James Dean, el popular actor hollywoodiense, muerto desde 1955 al estrellarse con su coche, formará parte del reparto de «Black to Eden» sesenta años después de su fallecimiento.


Todo gracias a un sistema de deepfake que recreará su voz, su rostro y hasta sus movimientos.

  • ¿Qué futuro le espera al mundo del cine si ahora ya es posible revivir a los mitos de otras épocas?
  • ¿Qué pasará con la industria de la actuación si, de pronto, los actores tienen que competir no solo con el resto de actores, sino también con todos los actores que han existido desde que el cine es cine?

¡Empecemos!

No es un caso aislado

Como comentábamos hace un momento, James Dean, el que fuera un icono sexual a mediados del siglo pasado, volverá a la vida en lo que parece ser una secuela de una de sus más importantes obras cinematográficas, «East to Eden», que se llamará «Back to Eden».

Obviamente, el pobre Dean no podrá actuar por sí solo (lleva cerca de siete décadas criando polvo…), sino que lo hará por él una herramienta de deepfakes asistida mediante inteligencia artificial, y que permitirá crear una suerte de avatar digital capaz de moverse, hablar, y por supuesto, sonreír como el joven de Indiana.

Celebridades como James Dean pueden volver a la vida como clones digitales gracias al poder de la inteligencia artificial, pero esto plantea preguntas inquietantes sobre qué derechos tenemos cada uno de nosotros después de morir.

BBC

Y es que no es la primera vez que la industria de Hollywood quiere desenterrar algún cadáver (perdón por la broma pesada). En 2019 ya hubo un intento de llevar a cabo este proyecto con el avatar del actor. Un proyecto que se acabaría cancelando dos años más tarde.

A algunos nos viene a la mente aquel cameo que hizo Carrie Fisher como Princesa Leia en una de las películas de la nueva trilogía de Star Wars… tres años después del fallecimiento de la actriz.


Aunque en ese caso, es cierto que no había IA de por medio, sino, simplemente, un CGI (si me preguntas a mi, bastante forzado) aprovechando escenas inéditas de su actuación en las primeras películas de la saga.

Eso sin olvidarnos de los cada vez más habituales «lavados de cara» que reciben algunos actores para encarnarse a sí mismos pero cuando eran jóvenes, en precuelas de sagas históricas, por eso de tirar de la nostalgia y arañar unos cuantos millones más.

Recordemos, por cierto, que el primer episodio titulado «Joan es terrible» de la sexta temporada de Black Mirror (la última en el momento en que publico este podcast) giraba en torno precisamente al uso de avatares digitales de gente famosa. En este caso, de la propia Salma Hayek, que en la ficción actuaba… en nombre de la propia Salma Hayek en la ficción.

Es un poco complicado, pero es lo que ocurre en el episodio.

De hecho, un servidor ya escribió, tanto en su blog, como incluso en dos de mis libros, «25+1 Relatos Distópicos«, e «Historias Conectadas«, sobre lo que nos depararía en el futuro cercano el uso de avatares digitales creados a medida de personas (estén o no vivas).

A principios de siglo se hizo patente con el auge de las ultrafalsificaciones que la identidad como concepto inmutable estaba en entredicho.

Que, de pronto, cualquiera desde su dispositivo móvil podía crear vídeos y audios utilizando para ello registros audiovisuales de cualquier otra persona. Y que los resultados, salvando el ojo de un analista, eran cuanto menos creíbles.


Extracto de uno de los relatos del libro 25+1 Relatos Distópicos

Esto no ha hecho nada más que comenzar

Pero, ¿cómo es posible que James Dean haya dado su visto bueno para «actuar» en una nueva película más de medio siglo después de su muerte?

Pues la realidad es que… no necesita hacerlo.

Los derechos de imagen del actor pertenecen a la empresa de licencias CMG Worldwide. Esta compañía tiene en su haber la potestad de explotar comercialmente cualquier obra propia o derivada con las actuaciones del actor fallecido (entre otros muchos). Y eso engloba, por razones obvias, decenas de horas de metraje y/o audio, y cientos de fotografías del actor.

Es decir, recursos audiovisuales suficientes como para entrenar a una IA generativa para que emule ser el mismo actor, e interprete, a la manera en la que el actor lo haría (con sus propios microgestos faciales, con sus movimientos identificativos) todo aquello que se le meta como input.

