Leía en XatakaWindows (ES) parte de la entrevista que le hacían recientemente a Julie Larson-Green, vicepresidenta del área de dispositivos y estudios de Microsoft, y de ahí pasaba a la transcripción completa (EN).
En ella, se habla de la nueva filosofía de Microsoft hacia “una familia de dispositivos que ayuden a la gente a hacer las cosas que quieren hacer, compartirlas con la familia, y estén donde quieran estar“. Bajo este eslogan marketiniano, se esconde algo que en verdad sí me parece disruptivo, y que en su momento señalé como algo a considerar: la unificación de la UX en distintas plataformas.
Y digo que es interesante porque mientras otras compañías están analizando el problema de la movilidad como un ente externo, Microsoft lo unifica bajo el mismo techo. Un techo que en muchos casos no acaba por funcionar, y para muestra un windows 8 que ha llegado con más pena que gloria al mercado, ofreciendo algo muy potente pero quizás mal gestionado (tanto por la compañía, como por la tendencia al conservacionismo que tenemos los usuarios).
La versión 8.1 es a mi punto de vista lo que debió ser la 8. Un nuevo paradigma, un acercamiento del móvil al escritorio. Un experimento en vías de desarrollo, que ya apunta maneras. Ubuntu touch va por el mismo camino, y ni que hablar de esos dos SO de la gran G (Chrome OS y Android).
Me interesaba terriblemente las palabras de Julie a la temida pregunta sobre el fracaso de Windows RT, y me voy con sabor agridulce. Sabor agridulce porque aunque sea democrática en sus palabras (y barra para casa, como es de esperar), ha dicho una verdad como un templo: “El usuario medio quiere tener una experiencia de la electrónica de consumo simplificada“.
Algo que los que estamos al otro lado echamos en cara a iOS (control absoluto por parte del fabricante, apenas personalización, simplicidad y dependencia), que ya traté con intensidad en la entrada De camino a un mundo en el que el usuario no será dueño de sus dispositivos. Una tendencia peligrosa, ya que fomenta el rol de observador hacia la tecnología, y no el de activador de la misma en la sociedad, que favorece entornos cerrados alejados de lo que una plataforma como la web pretende fomentar.
Como punto positivo, me quedo con ese intento de trasladar el control del usuario a arquitecturas ARM (tablet, smartphones), que fue un completo fracaso (todo hay que decirlo), jugando por un lado con la personalización, y por el otro gestionando las aplicaciones desde un entorno cerrado (como es un market). La decisión de incluir un escritorio que no servía para nada (sigo aún sin entenderlo), y la adaptación de esa tendencia al uso de aplicaciones de dispositivos móviles a escritorio, que en algunos casos ha funcionado bastante bien.
Y me alegro que la vicepresidenta sea tajante en tanto en cuanto el futuro de las tres plataformas que actualmente tiene Micro (WP, Win8, Win8 PRO, hasta que les cambien de nuevo el nombre): “No vamos a tener tres“.
El futuro pasa por la gestión de una única plataforma que se adapte a las necesidades de cada dispositivo. Algo que tarde o temprano todos tendrán que hacer, picando un poco de aquí y otro poco de allá. Y cuando llegue ese momento, quizás a algunos lumbreras de arriba caigan en la consideración de que este movimiento lo hemos vivido en su momento con el responsive design y la evolución del entorno adaptativo en los lenguajes web.