La resaca del WWDC 2014 está llegando a su fin, y toca metabolizar lo visto.

Ayer os hablaba de la convergencia operativa de iOS8 y OS X Yosemite, y hoy os quería hablar de bienes digitales y familia, dos temas que aunque a priori tienen más bien poco que ver, empiezan a cobrar sentido en el mundo de la informática. Family Entre las “novedades” (y ojo a esas comillas cómplices) me encuentro con family sharing (EN), una característica nueva en iOS que permitirá compartir fotos, calendarios, tareas, ubicación y contenido entre los miembros de la familia. Algo que ya vimos materializado con gran acierto en el préstamo familiar de Steam (ES) o XBox (EN), y que en cualquiera de los tres casos, apunta a una posible salida al principal peligro de los bienes digitales: la restricción en el derecho a compartirlos.


Sobre este tema hablamos largo y tendido hace unos meses, aprovechando ese estudio de la UE sobre la opinión de las grandes empresas respecto a la reventa digital. En él, dábamos algunos tips para comprender la diferencia entre la compra de un bien físico y uno digital.

El principal problema es que en verdad con la compra lo que obtenemos es una licencia de uso, en algunos casos vitalicia, pero en todo caso distinta al modelo tradicional de compra (bien que pasa a ser tuyo y puedes prestar o revender a quien quieras). Un bien digital suele ser nuestro mientras seamos nosotros quien lo usa, a diferencia de un bien físico, que podemos prestarlo fácilmente, e incluso heredarlo de otro usuario que haya fallecido.

Lo que el family sharing de Apple, o el préstamo familiar de Steam propone, es una apertura de un sistema tan absurdo como el anteriormente mencionado. No podremos compartirlo tal y como lo haríamos con el medio físico, pero al menos sí entre los miembros de la familia, entendiendo por familia a esos allegados con los que no nos importa compartir parte de nuestros bienes. El resultado es un sistema de compartición que funciona. Una suerte de licencia aumentada para dar acceso a nuestras apps de la App Store y contenido comprado en iTunes o en Steam y Xbox One. Compartir con restricciones (en el segundo caso, está claro que no podrías jugar a la vez a un mismo juego, ya que a efectos prácticos, es como si se lo dejaras), pero al menos compartir.

La gestión efectiva de permisos ofrece un sistema que podría enfocarse de manera magistral para el control parental (por ejemplo, enviando notificación de consentimiento al padre cuando el hijo quisiera hacer una compra in-app, o conociendo el paradero del mismo), lo que devuelve, a su manera, la figura del usuario administrador de una red en sistemas móviles. Un MDM de andar por casa, fácil de usar, y terriblemente útil.

Y de paso, dar el brazo a torcer en un tema que a cada paso preocupa más a la sociedad como es el de la imposibilidad de disfrutar de las mismas apps en diferentes dispositivos. Que ponerse de familia a uno mismo pueda resultar un claro síntoma de que algo va mal, ya no en la persona, sino en el tejido tecnológico que lo asienta.