monopolios efecto

Por estos lares hemos hablado durante estos últimos años de diferentes cuestiones que afectan a la figura legal y el efecto en el mercado que tienen los monopolios.


Como bien sabes, es precisamente la propia ideosincrasia del sector tecnológico la que incentiva el surgimiento de estos monopolios o, como más habitualmente los vemos, de duopolios.

Que si Apple y Microsoft en el mundo de escritorio, que si Google y Apple en el mundillo móvil, que si Google y Facebook en la publicidad, que si Facebook en redes sociales, que si Google en servicios de vídeo bajo demanda, que si Amazon en cuanto al retail,…

La lista es larga, pero lo habitual es que indistintamente del sector hacia donde miremos, habrá detrás una o a lo sumo dos grandes compañías que se reparten prácticamente todo el mercado.

Y puesto que el mundo en el que nos ha tocado vivir depende cada vez más de la tecnología, no es raro que sean precisamente estas compañías las que lideran el ranking de compañías más valiosas.

Por otro lado, Europa, en este escenario, es probablemente el mayor némesis de la industria. La Comisión Europea es, hoy en día, un verdadero dolor de muelas para los monopolios (tecnológicos y no tecnológicos). Pero puesto que hablamos de empresas que están tan presentes en nuestro día a día, lo que le llega al usuario final, de toda esta pugna venga, tiende a estar “adulterado”.

Así, es normal que cuando mucha gente piensa en las investigaciones judiciales que desde Bruselas proponen sancionar a una gran tecnológica con unos cuantos millones de multa, soplen aires de libre mercado y se caiga en que parece que estos dinosaurios legisladores lo único que quieren es sacar tajada, imponiendo aranceles artificiales precisamente a esas empresas que han llegado a donde están a base de trabajar y hacer las cosas mejor que los demás.

Y parte de razón, ojo, la tienen. A fin de cuentas, imponer una multa a unas compañías que precisamente lo que tienen es caja hasta para aburrir, no soluciona el problema: solo lo minimiza (tú me pagas y yo doy por zanjado el tema).


Ahora bien, esto no quita que sean necesarias figuras como la de la Comisión Europea para evitar que, alzando la bandera del libre mercado, lo que obtengamos sea justo lo contrario: Un mercado que deja de ser competitivo precisamente porque no tiene sentido esforzarse en competir los unos contra los otros.

Algo que, de hecho, es lo más sano que nos ha dejado el capitalismo de este último siglo.

Sobre el daño que hacen los monopolios de facto

¿Que quieres un ejemplo?

Pues muy sencillo. Vamos a hablar nuevamente de Tile.

Tile es, como supongo muchos sabréis, una compañía que lleva ya más de una década sacando al mercado localizadores de cosas como el que en su día regalé a mis mecenas.

¿Había y hay más compañías que diseñan localizadores? Pues sí. De hecho el que yo les regalé a mis queridos mecenas era de otra marca, pero Tile se ha sabido posicionar en esa tipología de producto de precio sensiblemente superior con un diseño más cuidado.

¿A qué te suena esto? Pues en efecto, a Apple, la compañía de la manzana.


De hecho la relación con Tile y Apple era en su día tan buena que incluso durante años en las Apple Store era posible comprar localizadores Tile (los únicos que vendían). Tanto que el CEO de Tile ha llegado a salir en la WWDC de Apple en al menos una ocasión (que yo recuerde) para vender las bondades de iOS.

Sin embargo, en 2019, como comentaba el bueno de Prober (el actual CEO) en una entrevista que le hacían en Bloomberg (EN) hace unos días, las cosas empezaron a cambiar.

¿Qué pasó ese año? Pues que llegó iOS13, y con él, la decisión de Apple, por eso de anteponer la privacidad del usuario por encima de todo, de forzar a que fuese el usuario quien decidiese, a la hora de instalar una app, cuándo esta puede acceder a la API de localización (siempre, nunca, y desde iOS13, solo cuando la app esté abierta).

Esto, que a priori es una buena noticia para todos, cerraba un poco el grifo al negocio de Tile, ya que de pronto el usuario tenía la obligación de volver a aceptar el permiso de acceso a localización. Y si por lo que fuera ese día le daba a no acceder, o acceder solo cuando la app estuviera abierta, el funcionamiento de sus dispositivos dejaría de tener sentido.

