Publicaba hace escasos minutos un artículo en el blog de SocialBrains sobre el caso de Zapata (ES), el edil de cultura del recién creado ayuntamiento de Madrid de Manuela Carmena, que ha sido “sutilmente” invitado (nótese la ironía) a dimitir de ese cargo que nunca ha llegado a tener por unos tweets que, sacados de contexto, podrían ser considerados antisemitas.
Ah, sí, se me olvidaba. Los tweets fueron publicados… ¡hace cuatro años! (como podrá ver en la imagen que acompaña el artículo).
Párese un momento y échele un vistazo al enlace, porque este artículo parte de las premisas defendidas en el primero (y ya de paso, y a riesgo de sonar un tanto prepotente, creo que me ha quedado cuanto menos entretenido :)).
¿Ya lo ha hecho? Bien, porque ahora estamos ya preparados para entrar al trapo. ¡Y agárrese que vienen curvas!
La falacia de la sociabilidad digital
Decía en el artículo que venimos de un mundo (el físico) en el que el olvido no es un derecho, sino una limitación. Una limitación biológica, humana, que viene dada por nuestra incapacidad de procesar grandes volúmenes de información.
El cerebro es un procesador muy eficiente. Tanto, que es capaz de desechar todos los estímulos sobrantes del día a día, y quedarse con lo verdaderamente importante (que suele ser muy muy muy poco).
Ahora sale a la luz el caso de Zapata, y algunos defensores de la ideología política de Ahora Madrid (que no entendidos en esto de nuevas tecnologías) lloran por lo absurdo del caso.
Y los simpatizantes de la (bien o mal) llamada “casta política”, han estado ávidos en levantar campaña para señalar con el dedo a ese pobre infeliz, olvidándose de aquel refrán que empieza con algo así como “Quien esté libre de pecado…”, y que ha quedado demostrado con el borrado de hasta 212 tweets del candidato del PSOE (ES), casualmente dos días antes de que se hiciera público el caso de Zapata.
Guillermo ha sido víctima del éxito mediático, del que de la noche a la mañana haya pasado de ser un don nadie (don nadie para el grueso de la sociedad ojo, que sus padres y amigos fijo que le quieren mucho) a la portada de todos los periódicos, telediarios y blogs. Y precisamente estamos hablando hoy de esto no porque haya escrito X o Y tweet, sino porque había sido elegido edil de cultura.
Es decir, el problema no es lo que hizo hace cuatro años. El problema es que ahora ya no es irrelevante para la sociedad.
El debate ha ido degenerando hacia el del derecho al olvido, que nuevamente, recalco como absurdo.
Zapata escribió hace cuatro años algo en un servicio que se vanagloriaba de ser el pulso informativo de lo que están haciendo tus amigos. Tus amigos, simple y llanamente. Tal cual se lo estoy contando.
Y como defendía en el artículo, ha dado la maldita casualidad de que ese servicio llamado Twitter ha ido creciendo hasta volverse el pulso informativo de buena parte del planeta (Twitter entre miles y miles de otros servicios que se han quedado atrás), política española incluida.
Y estoy seguro que Guillermo, cuando se metió en esto de Twitter, no tenía ni #¢@!% idea de lo que acabaría siendo. Ni Guillermo, ni un servidor, ni ninguno de los que estamos por aquí, por muy duchos en el tema que seamos. Guillermo escribió esos tweets como podría haberlo dicho de palabra en un bar si en vez de en el 2011, hubiera estado en el 2001.
Guillermo era por tanto un analfabeto digital (al menos de Twitter) cuando entró, y era analfabeto porque por aquel entonces todos éramos analfabetos digitales.
Es imposible estar totalmente preparado para algo que no está ocurriendo ahora mismo, sino que ocurrirá en el futuro, y del que no tenemos conocimiento previo.
¿No debería haber escrito entonces esos tweets? En el Twitter de hoy en día, y teniendo en cuenta que aplicaba para edil de cultura, no. Pero ¿y hace cuatro años?
