Mantenía a principios de semana un intenso debate con un conocido (o al menos mediático) artista de performance español sobre una de sus últimas obras, sin ánimo alguno de ofender, y por la única razón de conocer cómo era capaz de ofrecer un discurso artístico a algo puramente explícito.
He preferido ni enlazar la conversación ni a a la obra del susodicho, porque tampoco pretendo hacer un artículo de salsa rosa, sino más bien tratar el tema de forma general. Lo cierto es que después de varias insinuaciones a que fuera a ver alguna de sus ponencias (y esquivar de paso la pregunta), acabó con una sentencia del tipo «Yo hago lo que quiero y como quiero. No entenderlo entra dentro de la ignorancia«. Palabras no textuales, pero a fin de cuentas el mismo contenido.
Me hubiera bastado un «Exploro las licencias creativas de un medio como el audiovisual«, o «Busco tratar un tema tan controvertido como la homosexualidad amparándome en lo estético del discurso«, pero no un «Tú haz lo que quieras«. Viniendo de alguien con tal trayectoria (tengo claro que tiene obras muy interesantes), y siendo un servidor licenciado en Bellas Artes (cosa que desde el principio le dejé claro para que no me tomara por un analfabeto en materia) esperaba algo más que el arte es hacer lo que quieras. Más que nada porque entonces todos somos artistas, o podemos llegar a serlo ¡Ni estudios ni intención, oiga!
Bajo mi punto de vista, opiniones como las anteriormente mencionadas no hace más que echar tierra sobre una profesión que ya de por sí está infravalorada. Entiendo que la performance suele venir de la mano de la polémica (y ojo, que se puede hacer performance sin causar polémica), pero qué menos que ofrecer un discurso artístico que lo secunde.
La imagen debería ser un apoyo al discurso. Tan sencillo como eso, y no el eje de la obra. Porque estamos en el siglo XXI, y se espera que el arte te obligue a pensar. Un cuadro bien pintado es artesanía, no arte. Lo que eleva una obra al estado del arte es precisamente el saber ofrecer un discurso que haga pensar, que ofrezca soluciones a preguntas. Recurrir a lo explícito es fácil (sin duda es lo más intuitivo), y a la vez es lo más difícil (siempre y cuando quieras ofrecer algo al espectador), ya que si la imagen tiene tanto peso, corres el riesgo de que el significado se diluya.
¿Que por qué diablos hablo de esto? Primero porque me apetece (parafraseando al susodicho, debo estar haciendo arte :)), y segundo porque veo la misma tendencia en la tecnología, un sector en principio mucho más normalizado, y que aun así sufre por igual los estragos de la inercia. En serio, volver al principio del artículo, y donde haya escrito arte, poner tecnología. Os espero :).
Una inercia que permite a una empresa como RIM seguir durante años sin rumbo, que mantiene a una aplicación como WhatsApp, terriblemente inestable e insegura, seguir siendo líder del sector, o que cobija a un afamado artista con éxitos anteriores a «hacer lo que quiera«, y que la gente entienda lo que quiera entender.
P.D.: La imagen que acompaña el artículo tampoco tiene nada que ver con el artista mencionado. Simplemente me pareció una buena manera de ilustrar lo que deberíamos ser capaces de mantener en el arte y la tecnología. Suficiente raciocinio como para evitar la inercia, aunque el entorno no ayude.
Hola Pablo, tiempo hace que no hablamos.
Me ha parecido muy interesante el artículo. La verdad es que el «hacer algo porque quiero» hoy día no debería de ser más que una forma de desestresarse, que al fin y al cabo por eso se trata de una actividad ociosa.
En principio no estoy de acuerdo con la definición que propones acerca del arte y la artesanía. Según he leído en varios sitios, hoy día se considera «artesanía» a todo aquello que está hecho con un propóposito, es decir, que está «pre-diseñado» para producir cierta sensación (ya sea comunicar, informar, sorprender, provocar) y el «arte» se considera todo aquello que el creador hace en función de su juicio y propio interés.
Con esto no estoy diciendo que esté de acuerdo con esta definición, de hecho me parece un poco absurda o más bien injusta. Hace poco tuve una conversación sobre esto, y como expliqué allí, según tengo entendido el arte siempre ha tenido un propósito a lo largo de la historia (tanto los egipcios en sus cámaras funerarias, que pretendían narrar la historia del fallecido, como los «-ismos», que pretendían poner en jaque nuestra percepción de las más diversas maneras).
Por ello creo que esa definición que he citado no es justa, me parece pensada para crear un mercado de tipo «espiritual» en el que el público no está muy seguro de lo que está viendo o se le está contando, y por ello muchas veces pica y compra, debido a que tiene miedo de su propia inseguridad.
Bueno, creo que eso es todo.
Un Saludo.
Jorem.
Un placer volver a verte George, ¡cuánto tiempo!
Muchas gracias por ese apunte. La verdad es que a mi punto de vista tampoco creo que sea lo más correcto. Al menos de aquella que estudiábamos BBAA, nos hablaban de la artesanía como la creación de algo cuyo objetivo es suplir una necesidad física y tangible, o bien aquella creación cuyo objetivo era la propia obra. En cambio, una obra que se quisiera enmarcar dentro de la faceta artística debería ser un canal para ofrecer un discurso, o al menos es como un servidor lo entiende.
Por supuesto artesanía y arte pueden darse juntas, pero el objetivo de la obra tiene un interés que va más allá que la simple majestuosidad de la obra, o su papel funcional. El arte debería ser una extrapolación (sea personal o colectiva) de un sentimiento. Debería ofrecer algo más que una obra bien hecha, que causar rechazo o admiración por el simple hecho de causarlo.
Saludos máquina. Queda pendiente unas cañas para recordar viejos tiempos!
Hola de nuevo !
Pues básicamente estamos de acuerdo. Un último apunte sería que la provocación de un sentimiento por parte de esa obra ya es un propósito en sí. Por tanto esa definición de que una obra de arte tiene que serlo «porque sí» que tan poco nos gusta, perdería su sentido.
Además, este tipo de definiciones es el que luego nos lleva a cosas como «Venga tío, hazme esto, si tu lo haces en diez minutos que eres muy creativo…» y que no sólo se da en el arte. Se reirían si se dieran cuenta de que está ya más que demostrado que el cerebro funciona más creativamente cuando le pones ciertos límites, ya que tiende a buscar salidas distintas a un mismo problema y no la salida lógica y normal (y al fin y al cabo, eso es la creatividad).
El desconocimiento de que todo esto lleva un proceso para causar ciertas sensaciones (u otros propósitos) es lo que más me crispa. A cada cosa su tiempo , vaya.
En cuanto a lo de esas cañas, me apunto pero ya !.
Un Saludo
Jorem.
Cuánta razón Jorge. La idea no es cerrar el ámbito creativo y ponerle cadenas, sino estructurar el proceso para centrarse en el resultado, y evitar las distracciones.
En realidad ocurre en arte y ocurre en cualquier sector en el que intervenga la creatividad, como bien puede ser el departamento de I+D de una compañía. Metodologías ágiles, enfocadas a la creación de productos en entornos flexibles y donde apenas se conocen los requisitos favorecen la estructura argumentativa del producto. No es un tema nuevo, y por tanto, eso de «Hacer lo que quieras» lo único que me acaba produciendo es rechazo. Espero más de alguien que tiene un perfil público tan seguido, y que expone en grandes museos de renombre, al igual que espero más del equipo que forma una startup o los integrantes de un grupo de investigación.