Un actor digital, por tanto, ampliamente querido por la audiencia, y que para colmo, como cualquier otra cosa creada por ordenador, no se queja, ni necesita volver a repetir tal escena porque le ha salido mal, ni enferma, ni se pone de huelga…

Ves por donde voy ya, ¿verdad?

Los actores en huelga

En julio comenzó en Hollywood la que ya es en estos momentos la mayor huelga general del sector desde 1980.


El sindicato de actores norteamericano, uno de los, paradójicamente, más activos en el país, decidió allá por julio comenzar una huelga que podrían patas arriba a todas las producciones que estaban en ese momento grabándose, y a aquellas que estaban por llegar.

Entre las razones, muchos medios se hicieron eco de las peticiones de los actores por recibir compensación económica no solo por rodar y emitirse una obra en cine, sino también por cada vez que esta se emitiera en los servicios de streaming.

Sobre esto, y aunque no es el objetivo principal de este videopodcast, solo diré que aunque la mayoría de contratos actuales ya reparten regalías teniendo en cuenta las horas de visionado en cine y televisión, con el sector del streaming la cosa se complica, por el simple hecho de que buena parte de estas plataformas son además de los propios estudios, y puesto que los datos de audiencia son, en esencia, el petróleo de esta industria, no parecen interesados en compartirlos, y mucho menos auditarlos externamente.

Es decir, que la queja de los actores en este sentido es debido a la falta de transparencia, teniendo que fiarse de que la productora, que además de poner el dinero para sacar adelante esta obra, suele ser quien está detrás de la plataforma de emisión en streaming (Netflix en el caso de Netflix, Amazon en el de Amazon Prime Video, Warner en el caso de HBO, Disney con Disney+, Apple con TV+), les esté dando en efecto lo que de verdad les corresponde a las horas de emisión que ha tenido ese capítulo o esa película el último mes, y no lo que a ellos les venga bien decir que así ha sido.

No solo eso, sino que los derechos de propiedad intelectual suelen ser de ámbito nacional:

«Imagínate que Netflix estrena tu película, y esta está desde el día 1 pudiendo verse en 140 países.

Estas visitas generan unos derechos de propiedad intelectual que en España son pagados, pero ¿Y el resto de países?».

Albaladejo, actor y secretario de acción sindical de la Unión de Actores y Actrices

Pero hay otra pata crítica para entender el porqué de la huelga de actores y guionistas, y esa no es otra que el auge de las IAs generativas.

De pronto, muchos actores que en su día no vieron problema alguno en ceder sus derechos de imagen como parte de un contrato para rodar una obra, ahora se dan cuenta de que han perdido la potestad de decidir qué se puede y qué no se puede rodar con ella.

Claro está, hace unos años para poder rodar algo con un actor, tenía que el propio actor estar de acuerdo, y rodarlo.

Pero ahora mismo podemos poner a una IA a aprender con toda la biblioteca de rodajes previos que tengamos sobre esa persona (biblioteca que, recordemos, está bajo el control de las productoras en buena parte de los casos), y producir obras derivadas sin que el actor tenga presencialmente que actuar.

Lo que se busca con la huelga, por tanto, es que esto cambie aludiendo a que el escenario actual no es el mismo que en el que se firmaron esos contratos, permitiendo devolverle el control de su imagen frente a eventuales usos por parte de avatares digital, y que en todo caso, el actor, o su familia si este ha fallecido, siga recibiendo regalías de este tipo de obras derivadas.

En juego el futuro de un sector entero de la economía

El tema, como puedes ver, no es ni mucho menos sencillo de afrontar.

Algunos pueden ver esta demanda como una necesidad de puro sentido común para proteger el derecho de imagen del colectivo, mientras que para otros, es un mero movimiento ludita, que busca sacar tajada y prohibir el uso de una tecnología que, nos guste o no, va a estar presente de aquí en adelante.

Sea como fuere, y si no hay cambios de última hora, todos podremos dentro de poco ver otra vez en los cines a James Dean en acción.

El debate, por tanto, está servido.

Así que ahora turno para ti:

  • ¿Crees que las demandas de los actores y guionistas sobre el uso de las IAs son adecuadas?
  • ¿Cuál crees que será el futuro de las IAs generativas en la industria cinematográfica?

Sigamos el debate en comentarios.

Sobre el videopodcast enCLAVE DIGITAL

enCLAVE DIGITAL es el videopodcast de Pablo F. Iglesias, consultor de presencia digital y reputación online.

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