Taiwán es una pequeña isla asiática que tiene la particularidad de contar con la mayor industria de semiconductores del mundo.
Tan solo dos de sus compañías, TSMC y UMC, acaparan el 60% de la industria mundial de chips.
Repito: El 60%.
Y solo estoy hablando de las dos más importantes, y obviando, por tanto… tanto otros competidores, como el resto de stakeholders de toda la cadena de producción de chips. MediaTek, Foxconn, Topco Scientific, UIS… Grandes multinacionales especializadas en alguno de los elementos de la cadena de suministro de esos componentes que tienen cada vez más cada cosa que tenemos a nuestro alrededor.
De ahí que llevemos ya varios años con los ojos puestos en lo que está ocurriendo en esta pequeña parte del mundo… a nivel geopolítico.
Porque da la casualidad que Taiwan es uno de los principales focos de democracia de la zona (con permiso de Japón). A las orillas, literalmente, del gigante chino, que asegura que la isla les pertenece.
Sobre estos temas ya hablamos de pasada en más de una ocasión.
Según cómo se empujen las olas, de vez en cuando vemos movimientos en favor o en contra de la isla por parte de Occidente.
A EEUU, principal socio estratégico, no le interesa para nada que el país acabe en manos del gobierno comunista chino, y por eso el bueno de Biden ha dejado claro por activa y por pasiva claro que el país protegerá la soberanía de Taiwan a toda costa.
Les va, literalmente, la vida en ello, ya que como decía, seguimos dependiendo casi en exclusiva de los chips que se crean en el país.
Sin embargo, y aquí es donde quería llegar, dos acontecimientos recientes ponen en entredicho este as que tiene el país para seguir disfrutando de la protección del tío Sam.
Vamos a hablar de ellos.
La presión política y tecnológica china
Esto no es nada nuevo, pero ya desde antes del COVID ha habido numerosos movimientos del gigante comunista por hacerse con el control estatal colocando a simpatizantes del mismo en el gobierno.
Esto con la llegada de la guerra entre Rusia y Ucrania llegó a su cenit, y desde entonces prácticamente cada pocos días vemos algunos movimientos políticos e incluso militares que buscan echar un pulso para ver hasta dónde estaría dispuesto Estados Unidos por proteger sus fronteras.
A esto súmale el hecho de que, frente a todo pronóstico, China parece ir a pasos adelantados con eso de crear chips propios no dependientes de terceros, y a un nivel que ya se acerca sensiblemente a los más vanguardistas del mundo.
En la presentación de hace unos meses del Huawei Mate P60 Pro, muchos nos sorprendimos al descubrir que sus dispositivos contarían con procesadores no de 14 nanómetros (lo esperable para el presunto nivel tecnológico que tenía HiSIlicon, quien hasta ahora había hecho los últimos procesadores Kirin), sino de 7 nanómetros (EN). Un salto tecnológico sin precedentes llevado a cabo por SMIC, y que hasta el momento parecía totalmente fuera del alcance de China.
Por si esto te suena a chino (nunca mejor dicho, G.G), quédate con la idea de que los chips más punteros de TSMC están hoy en día en los 4nm, y están tanteando ya los 2 nanómetros en pruebas beta aún no comerciales.
La diferencia ya no es tan significativa.
Los intereses Occidentales
Por otro lado, tenemos a las economías occidentales en una clara deriva hacia el proteccionismo.
La propia EEUU lleva tiempo forzando a empresas como Apple o Google a que desarrollen sus chips en casa. Algo que como hemos visto en el caso de China, es de todo menos sencillo de implementar.
Una cosa es diseñar, y otra también construir y contar con la logística y distribución bidireccional con la cuentan los países asiáticos de esta zona.
Pero, pese a ello, la tendencia es esa, y es que ante el potencial riesgo de un conflicto territorial con el gigante asiático, la idea de no depender tanto de Taiwan sabe como miel en los labios para Occidente.
Además, ahí tenemos a Intel, que pese a no causar tanto revuelo últimamente ha presentado un ambicioso plan (EN) para reconquistar la industria contando además con cuantiosos incentivos fiscales por parte de EEUU y Europa.
La pérdida paulatina de relevancia de Taiwan
Este escenario es el que se está fraguando en estos momentos, y que ha llevado recientemente a la consultora IDC a asegurar que la participación de Taiwán en los procesos de fabricación de circuitos integrados podría reducirse hasta el 43% en 2027 (EN).
Sigue siendo un porcentaje más que significativo… pero ya no sería mayoritario.
Estos pronósticos están causando gran revuelo entre algunos de estos grandes fabricantes, hasta el punto de que Morris Chang, el fundador de TSMC, está valorando la manera de asegurar el futuro de su compañía (EN), y no descarta, de hecho, que este futuro acabe llevándolos fuera del país.
Piensa también que una menor dependencia tecnológica generaría un efecto en cascada con los países occidentales, que quizás tuvieran también menores incentivos para dedicar esfuerzos en proteger a su aliado… dejando a China vía libre para hacer suya la isla.
Tecnología y política en estado puro…
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Gran análisis Pablo. Muchas gracias
A ti David!