charlie hebdo


Esta imagen que acompaña el artículo es una más de las miles de fotografías tomadas el 11 de Enero (ES) en alguna de las múltiples manifestaciones en contra del terrorismo.

¿La razón? Los acontecimientos acaecidos 4 días antes en una de las calles de Paris. Más de dos millones de personas se echaron a la calle como protesta a la acción de los hermanos Saïd y Chérif Kouachi, que un buen día decidieron hacer suya la palabra de un grupo terrorista, cobijados bajo la sombra de la religión, y matar a 11 dibujantes del periódico satírico Charlie Hebdo, y un policía que tuvo la mala fortuna de cruzarse con ellos.

Pero este artículo no va del peligro de esta nueva oleada de terrorismo pseudo-religioso, sino de otra gran mentira que es tan nociva como esta.

Ese mismo día 11 de Enero, mientras esas más de dos millones de personas salían a la calle para mostrar su dolor públicamente, para criticar abiertamente la necesidad de tomar medidas ante el terrorismo, y para solidarizarse con los familiares de las víctimas, otros hombres de negro, que a diferencia de Saïd y Chérif no necesitaban enmascararse, se reunían en grandes salones convenientemente cerrados.

¿El objetivo? Sentar las bases de un sistema más “seguro” para la nación, y fijar una hoja de ruta con medidas antidemocráticas aprovechando que ahora era el momento adecuado para sacarlas adelante. Teniendo en mente que ningún partido político se hubiera atrevido a sacarlas adelante sin la EXCUSA del ataque a las oficinas de Charlie Hebdo.

Al frente estaba el primer ministro francés, Manuel Valls, que había visto cómo por primera vez en años se elevaba Vigipirate (el sistema de alerta de terrorismo del país) a su nivel más alto, «Alerte attentat» (‘Alerta de atentado’).

La excusa perfecta, cuyos primeros coletazos vemos estos días.


El viernes pasado entraba en vigor la nueva ley de vigilancia francesa (FR), llamada“Loi Renseignement” (“Ley de información”). Pese a lo que opinen los franceses. Pese a lo que conlleva.

Bienvenido al estado de control francés

Entre sus medidas, la derogación del sistema de reparto de poderes entre los órganos ejecutivo y judicial (ya sabe para dónde cae la balanza), así como el abandono del derecho a la privacidad siempre y cuando sea “necesario” para los intereses del Estado.

  • Los cuerpos de seguridad podrán hackear cualquier terminal sin pedir autorización judicial.
  • El gobierno podrá instalar “cajas negras” en cualquier parte de las líneas de las operadoras, interviniendo comunicaciones si así lo vieran oportuno.

Como ya pasó en su momento en EEUU, un atentado sirve de excusa para levantar un sistema de control nacional bypaseando el papel de los órganos judiciales (esa mosca molesta que sigue empeñada en proteger también los intereses del ciudadano).

El texto bien se encarga de dejar muy claras las “armas” con las que este nuevo gobierno podrá mantener la “seguridad” de sus gentes, pero se vuelve vago a la hora de definir el ámbito de actuación. Se habla por tanto de medidas “proporcionales” al objetivo perseguido, y de actuación en caso de “necesidad”.

No aprendemos…

Un sistema de control no es un sistema más seguro, es un sistema de control. Con ello, el gobierno gana poder frente al resto de órganos. Un poder que acaba siendo usado con objetivos muy distintos a los que en principio fueron fijados.

No, contra el terrorismo no se lucha con escuchas masivas y abusos de privacidad. Quienes están detrás del terrorismo saben bien cómo deben establecer las comunicaciones.

El último afectado, a fin de cuentas, es el ciudadano, que descubre cómo de pronto su derecho a la privacidad se ve vulnerado. Ese gobierno que ha elegido para que le represente abusa de su posición y establece un sistema censor para autodefenderse, para mantener el statu quo que a él (y no al pueblo) le interesa.


En EEUU, el atentado a las Torres Gemelas conllevó en nacimiento de una ley que llevaba años en uno de los cajones del gobierno. La Patriot Act, con medidas semejantes a las que ahora ha impuesto el gobierno francés.

Y con la Patriot Act, la NSA adquiría el poder que tanto había soñado, sirviendo de punta de flecha a los intereses del gobierno, que llegaron hasta el control del voto ciudadano.

14 años después de la puesta en vigor de la USA Patriot Act, lo único que se ha demostrado es que esas escuchas masivas no han servido nada más que para controlar a la sociedad. No han encontrado ninguna correlación entre su ámbito de actuación y la disminución del terrorismo. Ninguna.

14 años después, el gobierno, incapaz de hacer frente a un escándalo tan grande como han supuesto las revelaciones de Edward Snowden, tiene que dar marcha atrás, presentando una nueva ley menos agresiva, y que volverá a demostrar su ineficiencia.

No. Un atentado terrorista no es excusa para levantar una sociedad de control. No hay, de hecho, escenario alguno en el que una sociedad de control arroje mayor seguridad que otra basada en libertades.

Este no es el camino a seguir, ni en EEUU, ni en China, ni en Reino Unido, ni en Turquía, ni en Rusia, ni en Siria, ni en Venezuela, ni en Francia.


La nueva Ley de Información francesa no es más que una nueva arma para cohibir las libertades y derechos de sus ciudadanos. Para controlar al rebaño, no sea que esos dos millones de personas un día decidan levantarse no para protestar contra el terrorismo, sino para echar a ese gobierno que solo sabe mirarse al ombligo.

Que esos dos millones de personas hagan levantarse al resto, y caigan en consideración de que quizás la figura del gobierno como tal ya no tiene sentido en un escenario donde las nuevas tecnologías nos permiten autogobernarnos y autoorganizarnos.

Porque ese es el verdadero “terrorismo” que tiene en vilo al gobierno de Mauel Valls, y al resto de gobiernos de los países supuestamente democráticos.

Que su chiringuito tiene los días contados, que ni los sueldos vitalicios están asegurados, y que por tanto, habida cuenta que la vía de la reeducación es lenta y complicada de tejer en pleno siglo XXI, el golpe de remo vuelve a ser la mejor herramienta para mantener de rodillas a los que tienen algo que decir al respecto.