Es más, sabedores que Internet nunca olvida, sabedores que hay mucha gente tan aburrida como para scrollear nuestros timeline en busca de aquel comentario deshonesto que todos, en algún momento, habremos dicho. Sabedores de las consecuencias de un tweet “a lo Zapata” ya no solo para nuestra reputación digital, sino para nuestra reputación a secas ¿Deberíamos entonces autocensurarnos en internet? ¿Deberíamos colgar únicamente aquello que sea tan sumamente insulso que no suponga un riesgo futuro? ¿Deberíamos considerar todas y cada una de las implicaciones a la hora de escribir algo en la red?
Y sobre todo, ¿no haría esto precisamente que se pervirtiera el sentido de la web social, de esa extrapolación digital de nuestra identidad?
¿Tendría sentido entonces la sociabilidad en internet? Si lo único que nos encontraríamos allí serían roles y caretas disociadas a las personalidades reales de cada individuo.
¿Es eso lo que queremos?
¿Sabías que es posible eliminar tu huella digital de Internet?
Datos personales expuestos sin consentimiento, comentarios difamatorios sobre tí o tu empresa, fotos o vídeos subidos por terceros donde apareces… En Eliminamos Contenido te ayudamos a borrar esa información dañina que hay en Internet de forma rápida y sencilla.
El suspenso del alfabetismo digital
Como ve, el debate interesante va bastante más lejos que el mero derecho o no al olvido.
Hablamos de lo que nos hace ser personas. El hecho de que si hay posibilidades de equivocarse, nos vamos a equivocar.
De que somos incapaces de controlar absolutamente todo, más cuando ni siquiera conocemos los riesgos a los que estamos expuestos. Más cuando ni siquiera somos conscientes de que desconocemos esos riesgos.
hoy en día nos estamos enfrentando a un panorama tecnológico desconocido, con un factor de riesgo altísimo.
Y la mayoría de la sociedad utiliza la tecnología sin tener una educación previa. Sin tan siquiera comprender las implicaciones de utilizar una herramienta sin su libro de instrucciones.
Quizás dentro de unos años vuelva a leer este artículo, y se sorprenda por lo absurdo de lo comentado. Seguramente un servidor lo acabará haciendo.
Porque entonces los riesgos serán otros, y partiremos de una base que quizás ya cubra un mínimo de gestión de la reputación online.
Al menos ya vendremos aprendidos de los sustos de esas plataformas sociales “abiertas” a todos los ojos. Y también de aquellas otras que se presuponen privadas.
Conoceremos al menos esa parte del pasado en el que el usuario se abría cuentas en mil y un servicios, que le daba click a todo lo que se movía, que caía en engaños absurdos simplemente porque el escenario era distinto.
Pero entonces seguirán saliendo casos como el de Zapata, solo que previsiblemente, estarán en otro soporte novedoso (¿IoT? ¿Realidad Virtual?) que tendrá sus propias reglas, y que el usuario de a pie seguirá usando como cuando usaba Facebook o Twitter.
Aunque no tengan absolutamente nada que ver.
Es la gracia de la tecnología: que navegamos continuamente por nuevas aguas intentando dar sentido a los mapas de mares conocidos que ya tenemos. Y sorprendiéndonos cuando lo que vemos en ellos no tiene nada que ver con lo que tenemos justo al frente.
Sinceramente, no hago mucho caso a ciertas noticias y más cuando salen en televisión. Pero si recordaba de una entrevista a la persona que se menciona en el artículo, justificándose: los tweets estaban “entrecomillados” . Y me ha sorprendido (Pablo) que no lo lleva el tweet que estas publicando.
La huella digital es poderosa, pero no menos los micrófonos que se “olvidaban” de apagar en un lugar en concreto (parlamento, rueda de prensa, entrevista…), y que se utilizaron en el pasado para atacarse políticamente. Luego no debería de generar ninguna sorpresa, cuando se está hablando de dar un uso a nuestra huella digital y su debate si es de carácter privado o público, porque lo que se considera privado deja de serlo cuando pierde esa condición, ya sea de manera voluntaria (publicando mi comentario) o involuntaria.
Se podría entrar en un debate, de cómo deberían ser la imagen pública de un político y la formación necesaria para que pudiesen ser elegidos como representantes del pueblo, pero quitaría la esencia a una democracia, donde cualquier ciudadano puede presentarse mientras su ideología se ajuste al imperio de la ley.
