Supongo que no voy a sorprender a nadie con esto que voy a contar.
En la fauna de PYMEs (y no tan PIMEs) de este país, hay mucho negocio en esto de coger adjudicaciones de subvenciones públicas para impartir formación reglada.
Algunos profesionales, como los que estamos en CyberBrainers, ya hemos tenido malas experiencias con este tipo de subvenciones (desde la típica de que necesitan dos nombres de empresa más para poder hacer el paripé y que parezca que el concurso no está amañado, hasta la ya clásica de que, casualmente, acaba ganándola siempre la empresa del hijo, cuñado o amiguito de turno), así que directamente decidí hace unos años no presentar la empresa a más concursos públicos (y tampoco a privados, como contaba hace un par de días).
Hace unas semanas, de hecho, escuchaba por Twitter que el bueno de Lorenzo había vivido una situación de estas que quitan las ganas a uno de seguir currando día tras día:
Se presentó a un concurso, el cuál perdió, y al poco recibió la petición de la empresa de formación que había ganado pidiendo que formase a uno de sus trabajadores, casualmente sobre el mismo temario…
Cosas que pasan: Me presento a una licitación pública por una formación que damos en Securízame. El contenido de la licitación tenía el temario de mi web. Como el concurso es público, sé el nombre de la empresa adjudicataria, y el precio es MUY inferior al mío. (1/N)
— Lorenzo Martínez (@lawwait) August 18, 2021
Y pese a saberlo, recientemente fui yo el gilipollas que perdió el tiempo con un supuesto cliente que al final acabó por no salir.
Te cuento la historia.
De cuando hay que rellenar horas porque sí
En mayo me escribieron de una de estas empresas de formación para dar una serie de talleres enfocados a ejecutivos de Industria 4.0. Me pasaron directamente el temario completo que tenían que dar, y se explicaron tan mal que entendí que necesitaban, en dos semanas, que preparase las 80 horas sobre metodologías y casos de éxito en digitalización en Industria 4.0.
Tras varios emails, acabé dándome cuenta de que lo que querían era una formación de bastantes menos horas, y sobre un tema específico. Igual que nos habían pedido a nosotros soporte formativo, seguramente lo estaban haciendo con varios, y la idea era que fuéramos varios profesores, y que cada uno diera lo suyo.
Acordamos el precio, que ya de por sí, para el tiempo que teníamos, era bastante ajustado, y le di el ok, teniendo que preparar todo el temario en apenas una semana, y hasta cancelar un viaje que tenía programado. Ellos quedaron en enviarme el contrato, que ya les avisé que tendría que ser a nombre de la empresa, y respondieron que sin problema.
Sin embargo, no volví a saber de ellos, así que un par de días antes de que empezase la formación les volví a escribir preguntándoles… que si seguíamos adelante. Que ya tenía preparado todo el temario, y que no me habían enviado aún nada…
Y me respondieron que al final no se podía hacer en esas fechas, y que la harían seguramente a finales del verano.
Toma seriedad… Yo dándome prisa para tenerlo todo bien documentado, y ellos ni se dignaron a avisar que se posponían las fechas.
Pero bueno, pasaron los meses, y llegamos así a mediados de agosto, cuando la misma chica me escribe para decirme que sí o sí tienen que impartir ya la formación (se monte o no un grupo), y pasándome las fechas y horas de mi parte.
Le dije que perfecto, aunque tenía que cambiar algunas fechas por compromisos previos (que cancelé nuevamente para poder darla), y le recordé que aún no me había pasado el contrato.
Cuál es mi sorpresa cuando, tres días antes de que empezase la formación, y de nuevo por insistencia mía, me dice que tiene que hacerme un contrato mercantil, y por tanto a mi como profesional. Que no puedo facturar a nombre de la empresa.
Le explico nuevamente que yo ya no estoy dado de alta de autónomo (soy autónomo societario), y que por tanto facturo a nombre de la empresa con todos los clientes.
La chica lo consulta (supuestamente), y me comenta que no hay problema, que puedo emitir una factura a título personal, que como “es poco dinero”, no pasa nada.
Le explico que eso es ilegal. Hacienda hace años que se pronunció al respecto, y que no entendía las razones de que ahora no pudiera facturar como empresa cuando previamente me había dicho que sí.
Fue lo último que recibí de su parte.
Ni un lo siento en mayo, ni un lo siento en agosto.
Supongo que simplemente habrán tirado de cualquier otro, más necesitado que un servidor, para dar la formación. Tuviera o no preparado nada.
Total, ¿eso qué importa?
La calidad de la formación es lo de menos en estos concursos
Lo que más me jode, más allá de la pérdida de tiempo que ha supuesto, y de que para colmo tuviera que posponer otros compromisos personales para algo que al final no ha salido, es el tipo de formación que van a recibir aquellos que apuesten por este tipo de cursos.
Está claro que un servidor puede permitirse decirles que no a hacer cosas ilegales (como las que proponían). Me va bien con la empresa, pero estoy seguro que mi parte al final la habrá dado otro que probablemente, bien sea por desconocimiento, bien sea por pura necesidad, tenía que coger lo que le saliera.
Y eso acabará transmitiéndose a la calidad de la formación, y por tanto al conocimiento que van a recibir los alumnos.
Lo cual, es lo verdaderamente triste de toda esta historia.
Para un servidor, otro ejemplo más de que no vuelvo a mover un solo dedo hasta que no haya un contrato encima de la mesa. Y de lo podrido que está lamentablemente parte del sector de la educación que vive en base a subvenciones.
Un sector (al menos por parte de este grupo de empresas, que no digo que pase con todos) en el que el alumnado, y como vemos, también el profesorado, es solo un efecto secundario del único objetivo, que no es otro que el de rellenar horas, a cualquier precio, para facturar.
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