monitorizacion rutinas

El otro día estaba hablando con un amigo que había bajado la nada despreciable cifra de 30kgs en un año, quedándose en un peso normativo para la altura que tenía (estaba claramente obeso antes).


Obviamente, no hablamos de una persona que tuviera ningún problema patológico (hay que dejar claro que NO siempre se puede solucionar sin química y medicina una obesidad). Simplemente las rutinas del día a día lo había llevado a aquella situación. Tenía un trabajo sedentario (como la mayoría de los que estamos por aquí, por cierto), llegaba muy cansado a casa, y por tanto, tiraba de comida basura. Una comida basura que le hacía dormir mal, ergo levantarse con menos fuerzas, y vuelta a la espiral.

Sin embargo, ocurrió algo a principios del año pasado que lo llevaron a salir de esa rueda de autodestrucción.

Y ese algo fue, ni más ni menos, que el COVID.

Pilló COVID, como tantísimas otras personas, y durante las dos semanas que estuvo enfermo, al tener menos apetito y darle algo de aprensión el pedir comida a domicilio cada día, poniendo en riesgo a los repartidores, empezó a comer lo que tenía por casa, que no era otra cosa que fruta.

Así, pasó de comer mierda para cenar, a unas cuantas piezas de fruta.

A las dos semanas, y ya recuperado de la enfermedad, se dio cuenta de que, “curiosamente”, el no comer mierda por las noches, y haberlo cambiado por fruta, hacía que no tuviera malestar estomacal en la cama, y que por tanto durmiera mejor. Al dormir mejor, “casualmente”, se levantaba con más energía, lo que hacía que estuviera más activo por el día, y al llegar a casa no le apeteciese comer comida basura.

Es más, al tener esa energía extra, empezó a cogerle el gustillo nuevamente a pasear mientras cazaba pokemons en Pokemon GO, un juego que curiosamente siempre le había gustado (es muy friki él), pero que había dejado por la “molestia” de tener que salir, y por haber roto este tipo de rutinas cuando a todos nos confinaron en 2020.


Lo demás, es historia: Dormir mejor, comer mejor y mantenerse algo más activo/hacer deporte, le habían llevado, SIN DIETAS y SIN SACRIFICIOS a quitarse 30kgs del cuerpo en un año.

Hechas las presentaciones, quería poner los puntos sobre las ies y hablar de la importancia de las rutinas, y el tener un sistema que mida la evolución.

La importancia de las rutinas

Empiezo diciéndote que te he mentido.

Esta historia que te cuento no es de un amigo, sino de un popular streamer, Felipe, que como tantos otros del sector, llevaba años cayendo en este tipo de espirales destructivas, y que recientemente contaba su experiencia en un vídeo en su canal que enlazaré al final de este artículo.

Básicamente, lo que contaba Felipe sin tener mucha idea del asunto no es más que el poder que tiene la rutina a la hora de proponer cambios en cada uno de nosotros, sean para mal (como le había pasado históricamente a él), sea para bien (como le acaba de pasar este último año).

Los viejos del lugar recordarán que un servidor pasó por una fase relativamente parecida ya hace unos años. En mi caso el problema estaba en la comida, no en que no me moviera (siempre he hecho muchísimo deporte) o en que durmiera mal (afortunadamente, siempre he dormido genial).

Después de una temporada aumentando la carga deportiva que hacía, y ver que lo único que conseguía era inflar cada vez más (más músculo, pero rodeado de la misma grasa), decidí proponerme comer mejor, y en cuestión de medio año bajé los cerca de 15kgs que me sobraban.


A día de hoy he recuperado unos 6kgs, estando por encima del IMC que recomiendan para mi altura (recordemos que el IMC es un medidor que solo tiene en cuenta el peso y la altura, obviando algo tan crítico como la morfología de cada persona, y que por tanto solo debe ser tomado como un baremo generalista obsoleto), y aunque en efecto la mitad son de grasa, también lo he hecho aumentando bastante la musculatura, por lo que no me quejo.

Obviamente, no tenía obesidad (no era un problema clínico), y por tanto pude salir de esa espiral yo solito simplemente cambiando hábitos alimenticios.

Cambiando solo las rutinas de comer.

Recientemente (algo menos de medio año), la he vuelto a cambiar, esta vez enfocada a ganar masa muscular. Estoy prescindiendo, sin sacrificios de ningún tipo, de algunos hidratos de carbono en favor de proteínas. Y eso, junto con una carga de entrenamiento específica, es lo que está haciendo que haya aumentado peso sin que realmente me preocupe, acercándome al ideal de cuerpo que me gustaría tener.

Otro de los temas que me parecía interesante de la historia de Felipe es que éste ha vuelto a jugar a Pokemon Go.

Que dices tú, ¡pues vaya tontería!

La realidad es que, por la propia ideosincrasia de este juego, puede servir muy mucho para esas personas que no pueden/quieren hacer deporte, pero sí pueden caminar.


Pokemon Go es, en esencia, un sistema de cuantificación de pasos gamificado. Bajo la excusa de salir a caza pokemons y hacer las diarias/semanales, es muy sencillo que muchos de vosotros os pongáis como rutina hacerlo… y de paso, sin caer en ello, empecéis a caminar más.

Un servidor, de hecho, lleva jugando a Pokemon Go A DIARIO prácticamente desde 2016. Se ha vuelto una de las múltiples rutinas más en mi día a día. Cada mañana, cuando saco a Freud a pasear, hago las diarias del juego. Y cada lunes recibo los premios por haber caminado 10, 20 o 50 kms la semana pasada.

Es más, hubo un tiempo en el que no hacía tanto trabajo de musculación, y sí de correr/caminar, que me había propuesto andar/correr más de 10kms al día. Y precisamente Pokemon Go me servía para monitorizar de forma gamificada ese objetivo.

La importancia de la monitorización activa

Ahí quería llegar yo.

Que esto de estar en forma no tiene por qué conllevar sacrificios. Lo que requiere es INTERIORIZAR RUTINAS SALUDABLES.

Créeme cuando te digo que cuando conseguí bajar tantos kilos que me sobraban, no sentí en ningún momento que estuviera haciendo dieta, o pasando hambre. Es más, comía como un puto loco. Simplemente que comía cosas sanas, y en mi caso, lo acompañaba ya con una rutina deportiva exigente.

Por otro lado, los wearables y las apps de monitorización, aunque sean tan poco parecidas a una app deportiva como sin lugar a dudas no lo es Pokemon Go, AYUDAN.

Y ayudan porque gracias a esa monitorización 24/7, aunque no sea exacta, permiten dividir algo tan complicado como ponerse en forma en retos diarios muchísimo más sencillos de conseguir (da igual, realmente, si has caminado 7 u 8 kms, sino que cada día te has movido en un ratio aceptable a lo largo del tiempo).

Para esto pueden servir herramientas como esa pulsera o ese reloj inteligente que llevas en la muñeca, o incluso juegos tan insulsos como en principio puede ser Pokemon Go.

Un juego que, al comentarlo Felipe, he decidido mirar en mi cuenta cuántos kilómetros llevo andados con el dichoso juego de marras, para sorprenderme al enterarme que desde 2016, con el juego activo, he caminado la nada despreciable cifra de algo más de 10.000 kms, como puedes ver en la foto que encabeza este artículo.

10.000 putos kilómetros, que se dice pronto.

Si esto no es generar una rutina positiva, que baje Dios y lo vea…