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Hoy es Navidad, y me atrevería a decir que en muchos hogares esta noche Papá Noel ha traído un regalo un tanto descafeinado.


¿Es que los niños se han portado mal? Pues no, pobrecitos. Que ya bastante llevan con lo que les ha tocado aguantar a nivel educativo.

Me refiero a que ni las consolas de nueva generación, ni la nueva generación de chips y gráficas ha estado al alcance del grueso de la sociedad.

Y no por sus precios, sino simple y llanamente porque no hay existencias para todos.

El hambre

En estas últimas semanas he hablado con bastantes padres que me escribían preocupados porque [Papá Noel] no había encontrado la manera de hacerse con una Xbox Series S/X, una PS5, o un ordenador gaming de última generación.

Y mi respuesta ha sido la misma en todos los casos:

Créeme que no eres la/el única/o.

Está todo el mundo igual.


Así es como se explica “el hambre”. Demanda hay, y de sobra. El problema es la oferta.

Un servidor tuvo el día de lanzamiento la Xbox Series X. Pero claro, es que yo trabajo en la industria y la reservé en la primera hora en la que salieron las reservas de la consola de marras. Es decir, que hice prerreserva un mes antes.

Y algo parecido me ha pasado con el Mac Mini. Me llegó un par de semanas más tarde del lanzamiento, pero es que lo pedí como al día siguiente de la presentación.

A los que lo hicieron a mediados de este mes, esperando que en un mundo normal tú quisieras pagar y la compañía de turno te vendería encantado el producto, se han encontrado con que el panorama en este año de locos es diabólicamente absurdo.

Ya no es que haya [Papá Noeles] que no han podido comprar la consola o el ordenador de turno. Es que en algunos casos han reservado esa compra en una tienda física, y la tienda física, sin stock, ni les devuelve el dinero ni tampoco puede decirles cuándo tendrá el producto listo para entregar.

Eso y la de colas que se están montando en plena pandemia en los grandes almacenes cuando se anuncia que vienen nuevas cajas.

Parece la época del hambre. Con la diferencia de que en vez de pegarnos por un cacho de pan, lo hacemos por un trozo de metal.


Las ganas de comer

Así es como llego a la otra cara de la moneda.

Porque en este distópico escenario se han juntado dos desafortunadas coincidencias:

Las fábricas han estado un año funcionando a medio gas

Recordemos que a principios de año China se paró. Y China es el pulmón industrial del mundo.

Ergo se ha jodido, así de primeras, buena parte del roadmap tecnológico esperable.

Y a esto júntale la guerra comercial entre EEUU y China, que además ha complicado la interoperatividad histórica del suministro de hardware y software, con compañías comprando a granel millones de chips no porque realmente los necesiten, sino simplemente para protegerse (y quizás abaratar costes) de los vaivenes que pudieran venir en el futuro.

Eso, y una pandemia sanitaria y económica mundial. E incluso crisis locales como fue la huelga de Francia o las restricciones de movilidad que hemos experimentado en medio mundo.

Metes todo esto en una batidora y tienes que pese a que la industria tecnológica ha seguido en sus trece de presentar este año la nueva generación, realmente los manufacturers no estaban preparados para ofertar los millones de dispositivos que la sociedad demandaba (EN).


El solo hecho de que, por ejemplo, una fábrica de chips en Japón se incendie puede hacer que toda la cadena se rompa durante varias semanas.

Entran en juego los especuladores (y el resto de la cadena)

Porque donde hay hambre, hay listillos oportunistas.

Este el caso de gente como Ted Bracks al que estos días entrevistaban en The Washingtom Post (EN).

El hombre se dedica sistemáticamente a comprar productos y revenderlos en eBay. Con la salvedad de que él no está ahí comprándolos el día de lanzamiento, sino que directamente lo hacen sus bots.

En el caso de la PS5, Ted contaba que se había conseguido hacer con 8 consolas, para luego revenderlas a más del doble de su precio a, presumiblemente, [Papá Noeles] desesperados por poder regalarle algo a los niños estas Navidades.

¿Es esto un negocio? Pues vaya si lo es. El bueno de Ted ha ganado 30.000 dólares con esta práctica en lo que va de año.

Es más, tiene hasta su propia “botnet” que ofrece a terceros: un scrapper que se encarga de avisarte cuándo está disponible tal producto por 30 dólares al mes.

Que entonces es cuando te planteas:

Joder, ¿y por qué grandes retailers como Amazon no habilitan algún tipo de control para evitar que sean los bots quienes acaben con las existencias?

Pero claro, una cosa es decirlo, y otra bien distinta hacerlo.

Que incluso con sistemas de captcha bastante exigentes, existen herramientas (que por supuesto estas botnets utilizan) que, de nuevo bajo un cómodo pago mensual, se encargan de pasarle el captcha a un operador humano para que este lo resuelva.

Es decir, se ha montado todo un negocio capilar alrededor de la figura de la compraventa automatizada de stocks y la reventa con precios infladísimos.

Eso y que aunque quede mal decirlo, a los retailers no les viene mal (a fin de cuentas, venden su producto al momento y por tanto no ocupa espacio en el almacén), a las plataformas tampoco (eBay y compañía hacen el Agosto con las comisiones que cobran a estos caraduras), y a las propias compañías tecnológicas involucradas tampoco (a fin de cuentas, la nueva generación suele salir sin apenas margen de beneficio con su producción, ergo el que haya mucha demanda no cubierta solo ralentiza el proceso de compra varios meses, lo que les permite aumentar el margen de beneficio y por tanto ganar más dinero más adelante).

¿Cómo se te queda el cuerpo?

Estas son las razones de por qué esta mañana muchos niños (y no tan niños) se hayan quedado sin el regalo que esperaban.

Pese a que estoy seguro de que la mayoría os habéis portado muy bien.

Que Papá Noel os quería traer vuestro regalo. Pero ni el COVID nos ha dado tregua…, ni los hijosdeputa tampoco.