Varios han sido los detonantes que me llevan a escribir nuevamente sobre Internet Explorer.


IE

El primero proviene de Microsiervos (ES), donde a finales de la semana pasada publicaban una gráfica (EN) que mostraba la distribución del mercado de navegadores desde hace 20 años, y como pese a lo que pueda parecer, estamos en uno de los momentos más interesantes de la historia.

En él, Internet Explorer presentaba desde 2006 un descenso pronunciado que lo hacía perder el liderato frente a Chrome en 2012 y estar a principios de 2014 muy semejante en porcentajes a Firefox.

Las cosas cambian si en vez de tomar este estudio, te decides por uno sectorial (ES) (publicado en NoticiasWindows, proveniente de Net Applications, saquen sus propias conclusiones), donde ponen a IE con un 58% del mercado.

¿Quién tendrá razón? Pues como en todo, según el sesgo que se defina. Si ponemos el foco en intranets y redes corporativas, IE es el claro vencedor. Pasaría lo contrario si tenemos en cuenta el usuario avanzado de informática (por dar unos números, el porcentaje de usuarios que acceden a esta página desde Chrome es del 56%, mientras que IE se queda con un 5%). Ahora habría que ver el tráfico mundial teniendo en cuenta que buena parte de la sociedad navega desde el móvil (Android principalmente) y cada vez menos desde el escritorio (Windows con un IE instalado por defecto).

El segundo detonante es el hilo de Reddit (EN) donde algunos de los trabajadores de Microsoft aseguraron que para IE11 se barajó la posibilidad de cambiar de nombre. Una carga histórica nociva, asociada ineludiblemente (y pese a los constantes esfuerzos de una compañía que está recuperando las formas) a un producto (Internet Explorer 6) que fue sencilla y llanamente nefasto.

Una estrategia (la de pasar de las estandarizaciones e ir por su cuenta) de la que aún hoy en día no han podido librarse. Y no es que Internet Explorer 11 sea más de lo mismo (de hecho hasta cumplen con funciones de la competencia aún no estandarizadas (EN)), sino que resulta muy complicado deshacerse de una reputación que uno mismo se ha marcado a fuego en la industria.


El tercer detonante, apoyado en la decisión de que Internet Explorer en Windows Phone 8.1. envíe cabeceras identificativas que no concuerdan (EN) con Internet Explorer o Windows, sino con las de iOS o Android. Una decisión que de nuevo demuestra que el gigante sabe reconocer sus errores y hacer de tripas corazón. Y es que con este cambio evita lo que ha acabado por llamarse el CSS hack, o el mostrado de una versión de escritorio capada de una página automáticamente al servidor reconocer que viene con la cabecera de IE.

Tres puntos a favor de una marca muy pero que muy maltratada, y que es ahora cuando está en verdad luchando por recuperar lo perdido, hasta el punto de ocultar su identificación para mejorar la experiencia de usuario en sus sistemas.

Si me preguntaran sobre ello, les diría que lo tienen verdaderamente complicado. No me veo de aquí a un periodo de tiempo corto/medio pasando a usar IE por muchas mejoras que hayan incluído, y eso que reconozco que tiene sus ventajas frente a Chrome o Firefox. Ni siquiera he llegado a usarlo con el cambio a Windows 8, y pese a que durante bastante tiempo fue el único que tenía versión Modern UI disponible. Eso un servidor, que tampoco representa el usuario tipo de la industria.

Pero oye, lo cortés no quita lo valiente, y es de agradecer que sigan estando presentes y sigan apostando (ahora sí) por mejorar la experiencia en Internet.

¡Ánimo, y paciencia, que lo vais a necesitar…!