Compartía a finales de la semana pasada el vídeo de TEDx de Logan Laplante.

Embebido al final de este artículo, un niño de 13 años cuyos padres apostaron por sacarlo de la escuela y formarlo según los intereses que mostrase.


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El resultado, en este caso, es una educación basada en la naturaleza, el equilibrio físico/mental y el amor por el esquí del joven, que lo ha llevado a interesarse por quizás en un futuro montar una marca de ropa deportiva.

La idea no es nueva, y para el grueso de la sociedad es posible que haya varios grandes obstáculos que salvar (siendo el principal los recursos propios de los padres, tanto de tiempo como de dinero, capacidad y motivación), pero en síntesis el plan de estudio que sigue podría implantarse en cualquier sistema educacional.

Logan Laplante habla de 8 pilares básicos en la educación, y para colmo de los amantes de la tradición, ninguno tiene que ver con asignaturas: Ejercicio, dieta y nutrición, tiempo en la naturaleza, contribución y servicios a la comunidad, relaciones, recreación, control del estrés  y religión y/o espiritualidad. Y cuidado, que esto no significa que el chico no sepa lo mismo que otro sobre matemáticas, historia o ciencia.

El objetivo final, como bien señala, no es hacer una carrera, sino hacer una vida. Lo que busca por tanto es la felicidad, y no las herramientas para obtenerla (familia, estudios, trabajo,…).

Y me parece una postura verdaderamente disruptora. Verdaderamente hacker.

Recientemente, el Vicerrectorado de la Facultad de Informática de la UCM me pidió que expusiera los puntos que consideraba más débiles en el sistema educativo del máster en ingeniería en informática, y no dude un ápice en señalar la todavía propensión a las pruebas finales, a los exámenes.


¿De verdad, alguien en su vida, ha aprendido algo teniendo que preparar un examen? Piense para sí mismo. Seguramente recordará vagamente algún pasaje de algún libro, alguna cita o fecha que tuvo que aprender, pero sin duda habrá aprendido mucho más de aquella asignatura de tecnología donde le pidieron construir un puente (a escala) con varillas de papel. El haberse peleado en buscar información para un trabajo libre que el profesor de lengua ofreció como alternativa al monótono plan de estudio aprobado por el consejo.

La conclusión a todo esto es lo que llevamos diciendo mucho tiempo. La educación no debe ser un fin, sino un medio. Debe buscar la felicidad, y apoyarse en la motivación. Proyectos como aquellos nacidos bajo el cobijo de herramientas de gamificación tienen mayor índice de acierto, por la simple razón de que las personas queremos aprender disfrutando, no a base de imposiciones. Las escuelas tienen que dejar de ser cárceles (no tiene sentido alguno construir una valla alrededor de un instituto, a no ser que nuestro interés siga siendo el de adoctrinar a la fuerza, generar temor y distancia alrededor de la figura del profesorado), la asistencia debe ser opcional, y en todo caso, asegurándose que los talleres (que no clases) ofrecen un activo de valor más que calentar la silla y firmar la hoja de asistencia. Un lugar donde ir y conversar, donde todos aprendan de todos. Donde cada alumno vea lo que los otros están haciendo, y se ayuden entre ellos. Pero no es (y no debería ser) el lugar donde hay que estar, y donde se tiene que desarrollar el aprendizaje (cada uno tenemos nuestras estrategias y nuestro ciclo productivo).

La figura del profesor como mentor. Un compañero que, en igualdad de altura (eliminar de una vez esos absurdos atriles), debe acompañar a cada alumno en su camino, ofreciéndole retos que le atraigan, y no ejercicios genéricos. Motivar a que cada uno encuentre su lugar, que sea capaz de enfrentarse a su propio destino, a llevar a cabo sus objetivos.

El día de mañana, si ese joven decide trabajar en una empresa (y no formarla él mismo), contará con el beneficio de estar preparado para la mayoría de competencias que se va a necesitar (afrontar problemas, buscar solución por sí mismo, mejorar el ciclo de desarrollo,…), frente a una educación únicamente basada en el conocimiento objetivo, en el uso teórico de herramientas.

Solo así, amigo mío, se consigue evolucionar como sociedad. Primando la vida antes que el trabajo. Porque todo lo demás, conseguido el fin inicial, viene solo.