Lo cierto es que por aquel entonces a muchos nos pareció una salida de tono de Tile (“no es para tanto, sinceramente”), pero es que es probable, como suele ocurrir en estos derroteros, que Tile ya tuviera acceso a información privada y fueran conscientes de que Apple estaba trabajando en sus propios localizadores.

A fin de cuentas, hablamos de empresas que comparten líneas de fabricación, y cuyos trabajadores seguramente habrán compartido más que algún café y charla informal en algún sarao californiano.

Desde entonces, lo que parecía una relación de amor a primera vista, ha acabado con divorcio y vejaciones continuas.


Apple dejó de vender los Tile en sus App Store, y probablemente previniendo en parte el efecto legal que podría tener el inminente lanzamiento de los AirTags, qué casualidad que hace cosa de un mes anunciase que la app de Buscar de iOS se abría a terceros…

Estos días, tras el lanzamiento de los AirTags, de los cuales ya hemos hablado en profundidad por estos lares, el CEO vuelve a pronunciarse insinuando que Apple ha abusado de posición dominante, aprovechándose del acuerdo que tenía con Tile, para sacar al mercado un producto que a todas luces va a fagocitar al resto de empresas.

Justo lo mismo que ocurrió con el Watch, y si no que se lo digan a Pebble…

Justo lo mismo que ha ocurrido con los Airpods, y si no que se lo digan a Sony…

Que Apple saque unos AirTags no es, a priori, signo de abuso de posición dominante, pero…

Pero, cuando caes en la cuenta de que:

  • Apple sabía cuántos Tile se vendían… porque los vendían ellos mismos en la Apple Store.
  • Apple sabía cuánta gente tiene instalada la app de Tile… porque la única manera de instalarla es descargándola de la App Store de Apple.
  • Apple sabía cuánta gente tiene suscripción a los servicios de pago de Tile… porque la única manera de suscribirse es mediante el sistema de pagos integrado en iOS.

La cosa empieza a cambiar, ¿verdad?

Y si lo juntas con el hecho de que la app de Tile, al ser una app de terceros, obliga a que el usuario acepte los permisos proactivamente para poder utilizarse… mientras que los permisos que necesitan los AirTags no son necesarios aceptarlos ya que vienen por defecto aceptados en la app que, además, viene por defecto instalada en el sistema operativo… Ya empieza a verse más claro, ¿verdad?

En su momento, con el Watch de Apple, pasó exactamente lo mismo. Qué casualidad que “por proteger la privacidad y seguridad de nuestros clientes” el resto de relojes inteligentes del mercado no podían acceder a según qué funcionalidades. Pero oye, justo el Watch de Apple tenía vía libre a la API de notificaciones, al estar integrada a nivel core del sistema operativo.

¿Ves por dónde quiero ir?

Este tipo de movimientos son los que de facto transforman una empresa que claramente ha llegado a donde está por haber hecho las cosas muy bien, en una empresa que monopoliza el mercado.

Ahora mismo, con los AirTags a la venta, estoy casi seguro que Tile va a pasar de tener una cuota de mercado significativa, a prácticamente no existir entre nuevos usuarios de iOS, teniendo que centrarse casi en exclusiva en Android, donde afortunadamente hay aún mercado que explotar.

Que les espera un futuro muy parecido a esa Pebble que tanto nos gustó a algunos en su día, y que acabó por no ser rentable. O esos casos Sony que fueron desterrados prácticamente del mercado por los de Apple (gama media alta) y los chinorris que muchos usamos (gama de entrada).

Este tipo de movimientos son los que hay que perseguir. No porque sean multinacionales y tenemos que multarlas porque como comunistas que somos queremos un reparto equitativo e igualitario de la riqueza, sino porque si no hay frenos, llegará el momento en el que dependamos absolutamente de sus designios.

Más que ahora, me refiero.

Y eso, teniendo en cuenta que el objetivo único y final de cualquier empresa que cotiza en bolsa es mantener contentos a sus inversores (aka levantar cada vez más dinero), no es algo que el usuario debería estar interesado en que ocurra.

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