El título es bastante explícito, y es que ese era precisamente el objetivo. Hablamos de Google, una de las grandes compañías de la actualidad, quizás la más poderosa si nos atenemos a su dominio en algunos de lo nichos de mercado más críticos de la sociedad, todos ellos relacionados con la información.


partir google en dos

Mirando la vista atrás, hay que recordar que Google nació como un buscador que ofrecía justamente lo contrario al resto de “buscadores: entregar al usuario una lista de enlaces con la respuesta a su pregunta ordenada (ojo al dato) por un algoritmo que pretendía basarse en el valor objetivo de la misma, y no según quién había pagado más por aparecer por delante.

Es decir, en sus primeros años de vida, Google llegó a robarnos el corazón gracias a que sus resultados de búsqueda no estaba editorializados. Lo que Google mostraba era una “verdad absoluta“, que estaba por encima de los intereses de negocio y que solo rendía cuentas ante un algoritmo puramente dictatorial (muestro lo que muestro en el orden que lo hago porque a nivel de cómputo esta página es más valiosa para el usuario que la otra).

¿Qué es Google en la actualidad?

De hace casi dos décadas hasta ahora Google ha cambiado, pasando de un proyecto universitario a una startup que a puntito estuvo de venderse, hasta el gigante de nuestros días. El Google de hoy es una maquinaria de hacer billetes, alejada en todo caso del “Don’t be evil” que fue seña inequívoca de su buena fe (clara alusión al monopolio que por aquel entonces tenía Microsoft). El negocio de Google es la publicidad, y por tanto, los usuarios. Google funciona gracias a que nos conoce muy pero que muy bien, y es capaz de segmentarnos y categorizarnos para ofrecer a los anunciantes ventanas hipersegmentadas.

Esta necesidad por conocernos permite además que los servicios que ofrece (la mayoría de muy buena calidad) sean gratuitos, ya que nosotros pagamos con su uso. Y también les obliga a mejorar día tras día sus servicios para intentar evitar que el usuario tenga que salir de su ecosistema (más tiempo de uso, más conocimiento adquirido).

De ahí que Google hoy en día represente un gran problema a la evolución de la sociedad de información. Cualquier microservicio debe pasar por Google (ya que este es la puerta de acceso al 77% de los usuarios de internet, 98% en el caso de España), y Google en cualquier momento es capaz de sacar un servicio semejante que manda al cuerno a la competencia (para qué voy a salir de Google si Google me ofrece lo mismo, y como mínimo igual o mejor).

Lo vemos con las páginas del tiempo (para qué voy a ir a una página si Google me dice el tiempo desde la propia búsqueda), lo vemos con las operaciones matemáticas (la calculadora de Google es una pasada), lo vemos con la gestión de viajes, y en el día de mañana, lo veremos con la comparación de productos y cualquier otro servicio que permita a Google seguir siendo el Internet del usuario.


¿Qué haría que Google perdiera su hegemonía?

Dos posibles consecuencias: La primera es el surgimiento de un servicio tan valioso en sí mismo que Google sea incapaz de competir con él.

Un ejemplo es Facebook a nivel social. Si queremos saber algo de nuestros amigos, normalmente vamos a Facebook, no pasamos por Google.

Si queremos hacer una compra, es probable que tecleemos en la caja de URL amazon.com, no Google, puesto que Amazon es para las ventas lo que Google es para las búsquedas genéricas. El buscador de Amazon es bastante probable que nos devuelva lo que queremos con más exactitud en un servicio como el de la compraventa de productos que si lo hiciéramos en Google. Y es más, gracias a esa editorialización de la gran G, si incluso lo hiciéramos en Google, seguramente acabáramos en Amazon, puesto que esta empresa ha invertido e invierte millones y millones de publicidad precisamente con el objetivo que ahora estamos viendo.

El enemigo para Google no es Microsoft o Apple (aunque esta última sea más valiosa), sino gigantes como Amazon (ES/enlace roto) o Facebook que le roban parte del negocio, y que tienen potencial para robarle ya no solo ese nicho de mercado, sino aledaños.

La segunda posibilidad la estamos viviendo actualmente, y tiene que ver con el complejo equilibrio entre negocio y editorialización.

No puedes seguir vendiendo que eres un servicio social cuando el 80% de la página principal de una búsqueda (SERP) es contenido editorializado. Es más, y como ha quedado patente a finales de la semana pasada, Google quiere ahora dejar claro que no ofrece un buscador, ofrece un medio de información (EN).

¿Qué connotaciones tiene esto? Pues que si bien en su momento, como dijimos, Google llegó a dominar gracias a su carácter puramente informativo objetivo, ahora se da la paradoja contraria. Google ofrece unos resultados que al menos en EEUU son considerados publicaciones, y por tanto, puede (como está haciendo) posicionar artificialmente sus servicios por encima de los de la competencia.


¿Por qué digo que esto es complejo de abarcar? Porque con ello Google pierde eso que le hacía único. Lo que vemos en Google es lo que Google quiere que veamos (ni siquiera lo que Google entiende que nosotros queremos ver), basándose en un algoritmo objetivo que se salta cuando el negocio manda. Y tiene en principio todo el derecho del mundo a hacerlo. Y gracias a ello pierde su estatus de imparcialidad en las búsquedas, que podría ser recogido por algún otro servicio.

Conocíamos este fin de semana que Europa plantea la división de Google en dos (EN), dejando el Google empresa por un lado y el buscador por otro. Sinceramente, la medida dicha de esta manera es un despropósito. Ahora bien, de lo que hablamos es de que las búsquedas en internet sean neutras, algo que nos interesa a todos. Y por otra parte, veo absurdo que el regulador de mercado pueda meter mano a ese nivel en una compañía que ha llegado a donde está por hacer las cosas mejor que el resto.

No encuentro una solución acertada sin sacrificios para las dos partes. Permitir el feroz monopolio informativo de la actualidad es muy peligroso (lo vimos con Youtube, un servicio que podría haber hecho frente a Google y que acabó sucumbiendo a su billetera). El otro extremo atenta contra la libertad de mercado (te permito crecer hasta que crezcas demasiado).

Por ello soy más de los de la opinión que el tiempo pone a todos en su lugar. Mantener un statu quo semejante es complicado incluso para Google. Será Amazon, será Facebook o será el servicio que sea. Quizás incluso ahora mismo se esté desarrollando en algún lugar del planeta. Y será mejor que Google en algo, y Google querrá comprarlo. Y quizás como en su momento pasó con ellos mismos, sus fundadores no decidan apostar por el gigante y emprender solos el camino, para en unos años, quitarle el liderato.

Eso es lo que teme Google, y esa será posiblemente la crónica que dentro de unos años (espero) pueda escribir en esta página.

Edit unas horas más tarde: Incluyo el vídeo superior y enlazo este proyecto, Focus On The User (ES) que busca concienciar sobre este problema, recomendado por Beatriz Aguilar en uno de los debates abiertos al respecto en Google+.