Hace unos instantes acabo de ver un corto que tenía pendiente desde hace semanas, dirigido y escrito por Francois Ferraci, Lost Memories (lo tenéis embebido al final de este artículo), que trata un tema de rabiosa actualidad partiendo de las licencias de la ciencia ficción: La dependencia de la información y el mundo digital.


El paso del papel al archivo digital supuso, como ya apuntaba maneras en la entrada sobre La industria discográfica, las editoriales y la Santa Inquisición, un salto cuantitativo y cualitativo del acceso a la información a cualquiera que tuviera a su alcance algún dispositivo tecnológico.

Echando la vista hacia atrás (tampoco hace falta mucho), el papel representó casi desde finales del imperio romano el soporte idóneo para mantener a buen recaudo el conocimiento. El papel es perdurable (siempre y cuando se contemplen algunas directrices externas para su mantenimiento), y a la vez puede servir de fuente de sabiduría para muchísimas generaciones.

La era digital supone, desde los años 90, el paulatino abandono del modelo de distribución de la imprenta en favor del medio digital (EN).

Los nuevos medios de comunicación y distribución abaratan los ya de por sí bajos costes de la imprenta (en comparación así misma con el trabajo hecho a mano y tinta de épocas pasadas). Un ejemplar digitalizado puede replicarse infinitas veces, y llegar a un público que jamás de otra forma podría haber llegado.

Pero como todo cambio que se precie, lleva consigo una gran carga, y es la escasa perpetuidad, tanto del soporte como del medio.

Y estamos hablando de escasos años, no de siglos. hoy en día, cuando voy a casa de mi madre, miro con recelo esos disquetes sin etiqueta y con “la ventanita bajada” (que los protegía de grabarse encima). Esos disquetes que apenas tendrán unos 10 años, y que actualmente, aunque quisiera, no tengo ningún lector para examinarlos. Más aún. Incluso si consiguiera hacerme con una disquetera en algún mercado negro de informáticos de Lavapiés, seguramente el formato de los archivos fuera incompatible con mi SO o mis programas actuales. Por tanto, unos archivos almacenados hace poco más de 8 años han quedado ya inservibles. Si además tenemos en cuenta que estamos hablando de un material de grabación magnético, seguramente, con el paso de los días y el abandono al que fueron sometidos en uno de los trasteros de la terraza, ni siquiera funcionasen.

Este grave problema trae de calle a las entidades encargadas del mantenimiento y restauración de los bienes culturales. La Unesco prevé desde 2001 el digital como nuevo patrimonio, y no es para menos. La única manera de mantener accesible esa información es mediante las continuas actualizaciones y portabilidades a nuevos soportes, con el enorme abanico de problemas que ello conlleva. Y a esto se junta el contratiempo de la inmensa cantidad de información que se ha generado en éstos últimos años, buena parte de ella efímera.


Este ritmo de crecimiento, unido a la obsolescencia cada vez más intensa de los soportes, y la vertiginosa gráfica de evolución de sistemas y programas, hará que seguramente, una inmensa cantidad de información, alguna de ella de suma importancia, acabe en el olvido, perdida en una tecnología del lustro pasado, y abocada a su extinción en el saber colectivo.

Este problema es actual (no estamos hablando de un futuro próximo), como pude comprobar hace tiempo en los bajos fondos de la Biblioteca Nacional. Y no hay solución aparente (quizás de lo que estemos más cerca es de la creación de soportes perdurables, como los experimentos de inserción de datos en una placa de ADN controlada, o los DVDs de 1000 años, pero de nada sirve con la evolución informática de nuestros días).

La resignación de saber que, descontando la hipotética situación que propone Ferraci en el corto, solo un ínfimo contenido de datos de nuestra generación sobrevivirá a la siguiente, y así hasta caer en el olvido de una tecnología obsoleta.

Os dejo con el vídeo que ha servido de inspiración, que dicho sea de paso, me ha encantado. Y en espera del feedback con vuestras propias aportaciones: