Lo he dicho por activa y por pasiva: Hoy en día el mejor smartwatch del mercado es el Watch de Apple.
Un dispositivo muy enfocado a la medición de salud, cuya principal pega, bajo mi humilde opinión es la necesidad de cargarlo cada día.
De hecho éste ha sido históricamente el principal problema de los smartwatches: Ofrecen un acercamiento bastante adecuado a esa idea de no depender (al menos en todo momento) del smartphone de turno. Algunos ofreciendo la posibilidad de conectarles una SIM. Otros simplemente por su capacidad para reproducir contenido musical alojado en local y/o por contar con sensores y conectividad (GPS, bluetooth, acelerómetro…) que hacen posible la típica pretensión de poder salir a entrenar fuera de casa sin llevar el móvil encima.
Pero pecan en forzarnos a depender de otro dispositivo de carga más. Cada noche, o a primera mañana toca hacerlo pasar por la toma de corriente.
Y es justo esto último lo que no me atraía a volver a darle una oportunidad a estos dispositivos.
Pero vamos a empezar por el principio
Índice de contenido
¿Qué busco hoy en día en un smartwatch?
Hay que tener en cuenta que desde aquel Moto360 (para un servidor de los mejores smartwatch que hubo, aunque lamentablemente la propuesta se quedó ahí frente a la llegada de Apple) la figura del smartwatch había quedado ensombrecida por la propuesta de cada vez más compañías con smartbands que si bien sacrificaban funcionalidad, ganaban en comodidad y sobre todo en autonomía.
Sigo diciendo que para mi un dispositivo de estos no puede necesitar cargarse cada día. Quiero poder llevarlo siempre puesto y olvidarme de él, por lo que como mínimo necesito un dispositivo que:
- Marque la hora: Porque hay que recordar que el uso principal de estos dispositivos debería ser este. ¿Obvio verdad? Pues si para ver la hora tengo que hacer malabares o tocar en no se dónde ya la cosa se tuerce más de la cuenta.
- Una autonomía mínima de una semana: Teniendo en cuenta el gasto extra que pueda tener en sesiones de monitorización de entrenamiento.
- Que sea invisible: Que no llame la atención, que no quiero parecer un robocop.
- Que funcione también sin estar pareado al smartphone: Preferiblemente pudiendo escuchar música y con GPS (tampoco es que necesite hacer llamadas con él). Pero que al menos me sirva para entrenar sin el dispositivo principal a mano, y que luego los datos se pareen cuando ya vuelva a tenerlo a mano.
- Que pueda atomizar la gestión de notificaciones: Aquí será seguramente el punto en el que menos represento a la mayoría de usuarios. Ya he explicado que soy muy estricto con el uso de notificaciones en mis dispositivos. NO necesito un smartwatch en el que pueda leer/enviar whatsapp y emails. De hecho quiero que únicamente me alerte cuando me están llamando, y que lo haga únicamente por vibración a los 3 segundos de que empiece la llamada (para no molestarme justo cuando tengo el móvil delante y lo descuelgo). Por tanto aquí les pido menos que lo que entiendo pide la mayoría de la gente, pero quiero poder gestionar yo este tipo de notificaciones desde la app (por defecto la mayoría ya ofrecen la lectura/envío de mensajes y llamadas).
¿Qué opciones tenemos en el mercado?
Pues la verdad es que muchas. Otra cosa es que merezcan o no la pena.
Después de comparar una temporada me decidí por probar el Amazfit Bip (ES), que es, de hecho, el smartwatch de Xiaomi que más se vende.
La cosa es que justo al poco de llegarme me escribieron de BlitzWolf para hacerme llegar el suyo (ES), y de hecho he aprovechado la ocasión para escribir esta pieza comparando dos smartwatches que claramente van dirigidos al mercado de productos de entrada.
¿Qué ofrece Amazfit Bit y qué sacrificamos?
Empiezo por el dispositivo que ha desterrado mi smartband (tenía ya unos tres años, ya era hora).
Y lo hago con un smartwatch que tiene dos grandes alicientes:
- Pantalla táctil siempre activa: La premisa es semejante a la que en su día tenían los pebble, que también analizamos por aquí, solo que a color. Y es sencilla y llanamente UNA MARAVILLA. Un panel LCD IPS de apenas 128×128 pixeles (para qué quieres más) cuyo principal atractivo es que conforme más luz haya en el exterior, MEJOR se ve. Es más, cuando estamos a oscuras la pantalla no se ve (¡el mundo al revés!), pero para eso tenemos el botón, que además de servir para acceder a cada opción del menú activa la retroiluminación. Una pantalla que nos permite, por tanto, utilizar el reloj inteligente… como si fuera un reloj tradicional (lo miras y te da la hora, sin tener que tocarlo o mover la pulsera de forma exagerada para que se active la pantalla). Y por cierto, de esta manera tampoco tendremos esos molestos falsos positivos que encienden la pantalla cuando estamos intentando dormir.
- Autonomía: 30 días de autonomía. Más, de hecho, que la mayoría de pulseras inteligentes del mercado. Es decir, que básicamente te olvidas de cargarlo.
No todo podía ser bueno. A cambio, por supuesto, sacrificamos algunas cosas que según para quién pueden ser importantes:
- No hay posibilidad de insertarle una Micro-SIM: Aunque tiene GPS, brújula, sensor de ritmo cardíaco y acelerómetro, y por tanto podemos utilizarlo para salir fuera a entrenar, no hay posibilidad de hacer llamadas directamente desde el smartwatch, y por supuesto sin el móvil cerca tampoco recibirá notificaciones. Ya dije que a mi esto sinceramente me da igual.
- Tampoco reproduce música o puedes instalarle apps: La interfaz viene muy preparada para monitorizar movimiento y frecuencia cardíaca, así como cuenta con numerosos planes de monitorización según la actividad deportiva que estemos realizando. Pero ya está. Olvídate de poder agregarle más funcionalidades mediante un market de aplicaciones. A lo sumo puedes cambiarle la interfaz, pero por las que ofrece el propio fabricante (y quizás jugando un poco con el firmware con alguna otra que haya desarrollado un tercero).
Una interfaz sencilla pero inmediata (deslizamos sobre la pantalla para ir de opción en opción, pulsamos en el botón lateral para activarla). Un sistema de carga en forma de expositor (por si lo quieres utilizar como reloj despertador), un diseño cuadrado (lamentablemente es lo que se ha impuesto en la industria), ligero y sobrio, al que únicamente le quitaría la dichosa marca del frontal.
Es, a fin de cuentas, lo que ofrece una smartband pero con mayor autonomía y en formato reloj con una pantalla siempre visible. Compatible con Android e iOS.
Y por el precio que tiene (entre los 50-70 euros) puede ser el típico regalo con el que siempre se acierta.
¿Qué ofrece el smartwatch de BlitzWolf y qué sacrificamos?
Èlia ha estado utilizando este último mes el smartwatch de Blitzwolf (ES), y básicamente la experiencia ha sido la esperable para un dispositivo de gama de entrada (menos de 25 euros, con un descuento que lo deja en apenas 18 euros si utilizas el código IWETKXOJ hasta el 1 de diciembre).
Me sigue sorprendiendo que BlitzWolf sea capaz de sacar precios tan rompedores con productos que CUMPLEN con mayúsculas. Esta marca, que seguramente es poco conocida por muchos, está haciendo un grandísimo trabajo tanto en diseño como en usabilidad, y con la tontería poco a poco tengo más productos de ellos por casa.
El caso. El Smartwatch de BlitzWolf acierta en:
- El precio: Maldita sea, ¡la mayoría de las smartbands son más caras que este smartwatch!
- Autonomía: Reales de alrededor de 12 días de uso. Por encima de esa semana que es, de media, lo que aguantan casi todas las pulseras inteligentes. Ya ni hablemos de relojes…
- Interfaz y acabados: Aquí tengo sentimientos encontrados. Por un lado la pantalla es mejor que la del Amazfit (IPS HD), y cuenta con certificación IP68 (vamos, puedes bañarte con él sin problemas). Por otro lado, es algo más pesado (unos gramos) y cuenta con una interfaz más completa (Amazfit peca bajo mi humilde opinión de ser demasiado minimalista) pero peor ordenada, mostrando por ejemplo en todo momento el iconito de la batería, y agregando algunas funciones como el disparador de fotos que entiendo se utilizará de muy vez en cuando en el menú principal, mientras otras como el cronómetro están en un submenú.
Se controla enteramente desde la parte inferior de la pantalla (un acierto, sinceramente), deslizando para ir navegando entre las opciones y dejando pulsado para acceder y/o activar dicha opción.
Y de nuevo tiene todo lo que podríamos pedirle a un dispositivo enfocado al deporte (monitorización en 8 modos deportivos distintos, podómetro, monitorización del sueño/ritmo cardíaco…).
Pero peca, como era de esperar, en:
- No ofrece tampoco conectividad propia mediante Micro-SIM, ni puedes meterle una micro-SIM para almacenar música o podcast en local.
- No cuenta con más aplicaciones que las que ya vienen instaladas en el dispositivo.
¿Es una buena opción? Pues hombre, por el precio que tiene es que no se puede pedir más (y bien podrían haber ofrecido bastante menos).
Èlia, que viene de una pulsera cuantificadora, está encantada, aunque ha tenido algunos problemas de sincronización de llamadas que me da que se deben más bien a que las versiones actuales de Android no mantienen si no le dices lo contrario las notificaciones en apps previamente no marcadas como prioritarias (un problema de gestión de notificaciones de su Samsung, no tanto del smartwatch).
¿Hay vida por tanto más allá del Apple Watch?
¡Vaya que si la hay!
Para aquellos que valoréis el hecho de no tener que cargar el reloj cada día por aquí tenéis dos opciones a precios muchísimo más asequibles.
Y si en verdad buscas “un sustituto” (con asteriscos) al smartphone, prepárate para sacar la cartera (unos 450-500 euros), ya que como decía en ese mercado el único que cumple a un nivel aceptable (sacrificando la autonomía) es la propuesta de Apple (ES).
________
¿Quieres conocer cuáles son mis dispositivos de trabajo y juego preferidos?
Revisa mi setup de trabajo, viaje y juego (ES).
Y si te gustaría ver más de estos análisis por aquí. Si el contenido que realizo te sirve en tu día a día, piénsate si merece la pena invitarme a lo que vale un café, aunque sea digitalmente.