Decir : ” El problema es que ahora ya no es irrelevante para la sociedad.”, no lo veo del todo justificable, porque como ciudadano me interesa conocer TODO de ellos, porque son la imagen (para bien o para mal) de todo un pueblo. Cualquier representante elegido por el pueblo (votado por nosotros o no votado por nosotros) tienen que representar a todo el pueblo de la misma manera (al que le votó o no le votó).
Por eso siempre intento recordar a un profesor mío, cuando escribo en un medio de comunicación público: “La democracia significa LIBERTAD, no libertinaje. Es importante usarla bien, costó mucho conseguirla y siempre es fácil perderla” .
Saludos
Y tienes mucha razón Javi. Pero fíjate que si relegamos al político a mera imagen, podríamos acabar generando un sistema gobernado por imágenes de políticos, no por personas.
Es decir, (y no quita que ya en parte se esté haciendo) con ese borrado de tweets que ahora la mayoría de políticos están realizando para prevenir futuros casos Zapata, con la tergiversación de las fechas y el contenido de los artículos publicados en blogs y medios, con el derecho al olvido, lo que se genera es un crisma en el que la huella digital está manipulada, y quizás arroje una realidad que nada tiene que ver con esa persona a la que el pueblo está votando. Una realidad ficticia, que recupera parte de lo positivo y añade un nuevo contexto o una nueva lectura.
Dicho sea de paso que un servidor está bastante en contra de un sistema supuestamente democrático como este. A mí lo que me gustaría sería votar un gobierno formado por la suma de muchos pocos, y no el cachondeo actual de un gobierno (único o como coalición) que gobierna con mayoría.
Por cierto, que este tema se trató en su día en el artículo El avatar político, y me ha pasado una cosa curiosa, ya que al intentar buscar en Google cuál era el capítulo de la serie Black Mirror en la que hablaron de este futuro distópico me he encontrado con el artículo arriba mencionado. Ni me acordaba ya que lo había escrito jajaja.
Saludos Javi, y un placer leerte, como siempre.
Manipulación de la información la podemos ver a diario en todos los canales de comunicación, por eso existen planes educativos para conseguir llegar al 2020 (Planes educativos pactados con Europa) con una serie de objetivos cumplidos (adquirir el sentido crítico hacia la información que se recibe, basado en la competencia básica sentido innovación y espíritu emprendedor) en la preparación de las nuevas generaciones. Esperemos que no cometan nuestros errores, porque el mundo que les espera, será bien diferente al nuestro.
De política no comentaré, porque es algo que considero muy íntimo y personal, pero muchas veces, me hace pensar en el bueno de Sócrates. Saludos
Ojalá que esos principios europeos se trasladen a la realidad. En serio. Es muchísimo más importante ordenar tu propio criterio que mantener una sabiduría basada en el conocimiento adquirido (aunque lo uno no quite lo otro).
Da para reflexionar el tema sobre el poder de las palabras. Se decía que “las palabras se las lleva el viento”. Pero ya no, algún micrófono las atrapa. Alguna cámara te registra. En la era de la multiplicación de los “Grandes Hermanos” siempre alguien te vigila. Y si escribes, por ejemplo, hoy aquí, mañana o en diez años, alguien puede aprovechar lo escrito para atacarte. Entonces, por conveniencia personal, sería mejor la autoregulación. Más que nunca, resulta válido hoy aquello de que “somos esclavos de lo que decimos y dueños de lo que callamos”. Ahora, en el circo político del sensacionalismo, prima la superficialidad del ataque personal sobre el debate de las ideas sobre lo fundamental.
Lamentablemente es así. Y enlazaba en este mismo artículo una reflexión semejante a la que comentas. ¿Debería publicar este post, a sabiendas que quizás el día de mañana pueda ser usado como arma?
Un corolario que me lleva a pensar que quizás, si lo llevamos al extremo, ni siquiera deberíamos tener presencia digital. Ni siquiera utilizar internet.
Y entonces llego a la conclusión de que quizás (solo quizás) haya que correr el riesgo, porque solo vamos a vivir una vez. Aplicar tres filtros a la hora de escribir o hacer algo en la red, pero hacerlo, a fin de cuentas.
Claro Pablo que vale la pena correr el riesgo cuando de defender principios se trata. O de exponer temas controversiales. Debemos cuidarnos es de las palabras ociosas que muchas veces resultan las más peligrosas para nosotros mismos. Un saludo.