2011. Al congreso de los estados unidos llegan dos proyectos de ley a cual más terroríficos: SOPA (Stop Online Piracy Act) y PIPA (Protect IP Act). Su misión, implantar medidas de control y censura en Internet, dotando del poder dictatorial que exigían los ISP americanos y secundado por la industria del cine, con el fin de terminar de una vez por todas con la piratería.


Guillaime Courtois

Entre sus medidas, la capacidad de que las operadoras pudieran realizar bloqueos de DNS y dominios según una lista negra que gestionarían tanto estas como las distribuidoras de contenido. La cosa se pone seria cuando te das cuenta que muchos de los proveedores de dominios y hosting tendrían la obligación de restringir el acceso a estas páginas, así como los servicios de pago y publicidad, que deberían bloquear las transacciones asociadas a ese dominio, al depender de la legislación americana. Y claro está, esto se haría sin orden judicial, simplemente con la denuncia de una de las partes.

El problema entonces pasaría de una lucha contra la piratería (hasta cierto punto aceptable) a una herramienta de censura de la libertad de expresión en Internet. Cuando servicios masivos de la talla de Youtube, Facebook o Google tuvieran la obligación de autocensurar el contenido publicado por los usuarios para evitar un posible bloqueo por parte de estos nuevos sheriffs de la red. El anonimato es visto entonces como un enemigo y no como un derecho, penalizándolo y obligando a la sociedad a interaccionar en el medio digital permanentemente identificada.

Surgen entonces movimientos en contra de este asalto a los principios que rigen la red de redes, y entre ellos, DemandProgress, fundada por el difunto Aaron Swartz (recordemos que acabó suicidándose por la persecución gubernamental a la que fue sometido), que consiguieron la masa crítica de apoyos para echar por tierra a SOPA y PIPA.

2014. Las filtraciones de Sony Pictures, perpetradas o no por el gobierno de Corea del Norte, y que un servidor lleva estudiándolas desde el principio para el CIGTR (ES), revelan una estrategia por parte de la Asociación Cinematográfica de Estados Unidos (MPAA), formada principalmente por Universal, Sony, Fox, Paramount, Warner Bros y Disney, de revivir los principios de la ley SOPA bajo el nombre de Proyecto Goliath (EN).

Lo curioso del caso es que ahora el enemigo no es únicamente la piratería, sino los intermediarios. Y de hecho, se especula, según el tratamiento que se hace por email del proyecto, que Goliath podría ser en realidad la propia Google, que en su momento (y como es normal teniendo en cuenta que el enlace es su modelo de negocio) se posicionó en contra de SOPA.

Un Goliath al que hay que derribar, asfixiando su capacidad de enlazar contenido que podría estar protegido por derechos de autor. O enlazar contenido que es molesto para la industria (críticas, filtraciones,…). Se habla también de iniciativas como la de keystore, con 70ks de presupuesto, destinadas a recopilar pruebas contra “Goliath” en previsión de la confrontación futura.


Tanto es así que la propia Google se lamentaba en su blog (EN) de la siguiente manera:

Estamos profundamente preocupados por los recientes informes que muestran que la Asociación Cinematográfica de Estados Unidos (MPAA) condujo en secreto una campaña coordinada para revivir la ley SOPA […] En 2011 millones de estadounidenses ayudaron a cancelar el avance de la Stop Online Piracy Act (SOPA). Si se hubiera aprobado se habría llevado a cabo la censura en la web. No es de extrañar que 115.000 sitios web, incluyendo Google, participaran en una protesta, y en el transcurso de un solo día, el Congreso recibió más de 8 millones de llamadas telefónicas y 4 millones de correos electrónicos, así como 10 millones de firmas.

Lo que me da más miedo de todo esto es la estrategia que han seguido, reuniéndose (presuntamente) en más de una ocasión con la Procuraduría General. Todo en secreto, y sin presencia de otras partes.

Visto que públicamente acabó en fracaso, quizás ahora estén optando por realizar la campaña a puerta cerrada, sin posibles represalias por parte del ciudadano, al igual que en España han hecho los medios suscritos a AEDE.

Una nueva política: la del oscurantismo. El lobby ejerce presión y mueve los hilos de unos gobiernos sedientos de poder y sin escrúpulos.

La democracia real, la que no vemos. Un nuevo estado de control, oculto bajo una fachada neoliberal, protegiendo sus intereses. Se legisla para que el de arriba siga estando en su puesto, aunque ello frene la evolución de la sociedad.