Hardware is Hard, But Easier Than Ever
Ya lo comentaba el bueno de John Teel hace unos años en la página de su empresa (EN), desmitificando lo que hasta el momento parecía ser voz populi.
Recuerdo que cuando Telefónica me cogió como uno de los 10 jóvenes talentum españoles, miraba con envidia (sana) el proyecto que se traían entre manos Pau Contreras y Joan Pons con el diseño de un sensor para diabéticos. Era, del equipo con el que coincidí, los únicos que iban en pareja (el resto cada uno teníamos un proyecto distinto), y los únicos que se habían atrevido a meterse en el complejo mundo del hardware.
Hace tiempo que, quitando alguna que otra fiesta (si hay cocktail ahí está Pablo, jajaja), estoy desvinculado de Talentum. El proyecto ha crecido afortunadamente muchísimo, y hoy en día en vez de la decena de promesas que elegían al año han pasado a lanzar varios sub-programas (ES) con capacidad para cientos de jóvenes anuales. Pero estoy casi seguro que todavía existe una predominancia considerable de proyectos enfocados al mundo del software frente a aquellos que tienen como núcleo, sea directo o indirecto, la pata del hardware.
Entre las razones, las ya por todos conocidas. La mayoría de ingenierías se centran más en la pata teórica que en la práctica; el mundo del hardware está todavía marcado, aunque sea puramente de manera no implícita, con un halo de trabajo de bajo nivel; y la más importante: las barreras de entrada son considerablemente superiores.
O al menos, lo han sido históricamente.
De Motorola a HTC
En Agosto de 2011 Google decidió invertir 12.500 millones de dólares para hacerse con Motorola Mobility. Algunos en aquel momento se dejaron llevar por el titular fácil: Google compra Motorola para parecerse más a Apple (ES), pero los objetivos eran claramente distintos.
Un año más tarde, la tragedia. Google vendía Motorola Mobility por apenas 2.900, perdiendo casi 10.000 millones en cuestión de un año… pero guardándose a buen recaudo la verdadera razón de la compra: uno de los porfolios de patentes más importantes de la industria de la movilidad.
La compra, por tanto, no tenía como objetivo competir con una Apple, ejemplo cuasi-perfecto de control absoluto de su ecosistema, sino más bien agenciarse esa cartera de patentes para cubrirse las espaldas de la guerra, tan absurda como cabría esperar, que hemos vivido desde entonces.
En aquel momento, de hecho, Android necesitaba como el comer seguir los pasos de una Microsoft que en su día decidió, muy acertadamente, dedicarse a la pata del software y dejar para el resto de “chicos malos” el hardware.
Licenciando su sistema operativo, Android ha pasado de ser la alternativa a iOS a ser prácticamente el dueño y señor de la amplia mayoría de mercados mundiales. Que sí, que en EEUU y en Reino Unido iPhone representa casi la mitad de ventas (y depende únicamente de una sola compañía), pero miremos hacia Asia, hacia África, hacia América latina, y porqué no, hacia Europa.
5 años más tarde, vuelven a sonar las alarmas. Google llega a un acuerdo con HTC (EN/ojo, que no es una compra como he estado leyendo por ahí) por el que adquiere el acceso a los desarrollos de la división de hardware de la taiwanesa por 1.100 millones.
Falta, como cabría esperar, que los reguladores oportunos se pronuncien al respecto, pero presuponiendo que todo salga como es de esperar, ahora sí podríamos estar en uno de esos momentos de cambio verdaderamente interesantes.
Cerca de 2.000 empleados que seguirán trabajando bajo la marca HTC, pero cuyos desarrollos dependerán de los designios de Google, con el claro objetivo de controlar un paso más la cadena de producción de dispositivos Google Design: Futuros Pixel, más el resto de productos de su cartera (chromecast, gafas de realidad virtual…).
En busca del equilibrio
Y el verdadero tema a tratar es cómo va a llegar a ello.
Volviendo al caso de Apple, la compañía es un claro ejemplo de éxito en cuanto a control de producto se refiere. A cada paso que dan, menos dependencia tienen de stakeholders, dando como resultado unos dispositivos que no son punteros en nada, pero que “simplemente funcionan”.
iOS es más seguro que Android no porque los de Cupertino hayan sido capaces de crear un SO más seguro, sino porque cuando surge una vulnerabilidad, simplemente tienen que parchearla y liberar el parche, que les llegará a prácticamente el 95% de terminales en cuestión de horas.
Un problema que Android sigue arrastrando, y temo que seguirá arrastrando por mucho tiempo.
iOS no necesita estar preparado para funcionar en cualquier supuesto. Simplemente tiene que cumplir correctamente en una muy limitada cartera de productos (unos 20 dispositivos), todos con un hardware elegido únicamente por la propia compañía.
Por contra, en Android, como ocurre con Windows, nos encontramos con un SO que precisa operar decentemente en combinaciones de hardware prácticamente ilimitadas. Y eso significa aceptar, incluir y testear miles de codecs y firmwares distintos, modularizando lo máximo posible cada capa del sistema operativo para que su funcionalidad final se haga de forma totalmente abstracta a la complejidad de capas inferiores.
Y sin embargo… Apple es la que hoy en día lidera el mercado tecnológico. Sin necesidad de crear nada nuevo, con una logística y una capacidad de difusión que marcan el ritmo tecnológico de la industria.
Competir en este escenario, pese a que seas el pez grande, requiere que te plantees estrategias que apunten al mayor control de toda la cadena sin que por ello los stakeholders, que hoy en día son críticos para Google, te vean como un potencial competidor.
Microsoft lo lleva ya años haciendo, en un tenso equilibrio en el que el proveedor de software de vez en cuando marca el nivel de exigencia del producto final al resto de fabricantes, y Google lo ha estado haciendo bajo su gama Pixel y Nexus, dependiendo en este caso de terceros.
Bajo este prisma, lo verdaderamente interesante del movimiento será ver qué ocurre con el mercado de Android si de pronto Google de verdad irrumpe con fuerza con productos finales.
Ya hubo algo de jaleo cuando decidieron ofrecer características únicas a sus gamas, y veremos qué movimiento toman fabricantes de la talla de Samsung o Xiaomi si esto empieza a ser la tónica del día a día:
¿Volverá TizenOS con más fuerza al mercado? ¿Surgirán nuevos forks de Android liderados por algunos de estos grandes fabricantes?
Sea como fuere, lo cierto es que el escenario se plantea, cuanto menos, curioso.
Un mercado tecnológico que históricamente ha favorecido los monopolios y duopolios.
Ojalá estemos ante las puertas de una maduración de la industria móvil que nos lleve, frente a todo pronóstico, a mayor descentralización, y por ende, a más alternativas y mayor competitividad de cara al consumidor final.