito que hay en el mercado en eso de llegar al cliente adecuado con el claim que toque.
Pero es que en su misma esencia radica el gérmen de la autodestrucción. Si es incapaz de identificar adecuadamente qué es campaña publicitaria positiva de todas esas basadas en las mecánicas de tergiversación. Si es incapaz de ofrecer valor con su modelo de negocio sin exponer de puertas hacia fuera los datos de sus usuarios. Si taxativamente asegura cosas que luego incumple, ¿espera que nos creamos que ahora sí, en la n-ésima declaración pública, se van a tomar en serio la privacidad?
Artículo también publicado en el blog.
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